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19/S: El dolor y la esperanza

Ricardo, de seis años, ya quiere volver a su casa, pero quedó inhabitable

Miedo y dudas marcan los días de niños que viven en albergues

Cuando su mamá fue por él a la escuela, Matías estaba muy nervioso

 
Periódico La Jornada
Viernes 29 de septiembre de 2017, p. 18

Aunque Ricardo, de seis años, dice que se siente bien, su mamá, Gladdys, sabe que no es completamente cierto. Ambos viven desde el sábado pasado en el albergue instalado en el Instituto Condesa y cada mañana su hijo le pregunta: ¿cuándo vamos a regresar a la casa?, pero su antiguo hogar ya es inhabitable.

También el cuestionamiento: ¿por qué tienen que vivir ahí? es a diario. A éstas se suman otras interrogantes que Gladdys debe ir sorteando, como ¿por qué el agua de ese lugar es más fría que la que sale en su casa? Ricardo recibe explicación a cada una, a pesar de que no lo comprende mucho, pero no se puede remediar eso, dijo su mamá en entrevista.

Cuando Gladdys fue por él a la escuela, tras el sismo, lo encontró abrazando a sus amigas que lloraban. Previo a este hecho, Ricardo era un niño hiperactivo, pero ahora se ha comportado muy quieto, siempre cerca de su mamá, pero también en constante “estado de alerta. A mí niño lo trató una sicóloga infantil y me dijo que era normal ese comportamiento.

Matías, de siete años, ha estado rebelde después del temblor. Su mamá, Tania, lo llama y no hace caso, o quiere estar corriendo, haciendo muchas cosas y llamando la atención. Siento que no ha sacado lo que sintió en ese momento.

Cuando el día 19 fue por él a la escuela lo encontró llorando y se notaba muy nervioso. Sigue asustado. A veces no se quiere meter a bañar, porque piensa en el sismo y pregunta qué pasa si lo agarra el temblor en el baño, o cuando debemos ir a algún lado me pide que no lo lleve en Metro. Llora.

Para Tania, la situación de su hijo es un extra en las preocupaciones, pero a pesar de ello tiene que estar en calma, porque si los niños nos ven alteradas se ponen igual, mencionó. También confía en que hablando con Matías poco a poco exprese sus emociones.

Matías y Ricardo se conocieron en la escuela y ahora ambos se encuentran en un albergue. En su estancia, dijeron, han conocido a más niños. En el momento de la entrevista se encontraban entretenidos inflando globos.

Mauro, de ocho años, no quería regresar al departamento donde vive, en la colonia Del Valle: se sentía más seguro en el albergue que abrió el Centro Universitario México. Su familia es de Tabasco y nunca antes habían sentido un temblor tan fuerte.

Sin embargo, pese a su insistencia de mejor quedarse más tiempo con los otros niños y con los juguetes, regresaron a su hogar la semana pasada. Su mamá, Flor, reconoció que su hijo sigue temeroso, por lo que acordó con su esposo llevarlo a terapia; espera que pronto regrese a clases y su comportamiento se normalice.

Aunque no en la misma cantidad, en los albergues continúa la recepción de ropa, juguetes y alimentos para niños, pero el llamado de los encargados sigue siendo que la ayuda no se detenga, pues a pesar de que algunos centros cerrarán, como el Instituto Condesa, que estará habilitado hasta el viernes, los que se encuentran en los deportivos delegacionales seguirán operando al menos un par de meses más.