Opinión
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Ciudad Perdida

Las lecciones tras el sismo

Liderazgos medrosos

Se avizora escasa votación

L

as lecciones que ha dejado el sismo del 19 de septiembre también tienen que ver con lo político, y son alarmantes.

La primera, la más lamentable, es el miedo de los liderazgos a enfrentar a la gente, el temor al rechazo porque se sabe que lo que se ha hecho no alcanza para evitar la condena pública, y prefieren enfrentar las encuestas que admitir, cara a cara, en las calles, la calificación que se ha otorgado a su trabajo.

Otra, cancela la posibilidad de un futuro mejor en lo inmediato. Nos referimos a la falta muy dolorosa de liderazgos emergentes. Hasta hoy no se han detectado nuevas organizaciones sociales, como las que sucedieron al terremoto de 1985; liderazgos algunos que hasta hoy han sobrevivido y han marcado rumbos al quehacer político en el país.

No obstante, tal vez la desaparición de las fronteras ideológicas, y con ello la falta de acciones que den sentido al quehacer, y la imposición de la gestión como recurso único de las organizaciones partidistas, se han conjugado para desertificar, para convertir en un yermo lo que fue el campo político que, dadas esas circunstancias, está impedido a crear las nuevas dirigencias que cambien el rumbo en el país.

Y si bien es cierto que la ausencia de las organizaciones políticas, es decir, los partidos, no significó nada en términos de la organización que se creó a partir de la urgencia, y que encabezó la ciudadanía, también lo es que esos partidos tenían la obligación –se les acusara de lo que se les acusara–, de acompañar a su militancia, de sumarse a las tareas de rescate en silencio, pero con su bandera, porque si no es para eso, entonces, ¿para qué sirven?

Hoy se tiene un frente al que se ha llamado ciudadano, que no supo, que no sabe cómo entrelazarse con la gente, y que después de su ausencia, de su imposibilidad de reaccionar frente a un hecho que requería de la presencia de todos –nadie ni nada estaba de más– tendría que estar fuera de la competencia, y no sólo este frente, al que nos referimos por la audacia de concebirse como ciudadano, sino a todas las organizaciones partidistas.

Las autoridades electorales deberán tener muy claro que en las próximas elecciones el voto habrá de ser escaso, y tendrán que decir a la ciudadanía que los partidos políticos y su comportamiento serán los culpables de que la gente se ausente de las urnas. Que no esperen que la ciudadanía apruebe a uno u otro candidato después de lo que ha ocurrido. Esta vez, estamos seguros, no habrá perdón.

De pasadita

Ya es tiempo de definiciones y en el PRD, aunque usted no lo crea, no hay nada escrito sobre quién será el candidato o candidata a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. El chuchismo, siempre oportuno, ha hecho girar su brújula y según nos cuentan está empujando la candidatura de Ricardo Monreal Ávila, y ya le dio la espalda a Alejandra Barrales, quien, tal vez por suerte para ella, podrá quitarse de encima toda la mala fama y el desprestigio de los chuchos, que habían prometido cobijarla.

De cualquier forma, Barrales sabía, porque la experiencia política así se lo había marcado, que las traiciones eran la acción más recurrente de ese grupo, y desde siempre supo que la daga estaba en su espalda. Así las cosas, el caso es que Monreal será el candidato de la traición, y de los chuchos, y eso quiere decir mucho en estos tiempos tan agitados.

Sin duda faltan muchas cosas por ver, pero dentro de unos días las cartas estarán abiertas y sobre la mesa, y eso será el lápiz que escriba esa historia.