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Hay muy poco positivo en la era del cardenal Rivera

Lo más probable es que se mantenga en su cargo hasta 2018

Católico militante, Bernardo Barranco reflexiona sobre la Iglesia, no con el ánimo de un talibán del laicismo, sino como un privilegiado testigo de los entretelones del poder. Encuentra en el cardenal primado un actor ideológico y político que durante décadas ha jugado roles muy trascendentes

 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de agosto de 2017, p. 12

Un reciente despacho de Notimex, desde Roma, reportó que el relevo del cardenal Norberto Rivera –posible desde su cumpleaños 75– demoraría largos meses porque, entre otras cosas, implica consultas con un buen número de actores en México.

A Bernardo Barranco, articulista de La Jornada, no le sorprende el despacho porque, dice, desde los tiempos de Vicente Fox, la corresponsalía de la agencia de noticias del Estado mexicano está en manos de Andrés Beltramo, miembro de El Yunque y muy cercano a Norberto Rivera desde el lado de la derecha. De ahí que hay que tomar con precauciones esa información, que está sesgada por el interés del cardenal.

Economista, sociólogo y católico militante, Barranco ha dedicado largos años al análisis de las religiones, y particularmente a los entretelones del poder de la jerarquía de la Iglesia con mayor presencia en nuestro país.

Examen a una trayectoria de más de dos décadas

Fruto de esos empeños es su libro más reciente, en el que figura como coordinador: Norberto Rivera, el pastor del poder (Grijalbo), obra que reúne textos de periodistas y analistas que examinan la trayectoria de quien ha encabezado por más de dos décadas la Arquidiócesis de México.

Más allá de los deseos del cardenal, hay algunos indicios de que Rivera prepara su salida mientras debe dedicar algún tiempo a defenderse de la acusación de ser un encubridor de sacerdotes pederastas, una investigación a cargo de la Procuraduría General de la República (PGR).

En todo caso, las reglas de la institución más vieja del mundo no dejan lugar a especulaciones: la decisión sobre la aceptación de la renuncia de Rivera, obligada al cumplir los 75 años de edad, corresponde solamente al obispo de Roma.

Dados los antecedentes, que Barranco resume adelante, se esperaría un retiro rápido del personaje que se ha ganado motes como Perverto Rivera y El Cavernal. El Papa no comulga con Rivera. Fue clarísimo en su discurso en la Catedral de Ciudad de México (febrero de 2016). Uno podría suponer que el relevo se daría pronto, como sucedió con Sergio Méndez Arceo o Samuel Ruiz, puesto que Juan Pablo II no comulgaba con ellos.

Barranco introduce un matiz: Rivera tiene más peso que los obispos mencionados, pues se trata de un cardenal primado, con quien hay que tener ciertas deferencias. El experto pone como ejemplo el caso del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien permaneció tres años más en el cargo, pues pidió tiempo para seguir buscando fondos para el Templo de los Mártires Cristeros (su obsesión era que tal templo fuese de mayor altura que la sede de la Iglesia de la Luz del Mundo, también ubicada en Guadalajara).

Rivera, además, sigue siendo un personaje con peso, sobre todo a escala internacional, porque hasta que no cumpla 80 años no deja de ser elector (en la sucesión papal) y eso es un voto, cuenta. Además, el cardenal, nacido humilde en el estado de Durango, cuenta con el respaldo de “los sectores más conservadores que están enfrentando abiertamente al Papa.

Podemos suponer que (el Papa) lo aguantará hasta terminado el proceso electoral (de 2018). Ojalá me equivoque, pero creo sería hasta que las cosas se reacomoden en México.

Guste o no, explica Barranco, el cardenal sigue teniendo un peso importante entre las élites de poder de este país y seguramente es él quien, en el fragor de la contienda electoral va a defender con más fuerza los intereses y la agenda de la Iglesia católica.

En esa área, Rivera ya ha mostrado cierta efectividad, con su llamado a una suerte de voto de castigo por los matrimonios igualitarios y con las marchas de la ultraderecha que respaldó.

