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Producción, competitividad y mercado, sus fines

Enseñanza en el continente, centrada en el reduccionismo antropológico: CEM
 
Periódico La Jornada
Domingo 16 de octubre de 2016, p. 14

Las reformas educativas emprendidas a escala continental están centradas en la adquisición de conocimientos y habilidades, por lo que denotan un claro reduccionismo antropológico, consideró el obispo Alfonso Miranda Guardiola, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

Añadió que estos cambios conciben la educación en función de la producción, la competitividad y el mercado y con frecuencia propician la inclusión de factores contrarios a la vida, la familia y a una sana sexualidad.

De esta forma no despliegan los mejores valores de los jóvenes ni su espíritu religioso; tampoco les enseñan los caminos para superar la violencia y acercarse a la felicidad ni les ayudan a llevar una vida sobria y adquirir aquellas actitudes, virtudes y costumbres que harán estable el hogar que funden y los convertirán en constructores solidarios de la paz y del futuro de la sociedad.

Ante esto, subrayó que hay que construir un cambio cultural. No sólo de sancionar lo que sucede en el presente, sino sobre todo fincar las bases para una nueva civilización mucho más humana y justa, al promover la globalización de la solidaridad.

Al participar en el 12 Congreso Nacional de Escuelas Particulares, el obispo remarcó que es necesario educar con una antropología humana, integral y trascendente, y expuso que la finalidad de los educadores debe ser formar y trabajar para la transmisión de una verdadera experiencia humana, porque educar no se trata de comunicar sólo información y técnicas, sino de acompañar al educando, que es persona, a descubrirse persona.

Indicó que la Iglesia católica tiene mucho que ofrecer en este ámbito, ya que es experta en humanidad. Ella tiene una antropología cristiana precisa que debe conocer y transmitir, y apuntó que se debe dar una formación integral.

La educación debe iniciar con los fundamentos filosóficos e incluso teológicos. Éstos marcan los principios esenciales de la persona y le dan rumbo. Es urgente que las instituciones educativas promuevan una nueva cultura basada en esquemas y valores profundamente cristianos.

El jerarca indicó que se debe educar para ofrecer hombres y mujeres que sepan servir. Que no sólo busquen el éxito, el prestigio, la fama, el dinero, el poder. La tarea es formar integralmente hombres y mujeres de bien: buenos ciudadanos, buenos padres y madres de familia, buenos políticos, buenos parroquianos, buenos empresarios, buenos sindicalistas, buenos locutores de medios de comunicación, buenos juristas, entre otros.