Opinión
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Crear destino
V

otar en libertad es una de las esencias de la democracia. De los cerca de 40 millones de iberoamericanos que trabajan y viven en Estados Unidos 27 millones hubieran podido inscribirse para votar. Sólo 17.5 millones lo hicieron y se espera que 15 millones de mexicanos, salvadoreños, ecuatorianos, chilenos, colombianos, bolivianos, nicaragüenses, venezolanos voten mañana. Ojalá lo hagan. Mucho de lo que en las conversaciones y en el íntimo pensamiento llamamos destino puede crearse y comenzar a construirse con su voto.

Estoy seguro de que cuando los hombres y mujeres de nuestros pueblos soñamos con el mundo que anhelamos, la respuesta es clara: aspiramos a tener una vida más justa, más libre. Ese mundo sí es posible si votamos en libertad. Porque votar en libertad nos convierte en ciudadanos más responsables. Ciudadanos justos y solidarios, comprometidos con la equidad, con el diálogo, con la concordia, con la justicia y la libertad. Ciudadanos participativos y comprometidos con las causas de los que menos tienen.

Los hombres y mujeres en sociedad somos creadores y transformamos nuestro entorno. Así generamos cultura y construimos valores. Y gracias a la pasión y a los ideales de generaciones y generaciones de iberoamericanos, uno de los valores más importantes para nosotros es el de la democracia. No sólo como sistema político, sino como forma de vida basada en la libertad y en la responsabilidad; sustentada en la tolerancia y el diálogo como métodos para dirimir con respeto las diferencias y construir acuerdos.

Votar en libertad tiene las mejores consecuencias en las maneras en que convivimos, en las estrategias con las que buscamos satisfacer nuestras aspiraciones de bienestar y desarrollo. Nunca como mañana en Estados Unidos votar en libertad influye en la persona en su escala más humana, tiene un impacto en la justicia, genera igualdad de oportunidades y puede convertir a nuestra vida en una cotidianidad más justa y más libre.

Es fundamental acrecentar nuestra confianza en la participación de los iberoamericanos en la vida pública para humanizar la política en Estados Unidos. Con la certeza de que así privilegiamos la dignidad de las personas, con la seguridad del compromiso que siempre hemos de mantener con la verdad frente a la manipulación, al control de las conciencias. Votar en libertad también nos hace libres: libres de mentiras, libres de sospecha, libres para hacer el bien.

El autoritarismo totalitario debe encontrar en la dignidad del voto de los iberoamericanos una barrera firme y poderosa que le impida instalarse en la vida pública. El voto libre es una barrera contra la denigración. Con el voto en libertad, ni autoritarismo ni descalificación basada en el racismo. Porque es una tarea urgente acabar de una vez y para siempre con la cerrazón que no escucha y que busca que las decisiones sobre la vida pública sean tomadas por otros.

La acción sin descanso de la sociedad civil iberoamericana, poderosa en Estados Unidos, en el momento de votar nos habla de una democracia que se articula a lo cotidiano en la vida de las comunidades y en sus procesos de participación.

No permitamos que se imponga el reposo porque la amenaza de retroceso está latente en todos los ámbitos de la vida. Desde aquí los invito. Vayan juntos a sembrar el valor de la civilidad como una cultura que enaltece el respeto y rechaza la denigración.

La cultura democrática de los iberoamericanos es el capital social más grande y efectivo. La voluntad de participar de manera informada y responsable representa la posibilidad de crear destino como una ciudadanía más crítica.

Al votar en libertad se tiene la oportunidad de recuperar la sabiduría y la imaginación creadora de grandes ciudadanos de América que lucharon en el siglo XX para fortalecer la vida democrática. La lista es larga. Pensemos sólo en tres: Manuel Gómez Morín, Salvador Allende, Martin Luther King. Como a ellos, votar en libertad nos convierte en hombres y mujeres más fuertes, más valientes y más libres. Vayan a votar en libertad. Es una invitación a honrar los valores de la Iberoamérica más combativa. Voten en libertad y construyan, juntos, el destino luminoso que sueñan. Así sea.