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Vigilantes voluntarios imponen toque de queda e inspeccionan en retenes a fuereños

En poblados indígenas de Hidalgo, ocho intentos de linchamiento en cinco semanas
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Vecinos del barrio La Reforma, municipio de Ixmiquilpan, Hidalgo, intentaron linchar a un presunto ladrón el pasado 21 de octubre. Tras golpearlo, lo entregaron a la policía municipalFoto Juan Ricardo Montoya
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 10 de noviembre de 2016, p. 35

Pachuca, Hgo.

Comunidades indígenas de Hidalgo, principalmente del Valle del Mezquital, crearon guardias comunitarias para combatir la inseguridad –de la que responsabilizan a fuereños–, ante la ineficacia y la corrupción que imperan en las policías municipales.

Desde finales de 2010 han aplicado medidas como toques de queda e inspecciones a quienes ingresan a sus territorios.

Con base en sus usos y costumbres, han impuesto sanciones a quienes ingieren bebidas alcohólicas en la calle, conducen vehículos a velocidad excesiva e ingresan a los poblados en horarios no permitidos.

En esa región del noreste de la entidad, donde se asentaron los otomíes o ñañús –pueblo aguerrido que, según historiadores, no se dejó dominar por los aztecas–, en las cinco semanas recientes ocurrieron ocho intentos de linchamiento de supuestos delincuentes.

Seis sucedieron en municipios del Valle del Mezquital (Ixmiquilpan, Mixquiahuala, Actopan y Tlahuelilpan), otro en Acatlán, municipio del Valle de Tulancingo, y el más reciente en Mineral de Reforma, conurbado a Pachuca, la capital del estado.

En junio pasado, una turba linchó a un hombre y lesionó a una mujer en la plaza principal del municipio de Tlaxcoapan, en el Valle del Mezquital, al confundirlos con secuestradores.

En Portezuelo –comunidad de mil 500 habitantes del municipio de Tasquillo– el toque de queda se aplica diario a las 22 horas y termina entre las 4 y 6 horas, informó el ex delegado municipal Bruno Ortiz Martínez.

La medida, dijo, se puso en práctica hace seis años ante el incremento de la delincuencia y la ineficiencia de la policía local, que apenas tiene 20 elementos para dar servicio a 28 localidades.

Juan Ortiz Martínez, ex subdelegado municipal de Portezuelo e integrante del comité de seguridad, explicó que el toque de queda evita que por las noches llegue gente extraña que nada tiene que hacer en los pueblos y en muchas ocasiones sólo ingresa a delinquir. Precisó que no es un toque de queda estricto que obligue a los vecinos a permanecer en sus casas.

Detalló que a las 22 horas se inicia el patrullaje con grupos de entre cuatro y cinco vecinos que se turnan para hacer los rondines. “Si una persona que no es de la comunidad llega a Portezuelo durante el toque de queda se le detiene en alguno de los accesos, se le pide una identificación y que explique el asunto que lo trae. Si se identifica y comprueba que visita a un familiar, un amigo o responde a una emergencia, se le acompaña hasta la casa de quien visita y no se le molesta.

Pero si no se identifica, no quiere decir a qué viene o no tiene a quién visitar, no lo conocen y quiere ingresar, la comunidad lo detiene y remite a las autoridades correspondientes, subrayó Ortiz Martínez.

En algunos casos se imponen a los detenidos sanciones económicas, cuyo monto se fija según la actitud que asuma la persona. Si opone resistencia o muestra una actitud sospechosa, se le impone una sanción fuerte, señaló sin precisar el monto.

Ante las versiones de que los vecinos portan armas de fuego en los rondines, el ex delegado municipal en Portezuelo respondió: Sólo estamos armados con radios de comunicación que compró la comunidad.

Relató que la aplicación del toque de queda se acordó a finales de 2010, en una asamblea de colonos preocupados por el constante ingreso de delincuentes a la demarcación.

Por muchos años se acusó injustamente a Portezuelo de ser cuna de delincuentes, cuando en realidad era punto estratégico para asaltar autobuses y ocultarse por estar entre dos carreteras federales: México-Laredo y México-Querétaro.

Para acabar con la mala fama y evitar a los criminales, sus habitantes decidieron hacerse cargo de la seguridad. Luego los emularon comunidades vecinas de Santiago Ixtlahuaca, La Vega, Panales, El Espíritu, del municipio de Ixmiquilpan; El Deca, municipio de Cardonal, y Zozea, municipio de Alfajayucan.

En El Arbolado y otros pueblos de Tasquillo abundan los letreros en los que se advierte a los fuereños que está prohibido ingresar después de las 21 horas.

Desde febrero de 2015, luego del asesinato de dos mujeres, los vecinos de Taxhuada, municipio de Mixquiahuala, formaron sus policías comunitarias. Aunque decidieron no decretar toque de queda, armados con machetes y palos recorren por la noche las calles en un viejo vehículo con torreta.

En esas localidades, así como en Tizayuca, Mixquiahuala y colonias populares de Pachuca proliferan mantas y folletos en los que advierten que lincharán a quien sorprendan robando o cometiendo otros ilícitos.

En Tula, los pobladores de El Llano, primera sección, están preocupados por la aparición de la banda delictiva Los Paulines. Sin embargo, les han advertido que si los sorprenden van a lincharlos.