Editorial
Ver día anteriorSábado 22 de octubre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciberataques: descontrol y afectaciones
U

n conjunto de ataques cibernéticos efectuados ayer contra Dyn, proveedor de Internet, generaron interrupciones en el servicio de sitios web con proyección internacional, como Twitter, Spotify, Amazon, Netflix o The New York Times, y millones de usuarios. Se trata, de acuerdo con especialistas, de la embestida más grave en la reciente década, que proyectó la falibilidad de los servicios de Internet en una escala inédita.

En efecto, aunque la arremetida se centró inicialmente en la costa este de Estados Unidos, terminó por afectar a alrededor de mil millones de usuarios en todo el mundo. De acuerdo con la empresa afectada, que se encarga de gestionar las direcciones de las páginas web, las incursiones estuvieron bien planificadas y ejecutadas y procedieron de decenas de millones de direcciones IP al mismo tiempo.

Por el momento, no hay claridad –o al menos no públicamente– sobre la autoría de los ciberataques. Ayer mismo las autoridades estadunidenses, al hacer una valoración preliminar de ese acto, señalaron que se trataba de un caso de vandalismo cibernético y descartaron, al menos de inicio, la posibilidad de que el ataque haya sido promovido por otro país. No obstante, un elemento de contexto insoslayable son las insinuaciones y acusaciones directas lanzadas por Washington contra Moscú por la realización de ataques informáticos para interferir en el proceso electoral de la nación vecina.

Lo claro, en todo caso, es que el episodio mencionado pone en perspectiva la vulnerabilidad que enfrenta la sociedad actual, cada vez más proclive a ser afectada por ataques cibernéticos de distinta índole, con independencia de los propósitos de sus autores. En efecto, el carácter nocivo de episodios de piratería como el registrado ayer –orientado principalmente contra empresas de la industria de la información y el entretenimiento– no puede compararse con la devastación y el sufrimiento ocasionados por las acciones bélicas tradicionales. Sin embargo, en la medida en que las sociedades están más interconectadas y la infraestructura depende de sistemas informáticos, el potencial dañino de estos actos se incrementa notablemente, sobre todo en lo que se refiere a la seguridad de estados nacionales y de los datos personales.

Al igual que ocurre con otros fenómenos propios de la realidad contemporánea –caracterizada por la creciente incidencia de eventos y actores no estatales–, los ataques cibernéticos, en tanto efectos colaterales de la globalización económica e informática, plantean todo un reto para las estructuras estatales encargadas de la seguridad de los países. Hasta el momento, sin embargo, brilla por su ausencia la capacidad de las naciones desarrolladas –por no hablar de las pobres y dependientes, como México– para prevenir y contener acciones de esta naturaleza o, por lo menos, para salvaguardar la información y la seguridad de las personas.