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La gente lloraba y golpeaba dentro de la caja; el conductor los ignoró: sobreviviente

James Bradley, chofer del camión, sabía que el sistema de refrigeración no funcionaba
 
Periódico La Jornada
Martes 25 de julio de 2017, p. 4

San Antonio.

El interior del remolque estaba completamente oscuro, en él se apiñaban unos 90 migrantes, o más, y ya estaba caliente cuando salió de Laredo, Texas, para recorrer 240 kilómetros hacia el norte, a San Antonio.

No pasó mucho tiempo antes de que los pasajeros, quienes sudaban copiosamente por el creciente calor, comenzaran a rogar por agua. Los niños lloraban. La gente tomaba turnos para respirar a través de un hoyo. Golpearon la estructura y gritaron para llamar la atención del conductor. Luego comenzaron a desmayarse.

Para cuando el chofer se detuvo en un Walmart de San Antonio, alrededor de la medianoche del domingo y abrió la puerta, ocho personas estaban muertas y dos más fallecerían enseguida víctimas de un intento de traficar inmigrantes que salió terriblemente mal.

Los detalles del viaje fueron narrados el lunes por un sobreviviente que habló con Ap y en una denuncia penal contra el conductor, James Matthew Bradley Jr., quien podría enfrentarse a la pena de muerte por las 10 vidas perdidas. ‘‘Después de una hora escuchaba que lloraban, pedían agua. Y yo también sudaba. Toda la gente se desesperaba y después perdimos la conciencia’’, dijo Adán Lara Vega desde la cama de un hospital.

Bradley, de 60 años y originario de Florida, se presentó en la corte federal acusado de transportar a los migrantes para obtener ganancias resultantes en la muerte de personas. Se le ordenó presentarse el jueves para otra audiencia.

No llegó a un acuerdo de culpabilidad ni habló sobre lo sucedido, pero documentos oficiales indican que dijo a las autoridades que desconocía que hubiera personas en el interior del remolque hasta que se estacionó y salió a orinar.

Además de los muertos, otros 20 rescatados están en malas condiciones, muchos con deshidratación extrema y síntomas de insolación. Varias de las personas eran de México y Guatemala. Muchos de ellos habían contratado a traficantes de personas, quienes los pasaron a través de la frontera hacia Estados Unidos, los escondieron en casas y luego los pusieron a bordo del camión, según informes dados a los investigadores.

‘‘Aun cuando el conductor está detenido, les puedo garantizar que hay muchas más personas a las que buscaremos para llevarlas a tribunales’’, dijo Thomas Homan, director interino del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).

Foto
Flores y veladoras frente al Walmart de San AntonioFoto Ap

Bradley dijo a las autoridades que el camión había sido vendido y que lo trasladaba para su jefe de Iowa a Brownsville. Después de escuchar los gritos y golpes abrió la puerta y se ‘‘sorprendió cuando vio correr a personas hispanas (sic) y cayó al piso’’, de acuerdo con la denuncia.

Bradley aseguró que sabía que el sistema de refrigeración del camión no funcionaba y que los cuatro hoyos de ventilación posiblemente estaban tapados. Señaló que tampoco llamó a emergencias a pesar de que vio al menos a una persona muerta.

El camión tenía matrícula de Iowa y estaba registrado con la compañía Pyle Transportation Inc. El presidente, Brian Pyle, dijo que había vendido el mismo a alguien en México y que Bradley debía entregarlo en Brownsville.

‘‘Realmente lamento mucho que haya sucedido’’, dijo Pyle. Agregó que no tenía idea por qué Bradley dio el rodeo que describió a los investigadores. El chofer indicó a las autoridades que se detuvo en Laredo –que queda fuera del camino directo a Brownsville– para que lavaran el vehículo antes de recorrer 240 kilómetros a San Antonio. De ahí tendría que conducir nuevamente al sur 440 kilómetros.

Un pasajero describió una arriesgada travesía que se inició en México, diciéndoles a investigadores que él y otros cruzaron en una balsa hacia Estados Unidos, después de pagarles a traficantes de personas 12 mil 500 pesos mexicanos, cantidad que incluía protección del cártel de Los Zetas.

Luego caminaron hasta el día siguiente y abordaron una camioneta pickup hasta Laredo, en donde fueron colocados en el remolque para ser llevados a San Antonio, según la denuncia. El pasajero dijo que debía pagarle a los traficantes 5 mil 500 dólares una vez que llegaran. Otro migrante declaró a las autoridades que era parte de un grupo de 24 personas que permanecieron en un ‘‘depósito’’ en Laredo durante 11 días antes de ser llevados al camión.

Lara Vega dijo en el hospital a Ap que los traficantes que lo ocultaron a él y a seis amigos en una casa de Laredo, les dijeron que irían en un espacio con aire acondicionado. El jornalero mexicano del estado de Aguascalientes narró que cuando abordaron el camión el sábado, ya estaba lleno.

Lara expresó: ‘‘Uno toma decisiones sin pensar en las consecuencias, pero pues gracias a Dios estamos bien’’