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Rasha Sharbatgi graba una sobre la crisis en ese país; dejó las historias de amor, dice

Hacer series de tv en Siria es complicado, pero no más difícil que la realidad, afirma directora

Compañías gastan miles en escenas de destrucción, aquí son reales, señala otro realizador

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Los platós se han vuelto peligrosos y algunos actores se han ido al extranjero y no pueden regresar por motivos económicos, políticos y de seguridad, explica Rasha SharbatgiFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Miércoles 31 de mayo de 2017, p. 9

Damasco.

El ruido de una explosión estremece a los habitantes de Damasco, que se acercan para ver qué pasa. No se encuentran con una matanza, como temían, sino con el rodaje de una telenovela. Minutos antes, la directora Rasha Sharbatgi había pedido silencio por megafonía y empezado la cuenta atrás para la explosión.

Los habitantes se topan en la plaza Arnus, en el centro de la capital siria, con un coche en llamas y varias personas que yacen sobre la calzada.

Un hombre refunfuña al enterarse de que la explosión que lo ha asustado es una escena de Shoq, nombre también del protagonista de la más reciente serie televisiva de Rasha Sharbatgi.

Varios artistas sirios se inspiran en la guerra que ha causado más de 320 mil muertos desde marzo de 2011.

Shoq es una de las series difundidas durante el mes de ayuno musulmán del Ramadán, que tanto gustan a los telespectadores después del iftar (la comida de ruptura del ayuno cuando se pone el Sol).

Antes el contenido de las telenovelas oscilaba entre historias de amor, comedias y ficciones históricas. Había pocas sobre la vida cotidiana, porque todos querían huir de la terrible realidad, explica Sharbatgi.

En los pasados tres años, me refugié en películas sobre historias de amor, pero no se puede rehuir continuamente la realidad. Entonces este año decidí rodar una serie directamente vinculada a la crisis, expresa la directora.

Secuestros y muerte

Shoq gira en torno a los secuestros y los desaparecidos durante la guerra, con escenas de combate, muerte y destrucción como telón de fondo.

Era muy complicado de hacer, pero no más difícil que la realidad diaria, cuenta.

La guerra es fuente de inspiración para unos y deja sin empleo a otros. Los platós se han vuelto peligrosos y algunos actores se han ido al extranjero y no pueden regresar por motivos económicos, políticos y de seguridad, afirma Sharbatgi.

La depreciación de la libra siria y los problemas económicos también han afectado la producción cinematográfica.

El director Samir Husein decidió rodar su telenovela Fawda (Caos) en Qasa, un barrio colindante con el de Jobar, uno de los principales frentes entre el régimen y los rebeldes en la capital.

Describe este caos mediante las dificultades en las historias de amor y las relaciones humanas por culpa de la contienda.

Una vivienda de Qasa se ha convertido en el cuartel general del equipo. Los actores usan una habitación para cambiarse y otra hace las veces de decorado. Las ventanas están abiertas para evitar que los cristales se rompan en caso de bombardeo.

Los lugares que usábamos antes de la guerra para rodar ya no son accesibles, explica Samir Husein delante de una ventana con vistas a Jobar.

Algunos directores han elegido los exteriores devastados por la guerra. Ahmad Ibrahim Ahmad rodó su más reciente película, Ma Ward (Agua de rosas) en Daraya, cerca de Damasco.

Durante el rodaje, en 2016, los combates entre el régimen y los rebeldes arreciaban. En agosto de ese año la ciudad cayó en manos del régimen.

Compañías internacionales se gastan miles de dólares para crear escenas de destrucción o recrear un lugar en guerra, pero aquí no necesitamos gastar nada, el decorado es real, dice.

En la película, los ruidos ensordecedores de la artillería y el estallido de los tiroteos son reales, añade Ahmad.

Otros se oponen a inspirarse en la guerra.

La cuarta temporada de Tawq al Banat (Los collares de las chicas) se rodó en Yaafur, a 20 kilómetros al oeste de Damasco.

La película transcurre en los años 40 y 50 y las callejuelas de Yaafur permiten recrear el Damasco de aquel entonces.

Aquí no se oye el ruido de los cañones ni de las explosiones, cuenta el actor Rachid Asaf, ataviado con la vestimenta tradicional siria. Se siente feliz de actuar en una serie que permita evadirse. La gente está harta de las historias de guerra. Quieren divertirse durante el ramadán y no que les recuerden las tragedias.