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Economía Moral

Se cumplen 150 años de la publicación del volumen I de El capital, de Marx / III

Ernest Mandel aborda cuestiones de método en la obra magna de Marx

D

espués de defender el materialismo dialéctico, lo cual numeré como el aspecto 4 en la entrega anterior (17/11/17), Ernest Mandel (EM) continúa abordando cuestiones del método de El capital (EC) en su introducción al vol. I de la edición de Penguin Books en inglés. Las introducciones de Mandel a cada uno de los volúmenes son de lo mejor que se ha escrito sobre EC y, con gran acierto, Siglo XXI editores los tradujo y publicó como El capital. Cien años de controversias en torno a la obra de Karl Marx (1985; en lo que sigue EM1985). Prosigo con otras cuestiones de método, manteniendo continuidad en la numeración:

5. EM aborda el rol de la observación científica en el método de Marx:

“…precisamente porque la dialéctica de Marx es materialista, no empieza a partir de las intuiciones… o esquemas mistificadores, sino de una asimilación completa de datos científicos. El método de investigación debe diferir del método de exposición. Primero deben recopilarse los hechos empíricos, el estado dado del conocimiento. Sólo una vez logrado esto puede emprenderse una reorganización dialéctica del material para entender la totalidad dada. Si esto es exitoso, el resultado es una ‘reproducción’ en el pensamiento humano de esta totalidad material: el modo capitalista de producción. (EM1985, p. 17)

Me surgen varias dudas de este texto: a) Debemos aplicar a la expresión recopilar los hechos empíricos, dos precauciones que Mario Bunge (Diccionario de filosofía, Siglo XXI, p.95) sugiere tener al referirnos a hechos: no confundir hecho con verdad, ya que la verdad es un atributo de las proposiciones científicas o lógicas; y no confundir hecho con dato: lo que puede recopilarse son datos sobre los hechos y no los hechos mismos; b) la idea de reproducción en el pensamiento se acerca a la teoría del reflejo sostenida como epistemología oficial en la Unión Soviética, que deja de lado lo que Marx llamó la práctica, la actividad sensorial humana, en las Tesis sobre Feuerbach; c) veamos con Putnam la relación hechos-valores, central para el marxismo que, guiado por valores, busca cambiar el mundo:

“Distinguir entre hechos y valores, dice Putnam, puede ser útil en algunas ocasiones… pero cuando la distinción se vuelve dicotomía se suele ver acompañada por enunciados metafísicos. En su forma actual, la dicotomía sostiene que hay dos tipos de juicios, los que tienen y los que no tienen sentido cognitivo (es decir, que pueden ser parte o no de un argumento racional). Los juicios con sentido cognitivo se dividen en dos: las tautologías y las descripciones de hechos. La idea que ‘los juicios de valor’ son subjetivos y que no puede haber argumento razonado sobre los valores ha tenido una gran influencia, como la ha tenido la pregunta ‘¿Es eso un hecho o un juicio de valor?’ Los argumentos a favor de la dicotomía colapsaron cuando resultó claro lo totalmente inadecuada de una visión del lenguaje que sostiene que ningún término puede ser tanto un hecho como estar cargado de valor, y cuando se hizo evidente que una parte muy importante de nuestro vocabulario descriptivo está y debe estar embrollado (es decir, formado por términos que expresan tanto valores como hechos). Este tipo de términos los llama Putnam términos éticos gruesos. Ejemplos de ellos son ‘cruel’, ‘crimen’, ‘bravo’, ‘generoso’, ‘elegante’. Cuando Putnam sostiene que la descripción factual y la valoración deben estar embrolladas, derrota las críticas que descalifican un discurso científico porque incorpora valores. En la filosofía de la ciencia –sostiene Putnam– este punto de vista implica que los juicios normativos son esenciales para la práctica misma de la ciencia. (Tomado de la reseña de las ideas de Hilary Putnam en The Collapse of the Fact/Value Dichotomy, Harvard University Press, 2002, que llevo a cabo en capítulo 1, sección 1.5 de Ampliar la mirada. Un nuevo enfoque de la pobreza y el florecimiento humano, disponible en mi página web).

