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La casa de la buena estrella se estrena los próximos días en Polonia

Filman la historia de los judíos escondidos en el zoológico de Varsovia
 
Periódico La Jornada
Sábado 25 de marzo de 2017, p. 8

Varsovia.

Bajo la ocupación nazi, el director del zoológico de Varsovia y su mujer siempre tenían cianuro por si los pillaban y llevarse el secreto a la tumba: los cientos de judíos y opositores escondidos en su casa. Una historia que llega al cine.

Durante la guerra, Jan Zabinski, enrolado en la resistencia polaca, y su mujer Antonina escondieron a casi 300 judíos y resistentes en el terreno del zoológico.

El guión de la película de Hollywood The Zookeeper’s Wife (La casa de la buena estrella) se estrena esta semana en Polonia y luego en otros países.

El chalé del director del zoológico, con una bodega sin ventana conectada por un túnel secreto al terreno del zoológico, sirvió de refugio clandestino para muchos judíos que se escaparon del gueto de Varsovia, de 1940 a 1944, hasta la insurrección organizada por la resistencia polaca contra los nazis.

Los huéspedes se quedaban horas, días, meses y hasta años. A veces había más de 30 personas viviendo allí, afirma Olga Zbonikowska, empleada de la Fundación Panda, que administra la casa en la actualidad.

Por aquel entonces Moshe Tirosh tenía cinco años. Recuerdo cómo me quedaba en cuclillas debajo de un banco de hormigón en la bodega y ponía la mano en la boca de mi hermana para impedirle gritar, recuerda el octogenario, residente desde 1957 en Israel.

Gritaba noche y día. Cuando alguien daba un portazo en la planta baja, me estremecía de miedo, declara.

Un aire de opereta

A este antiguo hombre de negocios, con siete nietos, todavía le cuesta creer que haya sobrevivido. Vi cuerpos de niños en la calle. Cosas espantosas... Recuerdo que me preguntaba por qué todo mundo quería matarnos. No lograba entenderlo...

Los nazis nunca encontraron el escondite y todos los huéspedes clandestinos sobrevivieron salvo dos, detenidos fuera del perímetro del zoológico.

Los Zabinski pensaban que el mejor escondite es un lugar a la vista, como el zoológico. Decían que bajo una farola siempre es donde hace más oscuro, cuenta su hija Teresa, citando un proverbio polaco.

Mi padre estaba convencido de que a los alemanes nunca se les ocurriría que pudiera haber gente escondida en un lugar semejante, con ventanas abiertas, sin cortinas, explica la mujer de 73 años.

El riesgo era enorme. Ayudar a los judíos, incluso darles un vaso de agua se castigaba con la muerte.

Cuando los alemanes se acercaban a la casa, Antonina daba la voz de alarma tocando al piano un aire de opereta. Sus invitados clandestinos se escapaban por el túnel que llevaba a un terreno del zoológico o se metían en un armario de doble fondo en la planta de arriba. Algunos se escondieron en los recintos de animales vacíos o en el sótano de la mansión.

Se escondían también de la empleada de hogar, a quien consideraban informadora potencial de los nazis. Lo más difícil era explicarle la enorme cantidad de comida que se consumía, cuenta Antonina en sus memorias publicadas en 1968, en Polonia.

La familia simulaba un apetito feroz. ¡Me cuesta creer que puedan comer todo eso!, murmuraba la empleada cuando recibía los pedidos de alimentos...

Las Ardillas

Esta abundancia de comida hizo feliz a la familia Tirosh después de dos años de miseria en el gueto, corroído por el hambre y el tifus. A punto estuvo de ser deportada al campo de concentración de Treblinka.

Para huir del gueto, la familia compró el silencio de los guardias. A Tirosh y a su hermana las metieron en sacos y las lanzaron por encima del muro; sus padres lo escalaron.

Cuando llegaron al zoológico era noche cerrada. La calma y la simpatía de Antonina los tranquilizó. Era extraordinaria, cuenta Moshe Tirosh.

Antes de que la familia huyera a otro escondite, Antonina les tiñó el cabello para que parecieran menos judíos.

“Se encerró en el cuarto de baño con nosotros y nos tiñó el pelo. Frotó y frotó, y cuando salimos su hijo Rysiek gritó: ‘¡Mamá, ¿qué hiciste?! Es el color de las ardillas’.”

Así se ganó la familia el sobrenombre de Las Ardillas. Las otras también tenían apodos de animales: El Estornino, Los Hámsteres, Los Faisanes... Y la casa pasó a llamarse el Arca de Noé de los tiempos modernos.

Las memorias de Antonina se titulan La gente y los animales. La escritora estadunidense Diane Ackerman se inspiró en ellas para escribir La mujer del guardia del zoo, en el que se basa la película de Niki Caro, interpretada por la estadunidense Jessica Chastain y el alemán Daniel Brühl.

La casa se convirtió en museo; se puede visitar el sótano y el túnel secreto que salvó tantas vidas.

El zoológico todavía existe y alberga a unos 5 mil 500 animales. En 1944, Jan recibió un disparo en el cuello durante la insurrección de Varsovia y estuvo encarcelado en Alemania. Antonina, después de la guerra, se las arregló para recaudar fondos para reconstruir el zoológico. Con ayuda de muchos habitantes de la ciudad reabrió en 1949. Antonina murió en 1971 y Jan en 1974.