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Es un lugar maravilloso, mágico; el cine más romántico que hay, dice proyeccionista

Se resiste a morir último autocinema de Brasilia, una ciudad de diseño
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El autocinema fue inaugurado en 1973Foto Dpa
 
Periódico La Jornada
Lunes 15 de mayo de 2017, p. a15

Brasilia.

El camino sube por una cuesta empinada, una calle de asfalto vieja y maltrecha, invadida en varios sitios por la hierba. Desde arriba de la colina, justo enfrente de la Brasilia más moderna, se ven en un letrero luminoso unas letras rojas y amarillas erguidas en soledad en el horizonte, el cual parece salido de otras épocas: Cine Drive-in.

Éste es el último autocine de Brasil, aseguró Marta Fagundes. La empresaria de 57 años muestra orgullosa su negocio, un área de unos 15 mil metros cuadrados y un espacio casi anacrónico ubicado en el corazón de la capital brasileña, de esos que apenas se encuentran ya en América Latina, y con mucha historia a cuestas.

Historia peculiar

El Cine Drive-in de Brasilia narra en cierta forma también la peculiar historia de esa ciudad de diseño, levantada de la nada en sólo un lustro, a finales de los años 50, en medio de la sabana brasileña.

Su propietario fue un hijo del dictador Joao Baptista de Oliveira Figuereido (1979-1985) y entre sus benefactores está el ex campeón de Fórmula 1 Nelson Piquet. Aunque hubo que convencerlo, afirmó Fagundes con una sonrisa sobre este último.

No muy lejos del Drive-in está el moderno estadio de futbol Mané Garrincha, remodelado para el Mundial de 2014, y un poco más allá la icónica torre de televisión brasileña. La capital de Brasil es un lugar curioso, una ciudad a medio camino entre la vanguardia arquitectónica y el envejecimiento prematuro, en el que el halo vintage del autocine parece calzar a la perfección.

Es un lugar maravilloso, mágico, señaló Marisa Pereyra da Silva, proyeccionista desde 1999. Es el cine más romántico que hay, agrega la brasileña sobre el concepto surgido en Estados Unidos y popularizado en los años 50 y 60. El automóvil se acababa de convertir entonces en un bien de masas y el autocine era un pasatiempo común para jóvenes parejas, que aparcaban sus autos en las plazas más discretas y sintonizaban la radio para oír las películas.

El Drive-in de Brasilia fue inaugurado en 1973. Fagundes empezó poco después a trabajar ahí junto con su padre, un militar que había emigrado al nuevo centro administrativo del país desde el sur. Fueron los años de gloria, recordó la administradora.

En Brasilia había entonces sólo 12 salas cinematográficas, el autocine recibía en algunas sesiones hasta 600 autos. El avance de la tecnología le fue, sin embargo, quitando espacio y el hijo del general Figuereido comunicó finalmente que se marchaba en 1988. Fagundes decidió entonces tomar las riendas y continuar sola con el negocio.

Vaivenes

Desde entonces han sido muchos los vaivenes. En 89 tuvo que cerrar por varios meses, después siguieron peleas con las autoridades y dificultades con vecinos y nuevos empresarios.

El autocine comparte el área con el Autódromo de Brasilia. En 1995 el gobierno regional decidió entregar formalmente en concesión el terreno y no aceptó separar los dos negocios. El famoso piloto Piquet asumió el circuito de autos y su plan inicial fue cerrar el autocine, pero cuando fue a conocer personalmente el local cambió de idea. ¡Nadie va a molestar al Drive-in!, recordó Fagundes sus palabras. Hasta ahora defiende mucho el cine, asegura.

Desde entonces la situación del cine es incierta, algo que muchos ven también como típico de Brasil, con su burocracia pantagruélica y los líos irresueltos de autoridades incompetentes y corruptas. Fagundes no tiene hoy una licencia para el Drive-in, que está en un terreno que pertenece oficialmente al Estado.

Lleva años intentando regularizar la situación, sin éxito. No sé cuánto tiempo más voy a aguantar así, lamenta. A eso se suman también los desafíos existenciales por la falta de dinero.