6. EM continúa con otro tema central del marxismo: la relación apariencia-esencia:

“El peligro principal para cualquier científico involucrado en el estudio de los fenómenos sociales es tomar las cosas como dadas, ‘cerrar los ojos ante los problemas’. La distinción entre la apariencia y la esencia, que Marx heredó de Hegel, no es otra cosa que un constante intento de penetrar más y más profundamente a través de capas sucesivas de fenómenos, hacia leyes que expliquen por qué estos fenómenos evolucionan en cierta dirección y de maneras determinadas… Pero para Marx, el dialéctico materialista, la distinción entre ‘esencia’ y ‘apariencia’ no implica en ningún sentido que la apariencia es menos real que la ‘esencia’. Los movimientos de valor determinan en última instancia los movimientos de los precios, pero el Marx materialista se hubiera burlado de los ‘marxistas’ que sugirieran que los precios son irreales… Para explicar el modo capitalista de producción en su totalidad es insuficiente entender simplemente la ‘esencia básica’, la ‘ley del valor’. Es necesario integrar la ‘esencia’ y la ‘apariencia’.” (EM1985, pp. 17-18).

Foto
Portada de importante libro de Mandel, publicado en alemán en 1972

Lo que Mandel sostiene aquí coincide con la manera en que la mayor parte de los marxistas críticos entienden el método seguido por Marx en EC, y que algunos han denominado el método de concretizaciones sucesivas: partir de lo más abstracto, la mercancía y la teoría del valor e ir añadiendo, sobre todo en el vol. III, elementos adicionales de los que Marx habría hecho abstracción en el vol. I, como la distribución de la plusvalía entre distintos segmentos de la clase dominante (renta para los terratenientes, intereses para el capital financiero) y entre los capitales de diferentes ramas de la producción. Pero en su valoración crítica del paradigma de la producción, György Márkus percibió las siguientes contradicciones:

“…al conectar la postura de clase con la formulación de un fin social universal (la sociedad sin clases) a través de la noción de objetividad científica, convierte la contradicción entre el proletariado y la burguesía a la de verdad y falsedad. A medida que la posibilidad de una transformación radical de la sociedad capitalista tomaba la forma de una tendencia histórica objetivamente necesaria, más la noción de socialismo adquiría un significado finalista… Este finalismo resolvió, en principio, el problema metodológico al proveer la justificación para la distinción entre lo técnico (la relación humana con la naturaleza) y lo social (la relación entre los hombres) a las épocas de la historia caracterizadas por la concrescencia de ambas esferas. El socialismo, al dividir ambas esferas, hace directamente real lo que era abstractamente verdadero. Pero el precio a pagar es muy alto: la distinción entre ‘contenido material’ y ‘forma social’ se transforma así en la distinción entre ‘esencia’ y ‘apariencia’… La dialéctica hegeliana es totalmente reinstalada: lo ontológicamente real es aquello que es posible; lo que existe es un mero fenómeno. Este finalismo es usado tanto retrospectiva como prospectivamente. El presente capitalista es la llave para entender las sociedades anteriores. Al mismo tiempo, las relaciones capitalistas son vistas por Marx como prerrequisitos de una sociedad sin clases. Para Márkus este punto es vital para entender el significado de la versión final de la economía marxiana. La teoría del valor trabajo puede ser desarrollada solamente bajo supuestos (correspondencia de la oferta y la demanda, producción de todas las mercancías de acuerdo con el tiempo de trabajo socialmente necesario, etc.) que hacen abstracción de la especificidad de este modo de producción. Esta paradoja metodológica corresponde, empero, con la idea que el capitalismo sólo puede ser aprehendido en su esencia si es visto como inherentemente en transición al socialismo. La justificación final de la teoría del valor trabajo, que nunca puede ser –al menos de acuerdo con la lógica interna del argumento de Marx– traducida en términos operacionales y empíricamente verificables bajo el capitalismo, yace en el hecho que es posible y ‘necesario’ organizar la producción y el consumo social de una manera que remplace completamente la operación indirecta, irracional y reificada del mecanismo del mercado con el cómputo directo y conciente de los gastos de trabajo socialmente necesarios”. (Julio Boltvinik, resumen de los capítulos 1 a 4 de Language and Production. A Critique of the Paradigms, Reidel, Dordrecht, Holanda, 1986, en Desacatos. Revista de Antropología Social, número 23, 2007, pp. 173-74)

Seguiré con el análisis de Mandel de EC en la próxima entrega.

A la memoria del colega y amigo Kostas Vergopoulos

julioboltvinik.org