Empezaron los tronidos, y nosotros a correr. Todo fue muy rápido y no pudimos salir por la lumbre que había en los pasillos. Sólo alcancé a tomar una lámina para cubrir a los niños y los abracé. Así recuerda Luis Ángel Soto Bravo el 20 de diciembre pasado, cuando ocurrió la explosión en el mercado de cohetes de Tultepec, adonde había ido con su familia a comprar materiales que serían la diversión en Navidad.

Sentía la quemada en los brazos, pero no podía hacer nada más que aguantar, dice, y también asegura que la ayuda llegó rápido. Los bomberos nos ayudaron a salir y nos empezaron a repartir en las ambulancias, relata.

Él y uno de sus hijos, Christopher, de cuatro años, fueron trasladados en helicóptero al Hospital de Traumatología, Unidad Médica de Alta Especialidad del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Después de algunos días, el pequeño fue llevado al Centro Médico Nacional Siglo XXI, de donde ya lo dieron de alta.

También su hermano Daniel, de seis años, salió de ese nosocomio; su mamá, Daniela Lozada, de 24 años, fue atendida en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste), y hace unos días pudo irse a su casa.

Daños en extremidad superior

Luis Ángel sigue internado en la unidad de quemados de Magdalena de las Salinas, donde, para entrar, los visitantes se deben colocar una bata, cofia y cubrebocas, para minimizar la posibilidad de alguna infección, lo que en este caso es fundamental, porque perdió la totalidad de la piel del brazo izquierdo, así como la mano y los dedos.

Fernando Luján, jefe del servicio, señala que el traslado rápido al hospital ayudó para que lograra sobrevivir.

Aunque el paciente todavía enfrenta riesgos graves, el especialista señala que tiene dos factores a su favor: las ganas de vivir y el apoyo de su familia.

Respecto de las lesiones, Luján explicó que Luis Ángel, quien tiene 25 años de edad, sufrió quemadura de vías aéreas debido a la inhalación de humo caliente y sustancias químicas derivadas de la combustión de hidrocarburos, lo que provoca un edema (hinchazón) que obstruye la respiración y pone la vida en riesgo. De ahí la importancia de la atención médica temprana, enfatizó el especialista.

Además, el paciente presenta quemaduras graves en la totalidad del brazo derecho, así como fractura en el radio del antebrazo izquierdo y algunas quemaduras profundas en diferentes zonas de la extremidad.

Luján detalló que desde su ingreso Luis Ángel ha sido sometido a seis procedimientos clínicos para el tratamiento de las quemaduras, las cuales, por su magnitud y debido a que perdió piel –protección natural del organismo–, involucran un alto riesgo de infecciones que podrían derivar en la pérdida de la extremidad e incluso de la vida.

Luego de 20 días, la herida quedó totalmente limpia y ayer los médicos iniciaron el procedimiento para reponer la piel en todo el brazo izquierdo, mediante microinjertos y con el apoyo de un equipo (MEEK) con la capacidad para aumentar la extensión del tejido que los médicos obtuvieron de una pierna de Luis Ángel.

El especialista estimó que su paciente permanecerá internado tres semanas más si no se presentan complicaciones. Para Luis Ángel será como empezar otra vida, nueva, con mi esposa e hijos, seguir su trabajo de taxista y retomar la escuela: terminar la secundaria, por si se llegara a presentar otro trabajo mejor.

Respecto de la pirotecnia: nunca más. No es cosa de juego. Para nosotros sí lo era, pero ya no, dice y voltea a ver su papá, Andrés Soto, quien ha estado con su hijo todo el tiempo.