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Penultimátum

Lobos en el Vaticano

C

uando en 2012 el mayordomo del papa Benedicto XVI filtró documentos que mostraban a un pontífice solo y débil, se hizo evidente que quien durante 24 años había condenado a decenas de teólogos y acabado con la Teología de la Liberación, se topaba con la resistencia de la curia vaticana y decenas de cardenales al querer modernizar la maquinaria que tenía a la Iglesia anclada al pasado.

Elegido a los 78 años, entendió que sus reformas no marcharían por estar rodeado de lobos; reinaba pero no gobernaba. Intentó acabar con la extendida estrategia del encubrimiento episcopal de los curas abusadores, pecadores y delincuentes. Poner fin a la corrupción imperante en el Vaticano y acabar con el comportamiento mundano de los más prominentes cardenales, enfrentados entre sí, como Tarcisio Bertone, Angelo Sodano y Giovanni Battista Re.

Cansado de una lucha inútil por reformar la estructura vaticana (en poder de los cardenales italianos) y de la Iglesia como un todo, Benedicto XVI renunció en febrero de 2013 y le dejó los problemas a su sucesor, Francisco, quien en los cuatro años que lleva de pontífice ha intentado modernizar una maquinaria gigantesca e inoperante, acercar la Iglesia a los más pobres, luchar en favor del medio ambiente, contra la homofobia, la corrupción y la pederastia.

Logró ya sanear un poco las finanzas del Vaticano y dar más poder a las iglesias locales. Prometió actuar con severidad extrema con los sacerdotes que cometan abusos a menores y contra los obispos o cardenales que los protejan. Mientras, se supo que más de 4 mil 500 menores fueron violados por sacerdotes en Australia, y que entre 2013 y 2015 el Vaticano recibió mil 200 denuncias de abuso sexuales. Además, varios documentos comprueban la protección que san Juan Pablo II dio a los curas pederastas en el mundo.

Sin embargo, en febrero pasado Francisco redujo discretamente las sanciones a varios curas pederastas, aplicando su visión de una Iglesia misericordiosa con los autores de uno de los delitos más graves en el clero y la justicia civil, algo que cuestionan las víctimas y varios asesores pontificios. Recientemente opinó que los abusadores sexuales padecen una enfermedad, término que usan los abogados defensores como factor mitigante para las sentencias canónicas.

La irlandesa Marie Collins, sobreviviente de abusos y prominente integrante de la comisión asesora de Francisco sobre el problema, expresó su consternación ante la reducción de las sanciones y dijo que los pederastas no están tan enfermos como para no tener conciencia de sus actos. Marie renunció a esa comisión (antes lo hizo Peter Sanders, otra víctima de abusos) y acusó falta de colaboración de algunas oficinas de la curia romana.

Sí, los lobos continúan en el Vaticano.