Opinión
Ver día anteriorLunes 5 de diciembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Alivio en Austria, incertidumbre en Italia
L

a derrota del candidato presidencial ultraderechista y xebofóbico Norbert Hofer en las elecciones realizadas ayer en Austria, así como el triunfo en ellas del ex vocero de los Verdes, Alexander Van der Bellen, aporta una nota de tranquilidad en un contexto mundial caracterizado por un preocupante giro al aislacionismo y los nacionalismos populistas y reaccionarios, del que la elección de Donald Trump en Estados Unidos es ejemplo cimero, más no único.

Ciertamente, el cargo presidencial tiene en Austria una condición casi meramente ceremonial y lo que estaba en juego en los comicios de ayer era simbólico, pero la derrota del aspirante islamofóbico y racista deja ver que, pese a todo, entre la mayoría de los votantes del antiguo corazón del imperio austrohúngaro aún predominan, aunque no con la contundencia numérica deseable, el sentido común y valores civilizatorios básicos.

El proceso electoral austriaco tiene también una proyección europea, por cuanto ocurre en vísperas de los comicios en Francia, Alemania y Holanda y a ellos concurrirán formaciones ultraderechistas que buscarán, con distintas probabilidades, hacerse del poder para, entre otras cosas, dinamitar lo que queda de la Unión Europea (UE) tras la salida de Gran Bretaña ( Brexit).

De signo distinto, aunque no precisamente opuesto, es el resultado del referendo realizado ayer en Italia, en el que el dimitente primer ministro Matteo Renzi puso a consulta su propuesta de reforma del Estado, consistente en la reducción del Senado a un órgano casi exclusivamente ceremonial, la concentración de atribuciones del poder central en detrimento de los poderes regionales y una cláusula de gobernabilidad para dar sobrerrepresentación parlamentaria a la fuerza política más votada.

El proyecto fue rechazado de manera contundente por el electorado –casi 60 por ciento de los votos fueron por el no–, lo que configura un voto no necesariamente antisistema, pero sí antigobierno. Es inquietante, en todo caso, que las derechas italianas hayan festejado la derrota de Renzi como un triunfo de las posturas reaccionarias.

Así las cosas, el empeño del ex primer ministro por resolver la crónica ingobernabilidad de Italia –donde los gobiernos dependen de equilibrios legislativos tan frágiles como efímeros, lo que da por resultado que en las últimas seis décadas la duración de los gobiernos sea, en promedio, de sólo trece meses– desemboca en una nueva crisis sin solución a la vista, luego de que el jefe de gobierno hizo frente al fracaso de la propuesta con el anuncio de su dimisión. El hecho es preocupante porque la persistencia de la inestabilidad política italiana agrega factores de incertidumbre a una Unión Europea que ya los tiene en exceso y añade zozobra al panorama económico mundial, de por sí alterado por el Brexit, la irrupción de Trump en la Casa Blanca y otros factores.