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¡Vencer a los millonarios! El voto ético en Edomex
E

l juego de la política electoral se ha convertido en el mundo –y México no es excepción– en una mascarada, en una ficción, donde los tiranos del poder del capital no sólo controlan y manejan a las figuras políticas y a los partidos, sino que –si les es posible– ellos mismos se ponen los disfraces, inventan discursos, maquillan sus gestos y emociones y, utilizando a los medios, se convierten en figuras políticas a partir de la repetición infinita de una imagen confeccionada adecuadamente por los publicistas.

En esta escenificación, los medios se encargan de presentar a los candidatos como actores que confrontan ideas, planes, propuestas y experiencias, en una competencia supuestamente equitativa. Al mismo tiempo ocultan u omiten toda referencia a la biografía, la genealogía, la trayectoria y especialmente el estatus social y económico de los potentados convertidos en candidatos. La elección de gobernador del estado de México es ejemplo patético de lo anterior, que reproduce el mecanismo que llevó a decenas de personajes a convertirse en gobernadores y después en delincuentes.

Esta vez, sin embargo, hay una pequeña suspicacia: los dos candidatos del sistema –Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido Acción Nacional (PAN)– pueden ser derrotados por una candidata que procede de manera legítima no de las élites millonarias, sino de los sectores marginados. Esto tendrá lugar si los ciudadanos mexiquenses adoptan un voto ético, basado no en la ideología, sino en el sentido común; no en el interés individualista, sino en la dignidad colectiva.

El estado de México no es solamente la región de donde surgieron quienes hoy detentan buena parte del poder político en el país, también es un infierno para sus ciudadanos por los altos índices de inseguridad, corrupción, desempleo y pobreza, además de ocupar el primer lugar en feminicidios. El estado de México concentró 9.46 millones de personas en situación de pobreza, es decir, la mitad del total de su población y 17 por ciento del total del país, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

De ese total un millón 206 mil están consideradas en pobreza extrema, situación que aumentó de 2012 a la fecha, es decir, bajo el actual gobierno priísta. El Coneval considera además que casi la mitad de la población mexiquense vive con 10 pesos al día o menos. Los asesinatos de mujeres en el estado de 2006 a 2012 fueron contabilizados por periodistas en casi 2 mil casos, superando por mucho a Ciudad Juárez, Chihuahua. Por esa razón existe desde 2015 una alerta de violencia de género en 11 municipios de la entidad.

La confrontación de este panorama social crítico, que ha dejado a una población en sufrimiento permanente, con los perfiles socioeconómicos de los dos candidatos del sistema obtenidos de sus declaraciones patrimoniales (ver cuadro), provocarían en cualquier ciudadano decente una indignación suprema. No sólo contrastan las riquezas multimillonarias de los candidatos de PRI y PAN con la de Morena, también son indignantes y obscenos los enormes capitales atesorados (de manera sospechosa) por Josefina Vázquez Mota y Alfredo del Mazo.

¿Como se pueden parar estos dos multimillonarios ante la multitud empobrecida y sin esperanza ostentando esa cantidad de propiedades, autos, joyas, jugosas cuentas bancarias, obras de arte, etcétera? ¿Qué dirán los miserables de San José del Rincón, San Felipe del Progreso, Ixtapan, Donato Guerra, Zumpahuacán, Sultepec y Luvianos de los ingresos anuales de la panista o de los dos autos del priísta con un valor de 1.2 millones? ¿Valdrán algo sus palabras en los interminables cinturones de pobreza e inseguridad de Ixtapaluca, Chimalhuacán, Ecatepec, Nezahualcóyotl, Naucalpan o Tultitlán?

¿No tendrían que ser investigados de manera inmediata por sus posibles acciones fraudulentas? En el estado de México se puede vencer a los millonarios y expulsarlos del poder. Con su voto, los ciudadanos honestos pueden y deben lograrlo.