Opinión
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México SA

Productividad en la lona

Compromiso pendiente

Hostigamiento bancario

C

uando el gobierno peñanietista entró en funciones, el anuncio correspondió al genial (mente ineficiente) Luis Videgaray, a la sazón secretario de Hacienda: con EPN en Los Pinos la política económica daría un giro muy importante, porque a partir de ese momento se democratizará la productividad, que –según él– significa democratizar el capital humano, la innovación, el acceso a la energía, el acceso a la tecnología de la información, el crédito, la posibilidad de emprender y las oportunidades económicas; tenemos que hacer una agenda de cambios, de reformas que sean democratizadoras de la productividad.

Tras su declaración, allá por enero de 2013, todo el mundo pidió explicaciones sobre el término, porque a nadie le decía nada. La respuesta oficial fue que democratizar la productividad no quería decir otra cosa que democratizar la productividad, y el que no entendiera, pues ni modo.

El Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, hizo la chamba y despejó dudas: “la productividad representa una variable esencial para lograr incrementos significativos en los niveles de ingreso, que a su vez permitan mayor generación de riqueza y bienestar para la población. Una de las medidas de productividad más utilizadas a escala mundial es la denominada productividad laboral, la cual cuantifica la relación entre el volumen de producción y la cantidad de trabajo utilizado en el proceso productivo durante cierto periodo. En el caso mexicano, los trabajadores laboran mayor número de horas y su ingreso es cada vez menor en términos reales.

Eso fue en el inicio de 2013, cuando el gobierno peñanietista, oficialmente, echó toda la carne al asador para democratizar la productividad. Todo indica que lo único que se democratizó (léase privatizó) fue el negocio privado a costillas de los bienes públicos, porque en el aspecto laboral todo quedó en el aire, una vez más. Pero, ¿qué pasó?

Cuatro años después, el propio CIEN advierte que desafortunadamente el ritmo de crecimiento anual de la productividad laboral de nuestro país ha sido de apenas 0.5 por ciento en el cuatrienio, situación que ha repercutido en la evolución de la actividad económica nacional. El número de trabajadores afiliados al IMSS ha crecido en forma significativa, pero ello obedece a que tal registro no representa por sí solo la creación de nuevos puestos de trabajo, pues una parte representa empleos existentes que se formalizaron. Es decir, empleos existentes no formalizados ahora se presumen, ya formalizadas, como nuevas plazas laborales, lo que explicaría que en los dos primeros meses de 2017 se observe un alza de 12.2 por ciento en el número de empleos formales registrados con respecto al mismo periodo de 2016.

De acuerdo con las cifras más recientes del IMSS, el número de trabajadores registrados en esa institución se incrementó en 237 mil 347 personas durante los primeros dos meses del año en curso. Sin embargo, del total de las nuevas alzas más de la mitad (53 por ciento) corresponde a puestos eventuales y el resto son permanentes. En ambos casos, los salarios pagados nada tienen de envidiables.

El centro de investigación detalla que de acuerdo con información al cierre de febrero, la industria manufacturera es la que acumula el mayor incremento en el número de trabajadores dados de alta en el IMSS (más de 103 mil trabajadores), seguida por los servicios sociales (por arriba de 60 mil), mientras que la construcción (50 mil) ocupa la tercera posición.

En sentido contrario, el peor desempeño se registró en las actividades comerciales que acumularon una cancelación mayor a 22 mil plazas laborales, de las cuales prácticamente la mitad contaba con un registro permanente. Adicionalmente, otra rama de la economía que exhibió cifras negativas en términos generales fue la generación de energía eléctrica y suministro de agua, cuyo saldo al final de los primeros dos meses de 2017 se vio reducido en casi mil 500 puestos.

Dicho escenario plantea que los dos sectores principales de la actividad industrial mexicana deberían mantener un nivel de crecimiento significativo debido al número de plazas laborales que se están generando. Sin embargo, los datos de enero para la actividad industrial mostraron una caída anualizada de 0.1 por ciento en términos generales. A pesar de que las actividades secundarias son las mayores proveedoras de registros ante el IMSS, esto no va de la mano con su ritmo de crecimiento. Tal situación lleva a enfocar la atención en el desempeño de la productividad laboral.

Al finalizar el último trimestre de 2016, anota el CIEN, la productividad de nuestro país, con base en las horas trabajadas, creció 0.2 por ciento a tasa anual medida con cifras originales. No obstante, al revisar la información para las actividades secundarias se aprecia que el nivel de productividad de las mismas descendió 4.6 por ciento, con lo cual acumuló ocho trimestres consecutivos en terreno negativo. Adicionalmente, los resultados no fueron alentadores para los principales componentes del sector secundario ya que la industria de la construcción registró un aumento anual de apenas 0.3 por ciento, en tanto que las industrias manufactureras registraron una caída de 1.9 por ciento.

Así, resulta evidente la urgencia de implementar estrategias que permitan incrementar la productividad laboral, particularmente en la actividad industrial nacional, que es donde se presentan las mayores áreas de oportunidad. Incrementar los niveles de inversión en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías es fundamental para elevar la eficiencia de los trabajadores, pero también se debe atender la educación y capacitación de los mismos para lograr un mejor aprovechamiento de las inversiones. Adicionalmente, no basta con alcanzar una evolución positiva de la productividad laboral, sino que ésta debe mantener incrementos sostenidos para que los resultados se vean reflejados en mayores niveles de crecimiento económico y de bienestar de la población.

Las rebanadas del pastel

¿Dónde está la autoridad vigilante que dice proteger los intereses de los usuarios de la banca, y aquella que garantiza el resguardo y buen uso de los datos personales? Ello, porque resulta brutal y descarado el bombardeo bancario a teléfonos privados –fijos o móviles– en su intento por colocar sus productos (dinero plástico, créditos, seguros, etcétera) a como dé lugar. Duro que te dale, mañana, tarde y noche, como marabunta. Y el tráfico de bases de datos es terrorífico.

Twitter: @cafevega