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Un enigma envuelto en un misterio
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Alfonso Herrera y Mónica Lozano en conferencia de prensa de El ElegidoFoto Notimex
E

xtraña que, por lo intrigante del tema, El elegido no tenga otro antecedente cinematográfico que El asesinato de Trotsky, fallida realización de Joseph Losey de 1972. Dirigida por el catalán Antonio Chavarrías –quien ya había realizado otra coproducción con México, el sensible melodrama fraternal Volverás (2002)–, esta nueva recreación del magnicidio se centra en la figura enigmática de Ramón Mercader (Alfonso Herrera), quien, después de combatir en la Guerra Civil Española del lado republicano, fue reclutado por la inteligencia estalinista para llevar a cabo el tan deseado asesinato de León Trotsky (Henry Goodman), exiliado en México.

La transformación de Mercader en el ciudadano belga Jacques Mornard sucede después de un proceso de lo que, en años de la guerra fría, se denominaba lavado de cerebro. Instigado por su propia madre Caridad (una temible Elvira Mínguez) y el agente Kotov (Julian Sands), Mercader es entrenado a ser un frío asesino, capaz de matar al perro que ha sido su fiel mascota durante todo su entrenamiento. En ese sentido, el protagonista recuerda al de El embajador del miedo (The Manchurian Candidate, John Frankenheimer, 1962), también manipulado por una madre devoradora a ser el títere de una conspiración magnicida.

Sin embargo, Mercader no es víctima de un proceso de hipnosis, sino de sus propias convicciones comunistas, conducidas por la intolerancia estalinista. Al mismo tiempo, hay un grupo de comunistas mexicanos, liderados por el pintor Siqueiros (Alejandro Calva), que buscan el mismo fin. Pero Mercader/Mornard tiene una vía de acceso más directa. A través de la seducción de la estadunidense Sylvia Ageloff (Hannah Murray), secretaria de Trotsky, el hombre encontrará una forma de entrar al desconfiado y sobreprotegido mundo del ruso exiliado.

Es la traición de Ageloff lo que constituye el eje emotivo de la película. Pues la joven judía se enamora sinceramente de ese belga untuoso, que dice ser un comerciante carente de ideología. La actriz Murray –antes vista en Game of Thrones– extrae el requerido dramatismo a su secundario papel, convirtiéndose en la víctima más vocal de la conspiración. (Para quien dudase de las dotes histriónicas de Herrera, éste también cumple con una convincente actuación que evoca a Antonio Banderas en sus mejores momentos).

Chavarrías construye su relato de manera sobria, sin alterar el orden cronológico, apoyado en una verosímil reconstrucción de época y la evocadora fotografía de Guillermo Granillo. A diferencia de lo ocurrido en la versión de Losey, el realizador no se deja distraer por el folclor mexicano. Además del personaje de Siqueiros, quien aparece brevemente, el otro nacional importante es el perspicaz coronel Salazar (Emilio Echevarría), quien dirige las averiguaciones policiacas y se enfrenta finalmente al misterio de quien afirma ser un belga llamado Jacques Mornard.

Una de las mejores secuencias de El elegido, ocurre cuando Mercader traiciona y manda a una muerte segura al oficial republicano (Roger Casamajor), a quien salvó la vida durante la guerra. En dicha instancia son elocuentes los alcances de la manipulación estalinista y su capacidad para borrar la personalidad de un individuo. El asesino es también una víctima.

El elegido se exhibe en la Cineteca Nacional y en Netflix que, como mencionaba hace dos semanas, se ha convertido en la verdadera alternativa a la cartelera comercial, tan subyugada por rápidos y furiosos productos hollywoodenses.

El elegido

D: Antonio Chavarrías/ G: Antonio Chavarrías, Dominic Harari, Teresa Pelegri/ F. en C: Guillermo Granillo/ M: Arnau Bataller/ Ed: Ernest Blasi/ Con: Alfonso Herrera, Hannah Murray, Henry Goodman, Julian Sands, Elvira Mínguez Emilio Echevarría/P: Oberón Cinematográfica, Alebrije Cine y Video, Ibermedia, ICEC, ICAA, TV3, TVE. España-México, 2016.

Twitter: @walyder