Opinión
Ver día anteriorDomingo 16 de abril de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Cronista esencial
P

ara tener una idea de lo que era la vida en la Ciudad de México en los años 40 del siglo XIX, es esencial leer La vida en México de madame Calderón de la Barca. La autora es Frances Erskine Inglis, mujer inteligente, sensible y culta, de origen escocés. Muy joven llegó a Boston, Estados Unidos, con su madre y hermanas, para establecer una escuela para señoritas. Pronto hicieron muy buenas relaciones, entre otros, con el historiador William H. Prescott y el diplomático español Ángel Calderón de la Barca, con quien se casó en esa ciudad.

En alguna ocasión platicamos que lo acompañó a México, cuando lo designaron como el primer ministro plenipotenciario de España en nuestro país, después de la Independencia. Llegaron a fines de diciembre de 1839 y permanecieron hasta enero de 1842. Durante su estancia, la inquieta escocesa a quien se conocía como madame Calderón de la Barca, recorrió varios lugares del país y prácticamente toda la Ciudad de México y sus alrededores. Su posición diplomática le abrió múltiples puertas, permitiéndole entablar relaciones con diversos sectores de la población.

Sus experiencias las plasmó en deliciosas cartas que envió a su familia, de las que se seleccionaron 54, que fueron publicadas en Boston y Londres en 1843. Con el título Life in Mexico during a residence of two years in that country. Fue un éxito de librería, no obstante que el autor era desconocido, pues buscando el anonimato solo aparecían unas iniciales.

Desde luego en México fue identificada de inmediato y suscitó comentarios encontrados. Su visión en general es positiva sin dejar de ser crítica, lo que no gustó a ciertos sectores de la sociedad; por mencionar a algunos: a Manuel Payno, le pareció que las cartas no eran más que sátiras. Por otra parte, Manuel Toussaint, la consideró la descripción más detallada y sugestiva de nuestro país. La realidad es que da una idea muy clara de la manera de vivir y pensar de la época, con sus luces y sombras.

Al conocer las reacciones negativas sobre el libro se sintió muy mortificada, y le preocupó haber lastimado a personas con quien había tenido amistad y afecto profundo. Lo cierto es que eran cartas a su familia, en donde con sinceridad y candor contaba sus impresiones. Eso precisamente es lo que le da gran valor a sus testimonios. No pensó al escribirlas, que nadie fuera de su ámbito íntimo las iba a leer.

Curiosamente casi nadie de los que la conocieron escribió acerca de ella. Una excepción es la que relata en su diario el destacado yucateco Justo Sierra O’Reilly, quien dice: En la primera visita que tuve el honor de hacerle a don Ángel en Washington, me presentó a su esposa. Madame Calderón me era ya conocida como escritora, pues había leído un libro suyo sobre México, escrito con bastante talento y gracia, si bien algunas de sus opiniones no me parecían muy justas... Me recibió con la cortesía y amabilidad que le son características y hacen agradable su trato social...Puedo afirmar que no le gusta mucho que se hagan alusiones a su libro, y evita la ocasión de hablar de él. Madame Calderón habla con soltura los principales idiomas modernos; es de una instrucción exquisita, y era el alma de la brillante sociedad que en su casa se reunía.

El próximo martes 18 a las 20.30 horas en Canal 11, se va a transmitir un programa sobre este fascinante personaje y su libro. Se alternan escenas en las que aparece la actriz Damayanti Quintanar, representando a madame Calderón, con una charla comentando la obra, entre la autora de estas líneas y el escritor Gonzalo Celorio.

El programa se grabó en el Museo Casa de la Bola, la maravillosa mansión en Tacubaya, que muestra como vivía una familia opulenta en el siglo XIX. El marco no podía ser mejor, pues inclusive se sabe que la escocesa visitó esa casa.

Cerca del museo, en Victoriano Zepeda 80, se encuentra Casa Merlos, que brinda excelente cocina poblana. Imperdibles las chalupitas, los huauzontles en mole y los bisteces de metate.