Si se suma que el nuncio Franco Coppola lleva apenas unos meses y se está acomodando, así como que los otros cardenales son más bien tibios, pues resulta que Rivera tiene cierto peso de gravitación en el escenario político.

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Bernardo Barranco sostiene, al hablar del libro Norberto Rivera: el pastor del poder, que el encubrimiento de religiosos pederastas es sólo uno de los renglones oscuros del cardenal. También están las versiones sobre su gran riqueza, además de que circulan muchos rumores de que tiene hijosFoto Luis Humberto González

–En alguna parte del libro refiere los renglones chuecos de Dios en la obra del cardenal. ¿No hubo ni un renglón derecho?

–Hay muy poco de positivo. Hay más sacerdotes y seminaristas, probablemente las finanzas sean más saludables que las que dejó (Ernesto) Corripio. Pero es muy raquítico si uno le quiere rascar lo positivo. Hay una caída de católicos que es el doble de la escala nacional. El ascenso en Ciudad de México de los nuevos movimientos religiosos es muy impactante. En su periodo como nunca se dio la expansión de un culto popular como es la Santa Muerte. Y otro es el gran fracaso de la apuesta que hizo con la santificación de Juan Diego.

Cuando se sepa todo sobre el cardenal

Alberto Athié abre su colaboración con una frase que atribuye al ex nuncio Giuseppe Bertello (en un diálogo con Antonio Roqueñí): El día que sepa todo sobre el cardenal Rivera, el caso Maciel se quedará corto.

Afirma Barranco: Esa frase pone los pelos de punta y la dice nada menos que Bertello, uno de los grandes cardenales que están reformando la Iglesia apoyando a Francisco.

El encubrimiento de religiosos pederastas es sólo uno de los renglones oscuros del cardenal. También están las versiones sobre su gran riqueza, además de que circulan muchos rumores de que el cardenal tiene hijos, de que lo rodea un círculo de colaboradores que son homosexuales al tiempo que en público son muy duros contra los homosexuales.

Por otro lado, Rivera encaja como pocos en el modelo de Iglesia de Juan Pablo II, uno que va contra el espíritu del Concilio Vaticano II. El trabajo de los teólogos de la liberación fue devastado, demolido, triturado, porque representaba una contaminación a la pureza doctrinal de la Iglesia.

Rivera formaba parte de ese engranaje demoledor desde que fue obispo de Tehuacán. Allá y en Ciudad de México reduce y acota a los curas progresistas y a congregaciones como los jesuitas y los dominicos. A contrapelo, se emparenta con los legionarios, defiende a muerte a Marcial Maciel, entra en simpatía con grupos como el Opus Dei o incluso con los núcleos empresariales del Yunque, con los cuales sigue manteniendo una relación muy estrecha.

El abandono del campo popular tiene entre sus consecuencias que el territorio de la Arquidiócesis se convierte en tierra fértil para el surgimiento de alternativas religiosas, de los movimientos pentecostales y neopentecostales, que deberían levantarle un monumento a Rivera, porque gracias a él en Ciudad de México han podido expandirse.

Favorito de los nuevos ricos

Es común ver al cardenal Rivera como un actor de primera línea en las revistas del corazón, tan del gusto de las élites mexicanas aunque, precisa Barranco, el prelado se retrata con los nuevos ricos, que a veces son más salvajes, más racistas y más excluyentes que las élites de antaño. Esos nuevos ricos son los que buscan tener a Rivera entre ellos, porque con él negocian perdones y prebendas espirituales, así como beneficios terrenales. Sin duda, afirma Barranco, las élites con las que Rivera se siente más confiado no son las de abolengo sino son las de los nuevos ricos.

En el libro que coordina, Barranco subraya el origen católico de los autores, para evitar que los textos sean vistos como obra de un talibán del laicismo. Lo hace, dice, porque Rivera y los suyos suelen presentarse como mártires a la hora de los debates que, una vez en ese terreno, se convierten en ferias de descalificaciones en temas como la despenalización del aborto, por ejemplo. Hugo Valdemar (vocero de la Arquidiócesis) siempre tiene una especie de tic cristero de que la Iglesia está siendo perseguida. Quise evitar esto y por eso digo que todos los autores somos católicos o de cultura católica.