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Miles de personas con ramos de flores hicieron larga fila ante su féretro en Moscú

Evgueni Yevtushenko reposa junto a la tumba de Boris Pasternak, en Peredelkino
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En la Casa Central del Literato en la capital rusa, ayer se rindió un homenaje a Evgueni Yevtushenko, quien falleció el primero de abrilFoto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de abril de 2017, p. 5

Moscú.

En cumplimiento de su expreso deseo, junto a la tumba de Boris Pasternak, otro de los grandes literatos que dio esta tierra en el siglo XX, Evgueni Yevtushenko, el último poeta de la época soviética que, el primero de abril, murió a los 84 años de edad en Estados Unidos, donde residía desde 1991, recibió este martes sepultura en el cementerio del poblado de Peredelkino, en las afueras de Moscú.

Lugar mítico, donde tenían sus dachas (casas de campo) los escritores y artistas soviéticos, como el genial chelista Mstislav Rostropovich, donde dio refugio al entonces disidente excluido, y futuro Premio Nobel de Literatura, Aleksandr Solzhenistsyn, Peredelkino es desde ayer la última morada de Yevtushenko, quien pasó ahí los mejores años de su vida antes de emigrar al otro lado del océano, desencantado por el derrumbe de la Unión Soviética.

Sin funeral de Estado

No es que fuera un seguidor del llamado socialismo real, más bien se distinguió por sus críticas –alguna vez se le preguntó por qué se ponía esas camisas chichonas estampadas con flores y respondió, demoledor: Lo hago sólo para dar un poco de color a la gris vida soviética–, Yevtushenko supo mantenerse como equilibrista en la cuerda floja y, a cambio, aprovechar que su talento de poeta, reconocido por los jerarcas del Partido Comunista, le dejara abierta la puerta para viajar por el mundo con su palabra.

Asumió de alguna manera ser la piedra en el zapato de la élite gobernante soviética y, cuando colapsó el sistema, prefirió acabar sus días como profesor universitario en Estados Unidos, cada vez más deteriorada su salud.

Un cuarto de siglo después, miles de compatriotas, admiradores de su obra poética, formando una larga fila, acudieron ayer con ramos de flores a la Casa Central del Literato, donde estaba expuesto su féretro, para darle el último adiós.

No hubo funeral de Estado, pero asistieron a la despedida –a título personal– lectores suyos como Serguei Shoigu, ministro de Defensa; el ministro de información y prensa, Mijail Seslavinsky, muchas personalidades de la cultura y ciudadanos comunes.

Tanto el presidente Vladimir Putin como el primer ministro, Dimitri Medvediev; el ministro de Cultura, Vladimir Medinsky, y el alcalde de Moscú, Serguei Sobianin, se limitaron a mandar mensajes de condolencias.

El entierro, a petición de la familia, se llevó a cabo en las más estricta intimidad.