17 de diciembre de 2016     Número 111

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Veracruz

Agroecología en Los Tuxtlas:
Caminos hacia la regeneración
del paisaje selvático

Antonio Carrillo Bolea Asesor profesional en proyectos de permacultura y agricultura regenerativa; director operativo de Estampa Verde, AC  www.estampaverde.org, [email protected]


FOTO: Rumbo a la Sierra Madre Oriental AC

La región de Los Tuxtlas, al sur del estado de Veracruz, todavía se caracteriza por su alta biodiversidad, en la que destaca un elevado número de especies endémicas. Gran parte de esta riqueza se debe a los particulares rasgos geográficos de la región que permitieron el establecimiento de diferentes ecosistemas en un variado rango de altitudes sobre el nivel del mar y regímenes de precipitación. En paralelo, existe una variada diversidad cultural que se deriva de los asentamientos humanos desde tiempos prehispánicos hasta la fecha, donde convergen raíces indígenas, negras, europeas y mestizas.

Sin embargo, toda esta riqueza sufre una erosión acelerada desde el siglo pasado y se acentúa de en forma alarmante. A pesar de la implementación de instrumentos legales, como el decreto del Área Natural Protegida (ANP) Reserva de la Biósfera, en 1998 –que trajo consigo abundantes análisis, estudios y recursos financieros para definir e implementar un programa de manejo para la región–, las riquezas biológicas y culturales se siguen deteriorando debido principalmente a las malas prácticas agropecuarias.

Tenemos que entender que el contexto es bastante complejo; es una ANP con alta densidad poblacional, derivada en buena parte del proceso de “ganaderización” de la región ocurrido en 1960-1970, donde hubo la consigna de “colonizar” esas tierras de selva tropical en muy buen estado de conservación, bajo el amparo de la entonces Comisión Nacional de Tala y Desmonte. Esta Comisión se encargaba de vigilar el cumplimiento de apertura de agostadero para ganado o para terrenos de producción agrícola. Ello trajo consigo una cultura depredadora de la cobertura forestal, llegando a perder hasta 80 por ciento de la misma en tan sólo 30 años. Aún existen modos de pensar atávicos derivados de aquellos tiempos violentos de conquista del paisaje, existen productores que prefieren sus prácticas convencionales de manejo del agostadero, que son muy intensivas en mano de obra y en insumos agroquímicos, que apostar por una transformación y diversificación agroecológica.

En este contexto de malas decisiones a nivel gubernamental, poco acompañamiento productivo, falta de instituciones que estén dedicadas a la documentación, preservación y divulgación de los saberes y prácticas tradicionales, es donde hemos tratado de generar una influencia positiva. Iniciamos nuestras labores en el 2005 cuando nos sumamos a las tareas de reforestación del proyecto de ecoturismo Rancho Los Amigos y llevamos un recorrido de regeneración agroecológica desde entonces que hoy hemos consolidado en nuestra organización Estampa Verde.

Rancho Los Amigos, a orillas de la Laguna de Sontecomapan (humedal de la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas, conocida en forma abreviada como Convenio de RAMSAR), es un interesante caso de estudio ya que se trata de una empresa familiar que en su primera etapa estuvo liderada por don Juan Vega, quien fue partícipe, testigo y protagonista de esa primera oleada de colonización y ganaderización de la selva.

Muy a su criterio, el señor Vega decidió que la tumba y quema para el establecimiento de pastizales era un crimen y vendió sus terrenos en la colonia ganadera la Perla del Golfo para poder adquirir, en 1992, el predio donde se encuentra actualmente Rancho Los Amigos. Entonces el rancho no contaba con cobertura forestal alguna, ya que había sido previamente deforestado por su dueño anterior para el establecimiento de pastizales para ganado bovino. Se iniciaron las tareas de reforestación con planta proveniente del vivero del estado ubicado en la comunidad de Pozolapan, que en aquellos tiempos era banco de germoplasma de muchísimas variedades nativas e introducidas. Actualmente el vivero se encuentra en condiciones deplorables debido al total abandono durante cinco años, en los cuales se suspendió el flujo de recursos humanos y financieros de parte del gobierno de Javier Duarte.

