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Mi música es ontológica y humanista, define su autor, Sergio Berlioz, en charla con La Jornada

Realizan en Puebla el estreno mundial de la sinfonía Abril al alba; culmina tríada
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Creo en la melodía, en la belleza, en ciertos valores que podrían ser eternos; en nuestra cultura occidental y, sobre todo, en crear certezas, explica Sergio BerliozFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Sábado 1º de abril de 2017, p. 4

En vísperas del estreno mundial de su séptima sinfonía, Abril al alba, que se efectuará hoy en la ciudad de Puebla, el compositor y director de orquesta Sergio Berlioz (Ciudad de México, 1963) expresa que su música es ontológica y humanista.

Ontológica, explica, porque busca respuestas a sus inquietudes y las de otras personas. Y humanista, porque está concebida con sentido social: suscitar ideas y compartir algo.

Mi música no busca sólo el goce estético egoísta. Todo lo que hago como compositor, director de orquesta, pero sobre todo como maestro, periodista y ensayista, tiene que ver con las personas. Me importan los otros. Lo más importante en la vida, creo, es nuestra capacidad de dar.

Dudas y búsqueda de respuestas

En entrevista con La Jornada, Sergio Berlioz aclara que sus obras están concebidas para ser cercanas y disfrutables a los escuchas, al público.

Mi música no entra en la llamada experimentación. Estuve en el taller de Julio Estrada (el reconocido compositor mexicano) y allí aprendí todo lo que no quería hacer. De hecho, a los del taller nos llamaban Los intocables. Aprendí la música desmedida de vanguardia, sin ninguna razón para mis necesidades expresivas, dice.

Compongo exactamente el tipo de música que quiero escuchar. Y ésta se inscribe en lo que sería la música consonante. No es tonal ni atonal. Creo en la melodía, en la belleza, en ciertos valores que podrían ser eternos; creo en nuestra cultura occidental y, sobre todo, en crear certezas.

Sobre este último aspecto, el autor precisa que como persona y artista su vida está llena de dudas y que mediante el arte trata de hallar respuestas.

A manera de ejemplo, alude a su séptima sinfonía con la cual cierra un tríptico de obras que le fueron comisionadas en Puebla para conmemorar tres hitos de la historia nacional ocurridos en la capital de ese estado durante la intervención francesa.

Son la batalla del 5 de mayo de 1862, el sitio y la caída de Puebla al año siguiente ante el ejército francés y la liberación de esa ciudad que estaba en manos del ejército imperial mexicano en la fulminante lucha del 2 de abril de 1867.

Pensamientos y evocaciones

Tres cantos a Puebla es el título de esa trilogía de sinfonías corales con la cual Sergio Berlioz propone una reflexión sonora de esos acontecimientos.

Cuando me encargaron las tres obras, me pregunté la utilidad de la batalla y la del sitio; qué es pasar hambre, estar herido, tener miedo y la alegría eufórica del triunfo en un momento en que la historia patria, entre comillas, tiene sentido, cuando los valores de esas personas concebían a la patria como gran madre, cosa hoy vacía, con resultados mortales para una sociedad que no ve útil creer en estos valores, con comillas, patrios.

Consciente de que la música es un arte abstracto, precisa que su afán con esa tríada no es narrar hechos bélicos, sino evocar emociones e ideas en y detrás de ellos.

“Una sinfonía no es –como sí pasa con la ópera, el teatro, el cine o la literatura– un espacio para describir los hechos, sino para armar pensamientos con evocaciones”, destaca.

“En ninguna de las tres sinfonías hay la estridencia de un conflicto bélico representado por sus sonidos. Las tres obras nacen de la guerra: la batalla del 5 de mayo, el sitio de Puebla y la Batalla del 2 de abril, pero no hay un solo balazo en mis obras.

Con unos 35 minutos de duración, Abril al alba conmemora los 150 años del triunfo de Porfirio Díaz en la batalla del 2 de abril de 1867, con la cual se restauró la República.

El estreno mundial será en el auditorio de la Reforma de la ciudad de Puebla, a las 18 horas, con la participación de la Filarmónica 5 de Mayo, dirigida por Sergio Berlioz, la participación de la soprano Elisa Ávalos y el tenor Rogelio Marín como solistas, así como el Coro Normalista de Puebla.