Opinión
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A desmantelar el imperio
C

uando el presidente Trump Let’s make America great again, que fue uno de los lemas de su campaña electoral y que se ha convertido en una especie de mantra para el electorado republicano, una se pregunta a qué se refiere, porque la verdad es que nunca ha precisado cuál es el momento implícito en la palabra again, otra vez. ¿Será al país de Theodore Roosevelt que a finales del siglo XIX adquirió un imperio en Asia a costa de los españoles? O ¿es el país victorioso en 1945, anterior a los derechos civiles, que extendió presencia y poder a todo el planeta? No queda claro, porque en esos periodos gloriosos Estados Unidos fue todo menos aislacionista. Ahora, en cambio, el aislacionismo está en el corazón de la propuesta del presidente Trump.

Como prueba de que esa postura no era sólo un discurso de campaña, tan pronto como llegó al poder, Donald Trump, el antiguo corredor de bienes raíces, denunció el acuerdo transpacífico de liberalización comercial, poco después hizo lo mismo con el acuerdo de París sobre calentamiento global. Hace unas semanas se anunció que Estados Unidos abandonaba la Unesco, y quién sabe cuántos acuerdos más serán rescindidos y de cuántos foros multilaterales más habrá de separarse Estados Unidos a pesar de que los haya impulsado o incluso creado.

El presidente Trump parece creer que su país era más feliz cuando no tenía compromisos internacionales. Si ése es el caso, creo que anda bastante desencaminado porque Estados Unidos se hizo grande cuando extendió su presencia en el mundo, y uno de los recursos que apoyó este despliegue fue la creación de una amplia red de instituciones internacionales mediante las cuales ejerció el poder que se derivaba de una indiscutible superioridad militar y económica. Las decisiones del presidente Trump relativas a alianzas y organismos internacionales parecen conducir al desmantelamiento de esa red, un efecto que equivaldría al fin del orden internacional liberal creado entre 1944 y 1945, por el presidente Franklin D. Roosevelt –con el apoyo de Winston Churchill–, con base en instituciones como Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos, el Fondo Monetario Internacional, entre muchas otras.

Aún antes de que sepamos adónde conducen las decisiones del presidente Trump, el repliegue del poderío estadunidense puede ser tremendamente desestabilizador, primeramente porque no es muy clara la dirección que lleva. Hoy, la política exterior del gobierno estadunidense es una fuente de incertidumbre, en primer lugar para sus aliados.

La edición de septiembre de la revista Foreign Affairs que publica el Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, ofrece un amplio recorrido de las reacciones que el presidente Trump ha provocado entre los aliados tradicionales de su país: Francia, Alemania, el Reino Unido, Japón, Australia, Canadá y México. También examina el impacto de la propuesta del estadunidense en cada caso, y apunta información básica sobre cómo se ven afectados los intereses de cada uno de estos países.

Todos, a excepción de México, parecen reconocer que Estados Unidos ha dejado un vacío de liderazgo que Francia intentará ocupar, Alemania rehúye y Gran Bretaña ni siquiera considera dada la debilidad en la que se encuentra. Sin embargo, el hecho de que ninguno de estos aliados posea poder militar, ya no digamos que se aproxime siquiera al ruso que controla Vladimir Putin, le resta posibilidades a cualquier aspirante que pretenda sustituir a Estados Unidos. Este desequilibrio acentúa la incertidumbre entre los europeos.

El texto sobre México es de Shannon K. O’Neill. No es optimista, más bien revela la misma incertidumbre que en este momento nos tiene a todos paralizados. Como consolación propone que se sostenga y consolide una política de acercamiento bilateral pero en el nivel municipal y estatal para darle la vuelta a la antipatía que el presidenteTrump nos ha manifestado.La verdad es que la autora hubiera podido rematar su artículo con uno de los principios de Tucídides: Los fuertes hacen lo que quieren, los débiles sufren lo que es menester.