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En su obra La carne aborda la proximidad de la muerte y la descomposición del cuerpo

Rosa Montero describe el infinito desconsuelo de no volver a enamorarse

Profundiza en la última vez que la piel tiembla de lujuria y el terror a la vejez

Ser joven de verdad no es tener la cara más tersa y el culo más duro; es ser una pizarra sin escribir, dice

 
Periódico La Jornada
Martes 9 de mayo de 2017, p. 5

Miami.

Este puede ser el último artículo. Puede ser la última salida a trotar. La última vez que apareció el amor; la última vez que la piel tembló de lujuria. Ese terror es la vejez, según la escritora española Rosa Montero. Ir despidiéndose de todas las cosas, y sin saberlo.

Soledad sintió una vez más un estrujón de pánico, el infinito desconsuelo de pensar que ella quizá ya no se enamoraría más, (...) que su carne ya no se encendería con otra carne, escribe Montero en su reciente novela, La carne.

Soledad es una refinada mujer de 60 años, atractiva y coqueta, que contrata a un gigoló para provocarle celos a un ex amante que la ha dejado por otra mujer más joven. Esta decisión pueril da paso a una peligrosa relación entre la protagonista y el prostituto ruso, 28 años menor que ella.

Los escritores siempre escribimos sobre los mismos temas, dice Montero. Yo soy una escritora muy existencialista y desde siempre he escrito sobre la muerte y sobre el paso del tiempo; sobre lo que el tiempo nos hace o más bien nos deshace.

Vestida de rojo furioso y con un collar con un gran ojo de madera, la escritora habla velozmente, como si también se le fuera a acabar el tiempo para decir todo lo que tiene para expresar.

“Cuando vas creciendo, el tiempo que tienes por delante, que es el tiempo para rehacer errores, cada vez se achica más y llega un punto en que te dices: ‘¿Y si no me da tiempo ya de vivir esto?”’, sostiene Montero (Madrid, 1951), de visita en Miami para promover en Estados Unidos su decimosexta novela. Ser joven de verdad no es tener la cara más tersa y el culo más duro. Ser joven es ser una pizarra sin escribir. Y eso te dura poquísimo tiempo. Es ese momento en que al día siguiente puedes empezar un millón de vidas distintas, desde cero. Y eso no dura nada. A los veintitantos se termina.

–Y así quedamos presos de nuestra biografía.

Exacto. El tiempo es un jardinero loco que nos va podando las posibilidades del ser, dice la escritora. Al final terminamos metidos dentro de una sola vida individual que siempre, hasta la del hombre más grande o la mujer más grande, siempre será más estrecha que nuestros sueños y nuestros deseos.

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Rosa Montero, captada en Coral Globes, Florida, con un ejemplar de La carne, su trabajo más recienteFoto Ap

El amor clandestino

Rosa Montero no pretendía hacer un panegírico sobre el sexo a la tercera edad ni vociferar críticas a una sociedad machista que prohíbe a la mujer relacionarse con un hombre más joven que ella. Pero así salió.

Yo quería escribir de sexo, lo que pasa es que la protagonista tiene 60 años. Ni pensaba que fuera un tabú ni nada, dice.

Respecto de la diferencia de edad, la respuesta es más amplia. Y sale a relucir Emmanuel Macron, el recién electo presidente de Francia. Tiene 39 años y su esposa es 24 años mayor. La señal de que esto aún es un tabú es que, precisamente, es noticia.

Evidentemente sigue existiendo una presión social machista, sexista, sobre ello, dice Montero. Pero yo creo que debe haber el mismo número de mujeres mayores con tíos más jóvenes que al revés, aunque tradicionalmente son clandestinas.

Soledad, la protagonista de La carne, se sale del guión social porque es muy sensible a la belleza. ¿Cómo iba a sentirse atraída por los hombres de su edad? Debajo de sus chaquetas de marca, mostraban unas barrigas pendulonas descolgadas por encima del cinturón y unas piernas flaquísimas de gallinácea, escribe Montero. Eran un antídoto para la lujuria.

La mujer no es la única víctima del ojo acusador heteronormativo, dice la escritora, ya filosofando sobre una relación que considera mucho más igualitaria cuando ella es mayor.

A los chicos también les da un poco de vergüenza, por el prejuicio y el sexismo. Piensan que dirán que son unos anormales o unos aprovechados. Se sienten más incómodos en el papel social. Pero en el papel personal son una delicia.

Y explica: El tío de tu edad siempre compite con la mujer porque se siente más puesto en falta hacia el éxito de ella. En cambio al tío más joven no le importa tu éxito, no se siente agredido por él, y además está seguro de lo que te ofrece, que es una juventud que tú no tienes.

Rosa Montero ha ganado numerosos galardones en literatura y en periodismo. Entre ellos, el Premio Nacional de Periodismo en 1980.