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La Academia Sueca optaría por un escritor ortodoxo, se dice en cenáculos de críticos y cafés

El dilema post-Dylan marca la elección del Nobel de Literatura

Margaret Atwood, Ngugi wa Thiong’o, Adonis y Claudio Magris, nombres recurrentes en las apuestas del premio

Este año se reconocerá a un ensayista o novelista europeo, estima periodista

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De izquierda a derecha, en la parte superior, Margaret Atwood (Canadá), António Lobo Antunes (Portugal) y Amos Oz (Israel); sobre estas líneas, Ngugi wa Thiong’o (Kenia), quienes figuran en una larga e incierta lista de candidatos al máximo galardón de las letras, que mañana se falla en Estocolmo
 
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de octubre de 2017, p. 3

Estocolmo.

¿A quién darán el Nobel de Literatura, después de Bob Dylan? Aunque a la Academia Sueca le gusta sorprender al mundo con su elección para este premio, este año, preocupada por su reputación, parece dispuesta a optar por un fallo más tradicional.

En los cenáculos de los críticos y en los cafés no se oye otra cosa, para suceder al trovador de Minnesota, cuyo galardón en 2016 costó duras críticas a los guardianes del templo Nobel; se optará por una elección de consenso, que se hará pública este jueves.

La Academia es en realidad una sociedad muy discreta y no debemos esperar nada sensacional este año, considera Clemens Poellinger, crítico literario del diario Svenska Dagbladet.

Tras Gao Xingjian en 2000 y Mo Yan en 2012, un escritor en lengua china, Yan Lianke –reconocido con el premio Franz Kafka en 2014, como otros Nobel (Elfriede Jelinek) o nobeles en potencia (Philip Roth, Amos Oz, Haruki Murakami, Claudio Magris)– se perfila como favorito.

En una lista tan larga como incierta figuran nombres recurrentes, como los del keniano Ngugi wa Thiong’o, la canadiense Margaret Atwood, el franco-libanés de origen sirio Adonis o el mencionado Magris, italiano.

El premio a Dylan, quien tardó varias semanas en reaccionar y no acudió a la ceremonia de entrega en Estocolmo, hizo correr ríos de tinta, por lo que los 18 académicos este año probablemente se decanten por un literato más ortodoxo.

Lo que ocurrió el año pasado fue verdaderamente particular. Creo que este año tendremos un novelista o un ensayista, oriundo de Europa. Exactamente lo contrario de Bob Dylan, vaticina Björn Wiman, director de las páginas de cultura del diario Dagens Nyheter.

El portugués António Lobo Antunes y el albanés Ismail Kadaré tendrían muchas posibilidades, según Wiman: “Podríamos decir que ‘por supuesto, merecían el premio, no hay nada que objetar”’.

Aun así, el galardón también podría acabar en manos de Atwood, cuya novela El cuento de la criada fue adaptada con éxito para la televisión; o de Ngugi wa Thiong’o, favorito en las páginas de apuestas por Internet. Eso, claro está, si la Academia no premia a un perfecto desconocido.

Bola de cristal

Cada año, en febrero, la Academia elabora una lista de las candidaturas presentadas por los personajes habilitados para ello (antiguos premiados, profesores, etcétera) y en mayo la reduce a cinco nombres, quienes estudian durante el verano antes de decidirse.

Los círculos literarios suecos tratan, mal que bien, de estudiar minuciosamente las últimas tendencias, con la finalidad de esbozar el perfil del potencial ganador.

Conforme al espíritu del testamento de Alfred Nobel, tiene que ser alguien que trate sobre cuestiones universales, alguien que nos haga reflexionar sobre nosotros, dijo la editora Elisabeth Grate.

De los 113 premiados hasta ahora, sólo 14 fueron mujeres. Pero para Wiman, eso no significa necesariamente que este año se lo lleve una mujer. La Academia se cansa de repetir que no considera ni los orígenes ni el sexo a la hora de atribuir el galardón.

‘‘Apuesto por un hombre de entre 70 y 80 años, escritor de numerosas novelas”, profetiza Clemens Poellinger.

En la gran librería Hedengrens, de Estocolmo, el propietario, Nicklas Björkholm, destaca las obras de potenciales premiados, como el español Javier Marías, los estadunidenses Joan Didion o Don DeLillo, la polaca Olga Tokarczuk o el israelí David Grossmann.

Su favorito es el poeta coreano Ko Un pues, asegura, ha llegado el momento de premiar a alguien no anglófono y asiático.

Cada crítico tiene su favorito y cada Nobel su mordaz detractor. Llegados a este punto, ¿por qué no fiarse de los astros?, ¿de las cartas?, ¿de las bolas de cristal?

El tarot de Zanna, una echadora de cartas consultada por Afp, saca a relucir el nombre de Yan Lianke. ¡Está claro, todo encaja!, exclama.

Alexievich y Dylan, atípicos

Cuando Alfred Nobel creó el premio de literatura en su nombre, quizás pudo haberse beneficiado de un editor. La intención del galardón aparece tentadoramente vaga en su testamento, lo que hace que el honor literario sea uno de los más debatidos y entretenidos de los Nobel.

El industrial sueco dijo desear que el galardón reconociera a la persona que ha producido en el campo de la literatura la obra más destacada en una dirección ideal.

Sólo cinco países han recibido casi la mitad de los premios de literatura desde 1901: Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Suecia.

¿Qué cuenta como literatura?

En 2015 y 2016, el premio fue para escritores fuera del convencionalismo literario de novela y poesía. Los libros de Svetlana Alexievich son reportajes sociopolíticos artísticos, y se puede decir que las letras de Dylan tienen más poder en la canción que en el papel.

Si la Academia está resuelta a ser aventurera, podría considerar otras formas de arte como literatura. Las novelas gráficas, por ejemplo, se han construido con el peso moral y el poder imaginativo a considerarse literatura que va más allá del entretenimiento.

Un premio Nobel para las novelas gráficas no parece para nada irracional, dijo a Afp Gabriel Winslow-Yost, editor en el New York Review of Books.

Como Alexievich, algunos de los mejores caricaturistas estadunidenses de las dos anteriores generaciones han estado preocupados por los efectos de las fuerzas políticas de gran escala sobre las vidas de individuos particulares; es así con Art Spielgelman, con Chris Ware y Dan Clowes, opinó.

Y si las letras de las canciones de Dylan cuentan como literatura, ¿podrían premiarse libretos de ópera?

Stephen Wadsworth, director de estudios operísticos en la Escuela Juilliard y autor de un libreto, dijo que puede concebir la idea de que el galardón recaiga en un autor cuyo trabajo haya sido adaptado a la ópera, y notó que la obra de Maurice Maeterlinck, Pelléas and Mélisande, sirvió de base de la famosa ópera de Debussy.

Probablemente hay algunos libretistas que van a decir que deberían recibir el premio Nobel, pero estarían equivocados, añadió.

Los presuntos favoritos

Ngugi wa Thiong’o encabeza las listas de muchos corredores de apuestas, seguido por el perenne favorito, Haruki Murakami.

Otro nombre que vería sus posibilidades enturbiadas por su popularidad: “Tuvimos que cortar las probabilidades de Margaret Atwood... luego de que The Handmaid’s Tale ganó el Emmy la semana pasada”, dijo Alex Apati, de la casa de apuestas británica Ladbrokes, en un correo electrónico.