Opinión
Ver día anteriorViernes 4 de agosto de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La admirable campaña de Cristina
A

rriba de la tarima del estadio, cercada por el pueblo, fue arrimándose gente que llegaba a mostrar cómo sus vidas habían cambiado –mucho y para peor– sin su gobierno. Vestida de azul, con el fondo azul de la bandera, recordaba como Néstor y ella habían rescatado el país de la peor crisis de su historia.

Fue de la mano de ellos que Argentina prácticamente renació. No se recuperó gracias a los bancos, ni gracias a los medios, ni a los partidos de derecha. Fue gracias a la confianza que lograron hacer renacer en todos los argentinos, de hacer resurgir el potencial extraordinario del país, que fue posible la recuperación de una Argentina desecha por políticas de mercado, de especulación financiera, de euforia engañosa, de sometimiento carnal a la dominacion externa.

Hoy Cristina hace una campaña electoral admirable. Modestamente, recorre los lugares donde la gente vive, sufre, trabaja, para oírles, para conversar con ellos. Con el espíritu militante de los que luchan junto al pueblo, que saben que el destino de éste depende de que vuelvan a creer que el país es posible, que sólo se puede volver a tener empleo, sueldos, esperanza, confianza, orgullo, autoestima, si el país es lidereado por los que quieren al país, que tienen confianza en el pueblo, que saben que no hay alternativa que no sea uniendo y no dividendo al pueblo, juntando a la gente y no aislándola, hablando y oyendo y no sólo trasmitiendo consignas marqueteras.

Ya no los recibe en la Casa Rosada, donde los chicos le coreaban lindamente canciones de amor a ella, a Néstor y a Argentina, como nunca antes la casa de gobierno había vivido. Ya no les despide en la plaza llena como nunca había estado.

Ahora es también la Cristina atacada diariamente por los chacales de los medios, que buscan y rebuscan formas de producir rechazos, intentando hacer que la gente se olvide de todo lo que ha conquistado bajo su gobierno. Es necesario producir y reiterar la imagen de otra Cristina que nos abrazaba todos los días por donde caminaba.

No son tiempos fáciles, ni para Cristina ni para el pueblo argentino. Tiempos propicios para distintos tipos de oportunismo, desde el silencio de los que hacen como si no estuviera tanto en juego en Argentina, en el destino del pueblo. Como si el destino de todos no dependiera del destino de Cristina. Como si los ataques a ella no sean ataques a la democracia argentina, al derecho del pueblo argentino de decidir libremente su destino. Ausentes del debate y de la lucha política, como si todo lo que el país ha vivido en este siglo, desde su peor crisis a su gran rescate, no tuviera que ver con la vida de todos: trabajadores, médicos, intelectuales, profesores, gente de todo tipo.

La intensa lucha de ideas que se desarolla en Argentina es la gran lucha por la agenda fundamental del país. La crisis actual es resultado de los gastos excesivos de los gobiernos antineoliberales o es, al contrario, resultado de la restauracion liberal, que desarticula el Estado argentino, promueve la recesión y el desempleo, tira la gente al abandono y a la desesperación, multiplica por mil el endeudamiento del país, pone a Argentina de nuevo de rodillas frente a Estados Unidos, intenta desmoralizar el poder de lucha del pueblo, reprime sus manifestaciones, impone el poder de los medios monopólicos privados, rebaja la imagen del país en el mundo.

De esa lucha de ideas depende el futuro de Argentina. Nadie que tenga conciencia de cuanto ella importa para el destino del país, nadie que tenga el privilegio de vivir de las ideas, tiene el derecho de abstenerse, de dejar libremente que el monopolio cobarde de los medios se abata sobre la población desesperada por la pauperización accelerada que se abate de nuevo sobre Argentina.

Cristina hace una campaña militante, yendo de barrio a barrio, pasando por los lugares que habían recuperado el orgullo de ser argentinos, de pertenecer a un pueblo de luchas formidables, que había derrotado a la cruel dictadura militar, a los antinacionales gobiernos neoliberales y que ahora es convocado por Cristina para, de nuevo, revertir una brutal ofensiva sobre la patria. Su campaña es emocionante, es vibrante, toca el alma de los que sufren los ataques cotidianos de un gobierno de banqueros y de sus ejecutivos y voces.

Desde otras partes de América Latina, estamos con Cristina, con su gente, con su pueblo, con todos los que pelean por sus derechos, por la libertad de expresión y de organización, por la integración lationamericana, por el futuro de Argentina y de todo el continente.