Opinión
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Desde el Otro Lado

Cuál es el límite

E

n el contexto de los lamentables actos ocurridos en Charlottesville, Virginia, se abrió nuevamente la discusión sobre el alcance y los límites de la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que garantiza la libertad de expresión. Un artícu-lo publicado recientemente en la revista The Atlantic y el excelente documental de la revista Vice sobre lo sucedido en esa ciudad brindan una excelente oportunidad para encontrar las claves de esos límites.

El artículo de The Atlantic da cuenta de la creciente violencia de algunos grupos de izquierda conocidos como Antifa, abreviatura de Anti-Fascist Action, cuyas raíces se encuentran en los grupos de izquierda que combatían el fascismo en Alemania, España e Italia durante la Segunda Guerra Mundial. La versión moderna de Antifa en Estados Unidos se caracteriza por su oposición al racismo, la desregulación y el capitalismo global, porque representan un peligro mayor que el fascismo y el racismo, que han sido soterrados hasta hace meses. Resultado de la llegada de Trump a la presidencia, Antifa ha crecido exponencialmente, en respuesta a la permisividad y promoción de la ideología racista y fascista expresada por el mandatario y articulada por la agrupación Alt-right. Los grupos afiliados a Antifa llegaron a la conclusión de que el gobierno no tiene la intención ni la capacidad para oponerse a la promoción de la filosofía de Alt-right ni a los actos que organizan con ese fin. Con la ayuda de otras agrupaciones de izquierda, Antifa se ha propuesto boicotear la violencia fascista de éstos, incluso mediante la violencia o antiviolencia, como la denominan.

En el documental de Vice, uno de los líderes de las organizaciones fascistoides que propiciaron la zacapela en Charlottesville invocó su derecho a blandir públicamente esvásticas y otros símbolos racistas, amparado en la primera enmienda y equiparando esa garantía con la de la organización Antifa, que se ha opuesto a las manifestaciones de odio, como se pudo advertir en Charlottesville.

En ese contexto, es necesario establecer una clara diferencia entre los fines de unos y otros y evitar situarlos en el mismo plano, como absurdamente lo hizo Trump hace días. Más de un observador se ha preguntado si es válido que los fascistas de Alt-right se amparen en la primera enmienda para hacer ostentación pública de símbolos que recuerdan y representan el asesinato de millones de inocentes y el esclavismo haciendo alarde de esa aberrante inmoralidad. Juzgar con el mismo rasero a quienes combaten esa inmoralidad y a quienes se oponen a ella es también una aberración.