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Yishai Jusidman y la abstracción realista
A

l saber de la actual muestra en el Muac, inaugurada a finales de agosto fui a verla en óptimas condicions (el museo estaba cerrado, pocas personas deambulaban). La muestra se titula Azul de Prusia. Al respecto diré que esa tonalidad no equivale al azul ultramar ni tiene nada que ver con la pulverización del lapislázuli.

Por tanto, el pigmento no fue en modo alguno equiparado en el Renacimiento (en cuanto a su precio) con el pan de oro utilizado por Giotto o después Fra Angelico, quienes usaron el llamado azul ultramar natural que se obtenía mediante la recolección de esas piedras semipreciosas que se encontraban predominantemente en lo que ahora correspone a Afganistán. Después se sometían a pulverización para extraerles el preciado tono azul. El de Prusia es un colorante sintético que tiñe.

El azul de Prusia al que se refiere Yishai Jusidman y los curadores de esa muestra es, como anotan, descubrimiento un tanto aleatorio de un químico alemán y se usó inicialmente para teñir telas, las mismas con las que se confeccionaron los uniformes prusianos. A este color sobrio y muy usable solemos denominarlo azul marino; en algunos casos, cuando se usa desleído, su coloración no es grata, no serviría para el manto de la Virgen María como sí sucedía con los productos del lapilázuli, que eran de varias categorías dependientes igualmente de los procesos usados en su fabricación.

Lo notable de la muestra de Jusidman es que remite a ese color en varias modalidades, todas relacionadas con el Holocausto. Las más directas parten de fotografías, algunas tomadas por el propio autor, otras ya existentes, que han dado lugar a pinturas al acrílico. No parten de fotografías encuadradas de manera tradicional, son detalles y la totalidad de las tomas están hechas en los campos de exterminio. Excepto una, que connota direcamente la casa del arte, donde se exhibieron las obras de arte degenerado, las demás entrocan elementos o detalles tanto internos como externos, la mayoría arquitectónicos de esos sitios que fueron objeto de un minucioso recorrido por el autor, una suerte de peregrinaje que abarcó Treblinka, Buchenwald (a partir de 1941 Auschwitz), Dachau, Birkenau, donde quedaron sólo remanentes de barracas.

Antes de que se ensayaran varios medios de rememoración, Jusidman tomó una fotografía de lo que quedó de las barracas, Magdanek, Sobibor y otros. La bitácora del peregrinaje fue dirigida por el autor a Gabriela Rangel, curadora de la exposición del mismo título inicialmente presentada en Americas Society de Nueva York.

El tema involucra el quehacer de estas obras, por lo que la muestra ocupa varios rubros que en la medida de lo posible son los que han guiado el trabajo museográfico del Muac como siempre atendiendo a las características espaciales del sitio.

Hubo la peculiaridad de que gracias a la decisión de mi acompañante, Adán, operario del equipo educativo del museo, yo empecé a verla al revés, es decir, por el rubro dedicado a los trapos y las marcas; entonces adquirí la idea al revés, es decir, por el epílogo, con lo que sólo fui estableciendo la vinculación con el Holocausto a medida que avanzaba, pues no vi de primera mano la sección mimética ni la dedicada específicamente al azul de Prusia, además de que ignoraba la génesis de este color, que me fue debidamente explicada.

De modo que lo primero que vi fueron los llamados trapos antes de ver lo que en la edición actual el catálogo personifican o simbolizan como abyección, según anota en la posdata de su excelente ensayo Andrew Weinstein. De este autor se reprodujo un texto que fue publicado originalmente en Abscence Presence. Critical Essays of the Artitic Memory of the Holocaust en 2005, en Syrcuse. Para la edición actual del Muac, el mismo autor proporcionó una utilísima posdata en la que afirma, según las usanzas semióticas de la época, que los significantes se connotan sólo a sí mismos, esa es la clave de la muestra: el azul de Prusia, como color (ofrece múltiples variantes y hay unos paneles pintados parejo que se denominan azul de Prusia. Al ver que uno de ellos contenía mucho rojo, me sorprendí, pero cada quien ve lo que puede mirar o a lo mejor eso tiene que ver con la cochinilla y en efecto la preparación del azul de Prusia en ese panel contenía rojo.

Desde mi punto de vista una de las valías principales de la muestra es que inevitablemente remite al libro catálogo sin el cual lo expuesto es una buena exposición de pintura con una sección figurativa integrada por cuidadísimas versiones al acrílico con óleo de escenas fotográficas que son no sólo bien elegidas, sino muy construidas con todo y ser alusivas a la catástrofe y otra sección que enaltece o da cuenta del acto de rememorar incluso a través de los elementos, como el color aparentemente puro, los trapos de limpieza montados en los enarcados que en realidad pueden funcionar como pinturas abstractas. Algunas hasta hermosas independientemente de su origen también se significan como manchas de diferentes densidades y tonos azulados distribuidas en un lienzo y limpiamente enmarcadas Son los residuos del hecho de pintar, el conjunto es una rememoración.