Es muy interesante contemplar el paisaje y los procesos que se están llevando a cabo 20 años después de las primeras labores de reforestación. Ahora Rancho Los Amigos está acreditado como una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) extensiva de venado cola blanca, donde también se llevan a cabo actividades de ganadería de ganado bovino de doble propósito, agroforestería, producción de alimento, ecoturismo y talleres y cursos relacionados con la permacultura.

Podemos decir que nos encontramos frente a un escenario prometedor en el cual el lugar puede posicionarse como un centro para la formación de nuevos agentes sociales que puedan colaborar en la regeneración del paisaje por medio del aprendizaje y la práctica de la diversificación agroecológica.

Uno de los grandes retos que enfrentamos es la falta de cultura asociativa en la región en específico, y en México en general, atribuible en parte al desconocimiento del marco jurídico y fiscal para consolidar figuras asociativas que permitan establecer proyectos productivos de mejor nivel y sobre todo con sustentabilidad de triple línea base: económica, social y ambiental.

Sin embargo, el reto más difícil ha sido lidiar con una cultura asistencialista muy arraigada en la región. Una cultura de subsidios sociales que han generado una actitud de conformismo y sembrado división entre diferentes grupos sociales. Los programas gubernamentales están más orientados a subsidiar de forma directa a la población y son prácticamente inexistentes los casos de proyectos productivos que se han logrado consolidar a pesar de los casi 20 años de recursos financieros que han fluido desde los presupuestos nacionales e internacionales. Además de la ineficiencia operativa de los proyectos, hay que sumar la falta de promoción de la flora local, lo cual hace que se promuevan siembras de especies exóticas mientras que especies nativas de posible alto valor comercial desaparecen debido a la pérdida de cobertura forestal original y también debido a que los últimos conocedores de sus usos y aplicaciones se quedan marginados en comunidades indígenas de difícil acceso.

Plantas medicinales, árboles de diferentes tipos de maderas para diferentes usos, plantas comestibles anuales y perennes, diferentes tipos de bambú nativo, cultivos de cobertura, frutales, forrajes tropicales, son tan sólo algunos de los recursos que todavía existen en la región con los cuales se podrían diseñar diferentes modelos de producción agroecológica de alto rendimiento que, además de generar materias primas para satisfacer necesidades de alimentación y vivienda a escala local, propiciarían excedentes para comercializar o productos procesados para ser colocados en mercados nacionales e internacionales con buenos precios para asegurar la sostenibilidad económica de los proyectos en el largo plazo y la multiplicación de sus beneficios hacia otras comunidades.

Es importante entender que la agroecología es mucho más que el establecimiento de cultivos bajo sombra que buscan un mercado de exportación, como el café y las plantas ornamentales que ya tienen varias hectáreas a su favor en la región. Se trata de entender las dinámicas ecosistémicas que suceden en la selva y adecuar prácticas agropecuarias que produzcan alimento para satisfacer las necesidades locales en primer lugar y permitan generar procesos de identidad económica, ambiental y también política. Todavía hay riqueza en el paisaje, en su flora, fauna y sus demás recursos naturales, pero ésta ha sido mal entendida, mal aprovechada, mal administrada. ¿Qué hacer?

Por parte de Estampa Verde, estamos buscando llenar ese vacío en cuanto a la generación de capacidades en la gente local. Queremos contribuir a que las comunidades tengan conocimiento y acceso a los recursos naturales locales y puedan entender mejor el potencial que tienen a su alcance. Nuestra intención es divulgar cómo, por medio del entendimiento y la aplicación de las herramientas de diseño que nos brindan la permacultura y la agroecología, podemos enfrentar algunos de estos retos de maneras creativas y beneficiosas para la naturaleza y para la gente.

La conservación de la selva tropical más al norte del continente americano no se puede llevar a cabo por decreto, se tiene que orquestar una larga marcha para la regeneración del paisaje que involucre rescate de biodiversidad, restauración de suelos y cuerpos de agua y producción de alimento para sus habitantes. Un buen diseño agroecológico puede aportar las estrategias para atender estas importantes necesidades y regenerar el tejido social tan fragmentado como la selva deforestada.

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