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El desafío catalán
Contundente a la independencia en Cataluña

El consejero de la Presidencia, Jordi Turull, señala que 90% votó en favor

Indignación por la represión policiaca durante la jornada electoral

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Pese al despliegue de los más de 10 mil agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil se logró que 90 por ciento de las mesas electorales funcionara con normalidadFoto Afp
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El operativo policiaco ordenado por el gobierno español del derechista Mariano Rajoy dejó 844 heridos, dos de los cuales se reportan gravesFoto Ap
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Para proteger los centros electorales, la ciudadanía se organizó en comités de resistencia pacíficaFoto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 2 de octubre de 2017, p. 4

Barcelona.

Cataluña vivió ayer una jornada histórica en la que hubo duelo e indignación por la represión policiaca, pero también ilusión y júbilo, al imponerse el sí en el referendo sobre la idependencia, con 90 por ciento de votos favorables y 7.8 en contra.

El saldo del operativo policial ordenado por el gobierno español del derechista Mariano Rajoy dejó 844 heridos, dos graves y muchos atendidos con ataques de ansiedad y con irritaciones por el uso de gases lacrimógenos, además de escenas de pánico en todos los puntos de la región por la violencia de los agentes antidisturbios enviados desde todos los puntos del país.

Pese a que el referendo se celebró con muchas dificultades, el gobierno anunció que se escrutaron 2 millones 262 mil 424 papeletas no requisadas que se pudieron contabilizar.

El consejero de la Presidencia, Jordi Turull, informó pasada la medianoche que el obtuvo 2 millones 20 mil 144 votos, 90 por ciento; el no logró 176 mil 586 sufragios, 0.89 por ciento, y faltaban unos 15 mil votos por contabilizar.

Los sufragios escrutados representan 42 por ciento del censo electoral, que asciende a 5 millones 400 mil ciudadanos.

Turull señaló que entre el sabotaje electrónico, el robo de urnas por parte de la policía española y el cierre de alrededor de 400 colegios electorales se hurtó el voto de unos 770 mil ciudadanos.

Cifró en 40 mil las papeletas robadas por la policía durante la represión y la confiscación de las urnas. Además informó que pese al despliegue de los más de 10 mil agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil en todo el territorio se logró que 90 por ciento de las mesas electorales funcionara con normalidad.

La ciudadanía fue preguntada: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de república?, y la inmensa mayoría de los que participaron en la votación dijeron que sí.

Los partidos de la oposición y que defienden la unión con España ni siquiera hicieron campaña y llamaron a sus simpatizantes y militantes a no acudir a las urnas.

Por todo ello, la celebración del referendo no se desarrolló en los cauces normales, ni siquiera en los parámetros en los que se desarrolló la consulta ciudadana celebrada en Cataluña el 9 de noviembre de 2014 por esta misma cuestión y que entonces movilizó a 3 millones de personas. La espada de Damocles de la prohibición de la consulta decretada por el Tribunal Constitucional (TC) llevó a decenas de miles de ciudadanos a movilizarse y a resistir en los centros electorales para impedir el cierre y la toma de las mesas electorales por parte de la policía. Y se logró en la mayoría de los llamados colegios electorales, con la excepción de los cerca de 400 que fueron controlados por la policía, alrededor de 100 de forma violenta.

Para proteger los centros electorales, la ciudadanía se organizó en brigadas y comités de resistencia pacífica que estaban formando por jóvenes, algunos de ellos menores de edad, padres de familia, abuelas y abuelos, que tenían la encomienda de resguardar los centros de votación para impedir la entrada de la policía y proteger así el ejercicio del voto. Y se encerraron desde el pasado viernes por la tarde, muchos con sus hijos y haciendo juegos y actividades lúdicas.

El primer operativo violento de la policía española se llevó a cabo en la localidad de Sant Juliá de Ramis, en la provincia de Girona, y donde estaba previsto que votara el presidente catalán, Carles Puigdemont. Los agentes de la Guardia Civil rompieron con empujones, golpes y patadas la barrera formada por los ciudadanos, que finalmente se concentraron pacíficamente a las puertas del centro mientras eran testigos de los destrozos que provocaron los policías al interior del colegio en su búsqueda de las urnas y las papeletas.

El presidente catalán finalmente sufragó en otro sitio, ya que una hora antes de la apertura de los colegios su gobierno activó el llamado censo universal con el que cualquier ciudadano podía votar en cualquier mesa y todo estaba controlado por un sistema electrónico para evitar el fraude del voto duplicado.

Algunas de las escenas más violentas se registraron en Barcelona. En el colegio Ramon Llull, una anciana fue golpeada en la cabeza, lo que le provocó un abundante sangrado, al tiempo que fueron golpeados varios ciudadanos, hombres y mujeres que formaban parte de la comunidad de padres del colegio.

Una de las víctimas del operativo en la escuela Ramon Llull explicó que “nos quitaban objetos personales para que nos levantáramos: bolsas, carteras... A mí me han quitado las gafas y, como no me movía, las han acabado rompiendo de un pisotón. Ha sido una escena muy lamentable, mi hermano ha acabado yendo al hospital…”

Neus, una joven víctima de la operación policial en el Instituto Jaume Balmes, también en Barcelona, explicó a La Jornada que la policía ni siquiera medió palabra cuando nos quitaron de en medio a empujones y con amenazas e insultos. Tenían los ojos inyectados en sangre y odio, y cuando entraron a la escuela rompieron objetos con una violencia que yo nunca había visto.

Una de las víctimas de la represión que más indignación provocó fue Marta Torrecillas, una joven de aproximadamente 20 años: Me han roto los dedos de la mano uno a uno, mientras se reían de mí, me insultaban y me manoseaban las tetas, narró.

También está el testimonio de Marta y su pareja Josep, ambos de 47 años, que estaban en la escuela Pere Vila, de Barcelona, y de repente Marta fue empujada desde arriba de unas escaleras y se precipitó hacia abajo, mientras su marido era agredido con una patada voladora.

El historiador mexicano José María Murià se encontraba en Cataluña y fue testigo de la brutalidad policial en al menos dos localidades de la región. Primero en Girona, donde, según contó, llegaron a lo que paradójicamente se llamaba la Plaza de la Constitución y sin venir a cuento empezaron a golpear a la gente hasta entrar al colegio y tomar el control de la votación y suspenderla. Y, unas horas después, se trasladó a Aguaviva, también en la provincia de Girona, donde se registró uno de los ataques más violentos: la policía utilizó gases lacrimógenos, balas de goma y arremetió con dureza a macanazos contra los ciudadanos concentrados.

Pero a pesar de la represión, la Generalitat sostuvo que el referendo fue un éxito, gracias a la resistencia pacífica de la ciudadanía, que permitió que funcionaran de forma normal algo menos de 90 por ciento de los colegios electorales y que al final la mayoría de la gente que quería votar lo pudo hacer, con más dificultades que en otros procesos, pero que dadas las circunstancias fue gracias a la resistencia ciudadana, según el ministro de la Presidencia, Jordi Turull.

Y ahora, con estos resultados en la mano, los miembros del gobierno catalán anunciaron que presentarán en los próximos días el informe oficial ante el Parlamento de Cataluña para que desde ahí se den los siguientes pasos para declarar la independencia unilateral y que entre en vigor la ley de transitoriedad o de desconexión del Estado español.