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Culmina recepción de donaciones pro damnificados en el Istmo

La gente necesita su techo ya, rápido y seguro, apremia Toledo
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El artista Francisco Toledo, en imagen del 16 de mayo pasado, en la ciudad de OaxacaFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de noviembre de 2017, p. 12

El pintor oaxaqueño Francisco Toledo anunció que la fase de recepción de donaciones para los miles de damnificados en el Istmo a causa de los sismos del 7 y 19 de septiembre ya se cerró. Reportó que a la fecha en la cuenta bancaria a su nombre hay 14 millones 301 mil 822 pesos. Con estos recursos se podrán seguir manteniendo 45 comedores comunitarios en servicio hasta enero del año próximo.

“Pensando en cómo distribuir mejor este dinero –comentó Toledo en entrevista telefónica– decidimos trabajar también en las otras dos prioridades. En el Istmo ya sopla el norte y sigue temblando (más de 8 mil réplicas en dos meses). Lo que la gente necesita ya es un techo. Y como no tiene casa, tampoco tiene dónde trabajar. Entonces hay que construir de inmediato vivienda. Y reconstruir sus talleres, sus medios de producción, para reactivar la economía.”

Desde el 10 de septiembre, a tres días del terremoto de magnitud 8.2, el más destructivo en la historia de la región istmeña, una asociación fundada por Toledo, Amigos del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, echó a andar la campaña Ayudemos al Istmo de Tehuantepec.

En poco más de dos meses se recibieron 16 millones 398 mil 939 de pesos. Casi de inmediato, el artista creó dos obras para reunir fondos. La venta de estos grabados generó un ingreso de casi 2 millones de pesos adicionales. Están ya listas cuatro obras nuevas que próximamente saldrán a la venta con ese mismo fin.

Además del dinero en efectivo, la respuesta social a la convocatoria de Toledo reunió un acopio de donaciones en especie –víveres, medicinas, material de cobijo y artículos de primera necesidad– de 175 mil toneladas, 25 mil de ellas aportadas por ciudadanos de toda la República. La comunidad universitaria, movilizada en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cooperó con 50 mil toneladas. Desde Los Mochis, Sinaloa, llegaron 75 mil toneladas. Y la Fundación Televisa donó otras 25 mil.

Para el transporte, carga y descarga de esta ayuda se contó con la ayuda de 80 voluntarios, que además se abocaron a la organización de los 45 comedores comunitarios. Otras 69 cocinas fueron organizadas por otros grupos y recibieron, hasta hace tres semanas, provisiones de la cuenta de Toledo.

Juchitán de Zaragoza ha recibido 153 mil toneladas de víveres, de un total de 197 mil toneladas movilizadas. El resto se ha distribuido en los siguientes municipios afectados: Xadani, Santa Rosa de Lima, San Mateo del Mar, San Francisco Ixhuatán, San Antonio Tlaxcatepec y Santa Cruz Aguatlán Mixe. Además de los víveres enlatados e imperecederos, las fundaciones compran alimentos frescos para el funcionamiento diario de los comedores.

Francisco Toledo señaló que la recepción de donativos se cierra en parte porque el flujo de donaciones ha disminuido a dos meses del desastre. Otra razón es porque se ha complicado el almacenaje. En Juchitán ya no tenemos bodega y la que tenemos en Oaxaca la vamos a tener que desalojar. Y una tercera razón: Necesitamos detenernos un momento, tomar aire, dejar descansar a los voluntarios. Somos un equipo muy pequeño, mis hijas y unos cuantos más.

Quién sabe cuánto dure el dinero

Reconoció que la gente en la región está muy desesperada y no quiere que desaparezca la ayuda. Pero no sé por cuánto tiempo más pueda durar el dinero. Por eso decidimos gastar no sólo en comida sino en las otras cosas urgentes. Es decir, casa y trabajo.

Según los dos censos oficiales realizados después de los sismos, en el Istmo oaxaqueño hay al menos 63 mil viviendas colapsadas o dañadas. Son 800 mil las personas sin casa; de éstas, 50 mil sólo en Juchitán.

Toledo confía en que con los fondos recaudados por las dos fundaciones que encabeza se podría ayudar para la construcción, ya sea de vivienda tradicional o de material convencional.

Hasta hace poco tiempo, el artista había abogado fuertemente por aprovechar el proceso de reconstrucción para recuperar la arquitectura tradicional de la región. Ahora reconoce que la urgencia de levantar viviendas lo hace difícil. Primero, porque los materiales de construcción son más escasos y costosos. Como no están disponibles en lo inmediato, en muchos casos hay que fabricar las tejas y los ladrillos, tarda mucho más. Hemos hecho consultas, se han analizado proyectos. Y lo que la gente necesita es su techo ya, rápido y seguro.

Calcula que cada vivienda, de las más baratas, podría costar entre 300 y 400 mil pesos. Las ayudas oficiales están entregando montos de entre 25 mil hasta 100 mil pesos. Con los recursos de la organización de Toledo se podría cubrir el resto si se hacen compras de materiales al mayoreo. Otro problema que ha detectado es el del costo de la mano de obra. Ahora, como hay tanta reconstrucción, los albañiles están muy solicitados y están subiendo de precio. Antes se les pagaban 200, 300 pesos diarios. Ahora no bajan de 500. Además, tenemos que pensar en amueblar las casas, reponer las cosas perdidas, como estufas, camas, cable para electrificar y demás.

Una tercera etapa que quieren emprender es la reposición de talleres de trabajo, para que los damnificados recuperen sus fuentes de ingreso. El pequeño equipo de Toledo, con el que colaboran también artistas gráficos de distintas latitudes, proyecta reponer, en primer lugar, algunos talleres de bordado y textiles de las juchitecas y tehuanas, que son un motor de la economía local. El pintor piensa no sólo en los locales y las máquinas de coser, sino en los hilos, los colores e incluso nuevos diseños. Él mismo ya está trabajando en algunos modelos que puedan servir a las bordadoras.

Nuevo diseño para hornos

El segundo proyecto es el de las fábricas de totopos, tostada crujiente horneada que es la base de la alimentación de los istmeños. Son más de 20 mil mujeres en la región que se dedican a esta actividad. Centenares de hornos tradicionales fueron destruidos durante el sismo. Ahora hay que reponerlos. Pero estamos pensando en hacer algunas innovaciones tecnológicas para mejorar el horno tradicional, donde la mujer se apoya con la panza para sacar los totopos de las ollas que entran al horno. Eso es dañino. Vamos a fabricar hornos con un aislante para evitarlo. Ya tenemos a alguien trabajando en este nuevo diseño.

Por la cabeza de Toledo pasan muchos otros proyectos a futuro –como volver a poner de pie talleres de joyería, también con la colaboración de diseños de otros artistas– que pueden empujar este rubro y la microeconomía de la zona vuelva con el tiempo a encontrar su cauce.

Cuando concluya esta etapa de aplicación de los recursos donados por la sociedad mexicana a los istmeños por conducto de la convocatoria de Toledo, él –asegura– seguirá colaborando. No los voy a abandonar. Seguiré ayudando con lo que sé hacer, trabajando con grabados y diseños. Pero es muy cansado administrar el dinero ajeno. Además, es el Estado quien tiene mayor responsabilidad para cumplir con esas tareas.

Por último, el pintor agradeció a La Jornada por la ayuda que brindó al divulgar durante semanas la cuenta para la solidaridad con el Istmo. Sin ese gesto del periódico no lo hubiéramos logrado.