20 de mayo de 2017     Número 116

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
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Suplemento Informativo de La Jornada

Amores y esclavitud sexual
en el México rural

Óscar Montiel Torres Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Tlaxcala  [email protected]


FOTO: Óscar Montiel Torres

En México, son varias las formas que usa un padrote para reclutar mujeres y prostituirlas; una de las principales es “el robo de la novia”, práctica muy extendida en el área mesoamericana que permite al varón iniciar una vida conyugal. Ésta puede entenderse como un guión cultural prescrito: fuga, dar parte, perdón y concierto; como práctica cultural, ha sido documentada en varias comunidades rurales de la región mencionada (Puebla, Tlaxcala, Guerrero, Veracruz, Estado de México y Chiapas, sólo por poner algunos ejemplos).

El engaño para el inicio de una relación conyugal por “robo de la novia”, sirve a los padrotes rurales como mecanismo para conseguir mujeres “vírgenes” y explotarlas sexualmente. Las formas de masculinidad de los pueblos son parte de la formación de los hombres como padrotes, pero además implican sujeción de las mujeres. El que una mujer esté o sea buscada conforme a intereses de los hombres tiene que ver con sistemas sexo genéricos, que ven a la mujer como intercambiable conforme a los requerimientos masculinos.

Los padrotes, cuando roban a la novia, consuman el acto sexual, acción que simbólicamente significa que ha pasado a ser propiedad del padrote. Después él, junto con algún familiar va a la casa de los papás de la mujer para dar parte y pedir perdón, o sólo hacen que la mujer llame a los padres para avisarles “que se fue con el novio, que es feliz, y que no la busquen”. Luego el varón la lleva a vivir a su casa. Después de inducir e iniciar a la mujer en la prostitución, permite que ella mantenga contacto con sus familiares para evitar sospechas y posibles denuncias en su contra. El padrote adapta de forma eficiente su mecanismo de reclutamiento a las prácticas culturales del contexto sociocultural al que pertenece la mujer que prostituye. El robo de la novia como ritual de paso del ciclo vital femenino les da un inmenso poder sobre ellas.

El proxenetismo rural de la región sur del estado de Tlaxcala lleva al extremo ciertos rasgos de la masculinidad y del dominio que los hombres ejercen sobre la mujer, con argumentos que están basados en costumbres fuertemente arraigadas y socialmente aceptadas y que forman parte de un orden patriarcal más amplio. El parentesco, la familia, la poliginia y el robo de la novia son prácticas culturales con fundamentos que permiten a los varones dominar colectiva e individualmente a las mujeres. La mujer como objeto de intercambio en los sistemas de parentesco ha sido motivo de análisis en la antropología. Colocarlas como objetos de intercambio conforme a intereses masculinos las ubica en la base de la dominación masculina, y estas cuestiones llevadas al proxenetismo explicarían la “facilidad” de reclutarlas, iniciarlas y después esclavizarlas sexualmente.

El sistema proxeneta usa las lógicas sociales rurales e indígenas para reclutar, someter, dominar y explotar a mujeres rurales de diferentes estados de la República. Es el lado oscuro del México Profundo.


FOTO: Óscar Montiel Torres

Sobre una mujer “robada” pesa el miedo de ser “devuelta” y ser considerada socialmente “fracasada” o “echada a perder”, y es un factor que explica por qué ella a pesar de ser prostituida, prefiere no decir nada a su familia ni denunciar. Tampoco quiere que se le diga “puta”. Estas formas de dominación están enraizadas y somatizadas. Todo el trabajo previo sobre los cuerpos permite a los padrotes aprovecharse de la lógica social de los sistemas de parentesco. Existe violencia física y psicológica de los padrotes sobre los cuerpos, las subjetividades y la vida de las mujeres a las que prostituyen.

El sistema proxeneta utiliza “el robo de la novia” como mecanismo de poder para reclutar, someter y prostituir mujeres. Por eso es importante comprender los fenómenos sociales y culturales, en particular la forma en cómo operar los proxenetas rurales, para crear alternativas de prevención, atención y fundamentalmente erradicación de la trata de personas con fines sexuales en contextos rurales e indígenas.

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