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Netanyahu, el genocida, visitante ilustre de Buenos Aires
¿C

uán acertado es calificar a Donald Trump como el jefe de Estado más irracional del mundo contemporáneo? Algunos, así lo creen. Y otros opinan que Benjamin Netanyahu (primer ministro de la entidad ilegal que ocupa Palestina usurpando el nombre de Israel), le lleva algo de ventaja.

Por consiguiente… ¿a qué tipo de ética racional (o dosis mínima de respeto a sus electores) obedecieron los que en la legislatura de la ciudad de Buenos Aires nombraron visitante ilustre al máximo verdugo de Gaza y Cisjordania, con motivo de su estadía el 12 y 13 de septiembre próximo?

Loquísimo nombramiento que fue precedido del vergonzoso respaldo de la Organización de Estados Americanos. A finales de agosto, el secretario general del ministerio de colonias, Luis Almagro, visitó Tel Aviv, donde manifestó que “…los pueblos latinoamericanos tenemos los mismos principios y valores de respeto a la democracia y los derechos humanos que Israel… un país normal, progresista y moderno” (sic).

Sin embargo, el país normal al que se refiere Almagro, es el mismo que a inicios de 2016 no vio el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, durante su cuarta visita a Gaza, oportunidad en la que calificó el bloqueo a la franja como castigo colectivo que alimenta la violencia. Y tampoco el señalado por el Consejo de Seguridad de la ONU el 23 de diciembre pasado, condenando de flagrante la violación de las leyes internacionales en los asentamientos judíos de los territorios ocupados.

Ni, para remate, el país que el mismísimo Donald Trump tenía en mente en febrero, cuando señaló al diario Israel Hajomn que la construcción de asentamientos en Cisjordania no ayuda al proceso de paz en Medio Oriente (agencias, 11/2/17).

En pocas palabras, Almagro se pasó por el arco de triunfo el declarado nacionalismo étnico y religioso excluyente de la entidad sionista colonial, la ocupación del territorio palestino, y la práctica del apartheid ejerce a despecho de las resoluciones de la ONU, incluyendo la Corte Internacional de Justicia, y el Consejo de Seguridad.

En suma, el país que apoya y fomenta regímenes reaccionarios, dictaduras y conspiraciones terroristas de bandera falsa, esparce por el mundo sus compañías especializadas en técnicas de tortura y represión, otorga becas de estudios y diseña programas académicos sionistas, y vende su sistema tecnológico de vigilancia. Por ejemplo, la construcción del muro entre México y Estados Unidos.

Macri y Netanyahu guardaban vínculos desde mucho antes de enero de 2016, cuando a pocas semanas de asumir la presidencia se cruzaron en el Foro Económico Mundial de Davos, encuentro en el que acordaron, entre otros asuntos, que Argentina debía pagar al contado su deuda con los fondos buitres de Wall Street, fortalecer la cooperación israelí tecnología de inteligencia, seguridad y defensa, y redoblar la ofensiva político-judicial la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, acusada, subrepticiamente, de la muerte del fiscal Alberto Nisman, agente de la CIA y el Mossad.

En marzo del mismo año, en Miami, el diputado Waldo Wolff (una de las espadas de Macri), participó en el 21 encuentro de parlamentarios judíos de América Latina y el Caribe, patrocinado por la Fundación Alianza por Israel, organización ligada a la derecha del Partido Republicano. Y luego, pasó a integrar la Comisión Bicameral de Seguimiento de Temáticas de Seguridad Interior en el Congreso argentino.

Así, en un abrir y cerrar de ojos, 16 empresas israelíes desembarcaron en Buenos Aires, con el propósito de ofrecer a las fuerzas policiales drones, globos, dispositivos sensibles e instrumentos de lucha contra el ciberterrorismo, y Argentina se convirtió en el perro más fiel del sionismo en América Latina.

El 16 de mayo pasado, Wolff difundió públicamente una carta en la que compara al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con Adolfo Hitler, e invita a declararle la guerra al chavismo “…como hizo Churchill en la época de la Segunda Guerra Mundial, contra el nazismo”. Y el 5 de julio, participó en una manifestación en Buenos Aires, junto al venezolano Ernesto Humberto Tinoco Egui, quien se autotitula del partido Voluntad Popular, el mismo que encabeza el golpista Leopoldo López.

En ese clima de degradación ideológica y política, la presencia del visitante ilustre en Buenos Aires promete ser algo movida. Sergio Ortiz, dirigente político del Partido de la Liberación, presentó una denuncia penal contra Netanyahu en la justicia federal de Córdoba, “…por crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, cometidos en Gaza en 2014”.

Ortiz solicita al juez tomar declaración e indagatoria al primer ministro, sugiriendo que “…se lo podría citar con suficiente antelación, vía cancillería, para que concurra a declarar en la sede de la Procuraduría General de la Nación, o bien en la misma embajada de Israel en Buenos Aires… para que le lean los cargos y pueda ejercer –si así lo desea– su derecho a descargar y dar explicaciones frente a tan graves acusaciones”.