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Muestra 50 piezas adquiridas a partir de la década de los 90

Reflexión sobre la decadencia del mundo en el museo Reina Sofía

La exposición llama la atención sobre la injusticia del neoliberalismo

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Manuel Borja-Villel, director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, señaló que se escogieron piezas que reflejan la crisis sistémica que atraviesa nuestra sociedadFoto Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 27 de octubre de 2016, p. 6

Madrid.

Una reflexión sobre el mundo contemporáneo, con sus profundas contradicciones y desigualdades, con los dramas colectivos e individuales provocados por la crueldad y severidad de un modelo, el neoliberal, que desprende un hedor de podredumbre y muerte. En los albores del siglo XXI, el ser humano camina ciego por la ruta trazada de forma inexorable por la globalización, capaz de crear una nueva razón mundial que atraviesa todas las esferas de la existencia humana. La exposición Ficciones y territorios: Arte para pensar la nueva razón del mundo pretende, a partir de 50 obras multidisciplinarias y creadas a partir de la década de los 90, explicar los cimientos de la civilización que hoy caminamos, muchas veces a ciegas, otras tantas enarbolando la resistencia y el antagonismo.

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, dirigido desde hace ocho años por el brillante historiador catalán Manuel Borja-Villel, presentó una cuidada selección de 50 piezas adquiridas en años recientes y que representan precisamente la explicación de un mundo a la deriva.

Cuando asumió el cargo, Borja-Villel se empeñó en explicar precisamente las graves y profundas contradicciones del modelo neoliberal-capitalista, que además vive una crisis sistémica de consecuencias imprevisibles. Y utilizar precisamente la figura del museo para lanzar diatribas contra un orden establecida a todas luces injusto y que los artistas reflejan a diario en sus creaciones.

Desde esa visión crítica y expuesta sin tapujos, Borja-Villel y su equipo de colaboradores continuaron la labor de adquisición de nuevas piezas para la colección permanente, en la que tenían más visos de ser seleccionadas aquellas piezas que reflejaban precisamente esa crisis sistémica que atraviesa nuestra sociedad; lo mismo reflejada en una lucha de clases cada vez más honda y al mismo tiempo diseminada, que en la soledad y el aislamiento de los grandes olvidados del neoliberalismo. Es decir, de la periferia de la sociedad, de los pobres, de las comunidades indígenas, de los obreros del mundo rico y pobre, de los pepenadores de Colombia, México o la India, de los barrios periféricos de las grandes ciudades que aglutinan cual despojos a las comunidades de migrantes extranjeros o desterrados de sus países por guerras internas, el hambre y la desesperanza.

La exposición no disimula en mostrar abiertamente su perplejidad ante un mundo a la deriva, que al mismo tiempo que profundiza en la desigualdad y el desenfreno consumista también reflexiona sobre la resistencia, el cuestionamiento razonado a un escenario desolador tanto desde la ficción, el humor y la inspiración artística más brillante como desde el escepticismo más hondo ante la llegada de un tiempo nuevo con más luz. Y se hace además desde los formatos más diversos: la fotografía, la pintura, el video, las instalaciones, los grabados, las intervenciones...

El propia Borja-Villel explicó que la exposición “quiere acercar al espectador a los lenguajes y a las prácticas artísticas realizadas, tanto a escala nacional como internacional, desde finales de la década de los 90 hasta la actualidad. Periodo que se define por el más feroz neoliberalismo en lo económico y cuya presión impacta en lo político y social, atravesando todas las esferas de la existencia humana y creando una ‘nueva razón’ mundial”.

Los curadores de la muestra establecieron las líneas argumentales y conceptuales que van desde la enunciación de la crisis del Estado-nación, la reflexión sobre los espacios de excepción, la utilización del cuerpo como territorio, la documentación de la ciudad como lugar de habitación y especulación, la ficción y el humor como estrategias frente a la supuesta objetividad de la tecnología y sus paradigmas científicos o la revisión de los lenguajes de la modernidad y sus vinculaciones con los procesos coloniales.

Entre los piezas elegidas se encuentran un ensayo fílmico de Allan Sekula, una videoinstalación de Harun Farocki y Antje Ehmann, una serie de fotografías de Jorge Ribalta, los retratos ecuestres de Jon Mikel Euba, la instalación de Ibon Aranberri, el video de Antoni Muntadas, la pieza de Eric Baudelaire, la película de María Ruido, el ensayo fotográfico de Patrick Faigenbaum, los estudios sobre los procesos de gentrificación de ciudades como Madrid, dos piezas sobre la crisis en Argentina en 2001, realizadas por Alice Creischer y Andreas Siekmann... Una parte destacada de la muestra es el trabajo realizado por la fotógrafa de origen maya Maruch Sántiz Gómez sobre el universo visual en torno al sistema de creencias y rituales ancestrales en San Juan Chamula, donde acompaña las imágenes de textos en su lengua materna, el tzotzil, y reproduce distintos proverbios indígenas.

La exposición se podrá ver hasta el próximo 15 de marzo.