15 de julio de 2017     Número 118

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Tres Santos vs. Punta Lobos:

El desarrollo turístico e inmobiliario en la costa Pacífico de BCS y su confrontación con la pesca ribereña

Diana Lissete Alcántar Mejía

Ante la creciente degradación de los mares, a escala global se han establecido medidas de regulación cuyo objetivo es la conservación de elementos de importancia ecológica y comercial de los océanos. En la medida de lo posible se busca restaurar los recursos naturales, teniendo como fin último su sustentabilidad.

¿Qué modelo de conservación marina se está pensando para las regiones marítimas de nuestro país? ¿Este modelo realmente representa una transición a la sustentabilidad? ¿Para quién estamos conservando los mares? ¿Es conciliable un modelo de conservación marina, con las prácticas de pesca ribereña que ocurren en los litorales?

En los mares que rodean las Bajas Californias se asientan diversas comunidades pesqueras, algunas con un grado de cohesión muy alto, como ocurre en el Pacífico Norte, con un modelo de organización cooperativista pesquera y ejemplo a escala nacional e internacional. Estas cooperativas, por medio de su Federación, negocian con los organismos que se encargan de promover las medidas conservacionistas, pero en las costas peninsulares existen otras cooperativas, pescadores libres y/o asalariados que han tenido que lidiar sin intermediarios con todo tipo de prohibiciones y regulaciones, vedas, ordenamientos, detenciones, áreas de no pesca, indemnizaciones que buscan que dejen de pescar, solicitudes para entrega de permisos y un sinfín de medidas que aspiran a la conservación de los mares por medio de la no pesca.

En la península de Baja California se ha venido instaurando, y se quiere instaurar, todo tipo de proyectos de desarrollo, entre los que destacan campos de agricultura industrial, minas a cielo abierto, minas subacuáticas y desarrollos turísticos e inmobiliarios gigantescos, todos y cada uno con consecuencias medioambientales devastadoras que contradicen cualquier estatuto de conservación.

En este escenario se inserta la lucha de los pescadores de Punta Lobos, zona aledaña a Todos Santos, Baja California Sur, quienes buscaron el respaldo legal del abogado John Moreno para defenderse de Tres Santos (desarrollo inmobiliario estadounidense), que pretende desplazarlos de sus áreas de trabajo y despojarlos de la actividad que los liga históricamente al mar para establecer un proyecto turístico e inmobiliario.

En México y América Latina existe un historial y un listado largo de presos políticos, comunidades despojadas y en el peor de los casos asesinadas, con el objetivo de forzar la implementación de un modelo de desarrollo que ha mostrado no generar un beneficio real para nuestros pueblos y naciones, además de ir contra cualquier principio de vida o sustentabilidad.

Por oponerse legalmente a que barran a los pescadores cual si fuesen basura para dejar el paso libre al gran capital, han encarcelado y dictado formal prisión al ambientalista John Moreno, quien siempre argumentó que establecer un complejo inmobiliario de este tipo es insostenible ya que “aumentaría la población de Todos Santos de cuatro mil habitantes a más de 60 mil, en una zona en donde además hay escasez de agua, pero que aun así pretende fungir como polo de atracción turística para el desahogo de la afluencia desbordada de turismo en Los Cabos”. Moreno destacó que un desarrollo de este tipo traería consecuencias ecológicas irreversibles.

La falta de un posicionamiento de los organismos conservacionistas ante tal situación nos muestra que el modelo de conservación que rige en la región es sectario, parcial y está haciendo las veces de gestor del medio ambiente, administrador y barredora para el desarrollo turístico, inmobiliario, agrícola industrial y/o minero. Además nos permite vislumbrar que los pescadores representan en el teatro de la conservación al chivo expiatorio al que se culpa de la degradación. Esto sin reconocer que el sistema en que vivimos ha generado la crisis oceánica actual.

En resumen, es a los pescadores a quienes se quiere culpar de la depredación de los mares como una estrategia, porque al final son ellos los dueños de los territorios, son los pescadores y las pescadoras quienes han territorializado los mares y las costas con sus prácticas diarias, porque al final el mar es de quien lo trabaja.

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