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Veintidós objetos de oro adornan la ofrenda de un lobo enterrado en el Templo Mayor

Hallan las piezas más finas de la cultura mexica hasta el presente

Destacan pendientes, una argolla nasal y un pectoral hechos con delgadas láminas de metal áureo, informa el arqueólogo Leonardo López Luján

El animal representa a Huitzilopochtli, dios del Sol y la guerra y considerado guía para que los guerreros caídos cruzaran el río del inframundo, explica

Foto
Panorámica de la zona arqueológica del Templo Mayor, donde muy cerca de la escalinata del máximo recinto ceremonial mexica fue desenterrado un lobo adornado con piezas de oro de oro que data de hace más de cinco siglos, el cual también fue revestido con un cinturón de conchas provenientes del Atlántico, poco después de su muerte, y luego cuidadosamente colocado en una bóveda sobre una capa de cuchillos de pedernal, detalla el investigador Leonardo López LujánFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Sábado 8 de julio de 2017, p. 3

La ofrenda de un lobo enterrado hace más de cinco siglos y adornado con algunas de las piezas de oro más finas de la cultura mexica encontradas hasta ahora fue desenterrada en el corazón de la Ciudad de México, lugar de los templos más sagrados de ese imperio.

La calidad y cantidad de los ornamentos es poco común e incluye 22 piezas completas, entre ellas pendientes, una argolla nasal y un pectoral en forma de disco, todos fabricados con delgadas láminas del metal dorado, dijo Leonardo López Luján, el arqueólogo a cargo del proyecto de rescate arqueológico.

La colección, encontrada en una bóveda de piedra, fue descubierta el pasado abril cerca de la bulliciosa plaza del Zócalo, detrás de la Catedral Metropolitana –de la época colonial– y cerca de la escalinata del que fue el recinto más importante de los mexicas: el Templo Mayor.

Estas son, sin lugar a dudas, las piezas más grandes y más refinadas descubiertas hasta ahora, dijo López Luján, refiriéndose a las 205 ofrendas descubiertas en los más de 40 años de excavaciones en el lugar, 16 de las cuales tienen contenidos de oro.

Mamífero carnívoro de unos ocho meses de edad

El lobo, de aproximadamente ocho meses de edad, fue revestido con los ornamentos así como con un cinturón de conchas, provenientes del océano Atlántico poco después de su muerte, y luego colocado cuidadosamente en la bóveda por sacerdotes mexicas sobre una capa de cuchillos de pedernal, explicó Leonardo López Luján.

El lobo representaba a Huitzilopochtli, dios del Sol y la guerra y era considerado una guía para que los guerreros caídos cruzaran por el peligroso río del inframundo. El lobo encontrado estaba dispuesto en dirección al oeste.

El Templo Mayor habría tenido la altura de un edificio de 15 pisos antes de ser derrumbado junto con el resto de la gran Tenochtitlán, después de la conquista de la ciudad en 1521.

La bóveda de más de 12 pies cúbicos estuvo también rellena de otras capas de elementos vivos provenientes de la tierra, el mar y el aire, todos cargados con significado espiritual para los mexicas.

Lo que hacían era comunicarse con los distintos niveles del medio donde vivían porque sabían que habían recibido el don de la vida, afirmó David Carrasco, historiador de las religiones de la Universidad de Harvard y experto en la civilización local.

El descubrimiento fue posible gracias a la demolición de dos edificios que cubrieron el sitio durante más de dos décadas.

En 1900, la bóveda resultó dañada por una tubería de drenaje que fue instalada junto a ella y de acuerdo con López Luján los trabajadores probablemente no se interesaron en lo que se encontraba dentro. Si hubieran visto los objetos de oro, inmediatamente hubieran saqueado el depósito, dijo.

Los habitantes, autodenominados mexicas, atribuían gran valor al oro, aunque gran parte de este metal fue saqueado y fundido en barras para ser transportado a Europa. Los objetos de jade o con plumas de quetzal eran incluso más valiosos.

El lobo de oro fue enterrado durante el reinado de Ahuizotl (1486-1502), el rey más poderoso y temido, cuyo imperio se extendió hacia el sur hasta lo que hoy es Guatemala.

El reinado de Ahuizotl fue particularmente brutal, lo que tal vez haya explicado el destino del joven lobo.

Pruebas en las costillas del animal para ver si el corazón fue removido

El arqueólogo Leonardo López Luján dijo que será necesario efectuar pruebas en las costillas del animal para comprobar la teoría de que su corazón haya sido removido como parte del sacrificio, de la manera en que los guerreros capturados eran privados de la vida en las escalinatas de los templos.

Sin embargo, esta no era una violencia cualquiera, dijo David Carrasco.

Estas personas no sólo mataban estas criaturas, o a estas personas y se deshacían de ellas. Se ocupaban elaborada y simbólicamente de ellas porque sabían que la presencia de dios debía ser venerada, añadió.