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No Sólo de Pan...

¿De pastelillos?

L

a oleada de empobrecimiento que provocará el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) propuesto por la Secretaría de Hacienda y denunciada por Acción Ciudadana frente a la Pobreza (que integran decenas de organizaciones sociales) implica una baja de recursos al agro que fue calificada de inaceptable en el foro Presupuesto con Justicia por organizaciones campesinas quienes además subrayaron que el presupuesto debería favorecer a los pequeños agricultores y particularmente a las mujeres cultivadoras que aportan 70 por ciento de los alimentos que se consumen en el país (La Jornada, 23/9/16, notas de Angélica Enciso L. y de Matilde Pérez U.) Entretanto, nosotros los lectores nos vamos acostumbrando con impotencia, pese a nosotros mismos, a estas informaciones y coletazos económicos que todavía no nos relegan a la misma situación desesperanzada de la mayoría, efecto de una recesión inducida por las autoridades gubernamentales con sus reformas, ejecutadas por encima de la voluntad popular con la hoz de la calaca (antítesis de la del martillo) debido a su obediencia servil al espíritu de la Globalización del Mercado concentrador de capitales.

Sin embargo, estamos condenados no sólo a presenciar la reacción sino a participar de un modo u otro en la acción (si aún vivimos en unos años y de seguir la tendencia de esta política económica que lleva ya unos treinta) de los cada vez más numerosos empobrecidos y desesperados habitantes de nuestro país, no sólo por el hambre sino por la enfermedad y muerte que les ha acarreado la alimentación industrial que se les obliga a ingerir cada día, a través de la inducción subliminal seguida de adicción de, por ejemplo, el glutamato monosódico incorporado a toda la comida chatarra, o la bebida de la muerte que no es el alcohol, sino una de sobra conocida por los mexicanos que consumen en una proporción tres veces mayor que los ciudadanos de los otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), porque acá, las autoridades no sólo no limitan su consumo, como sus homólogos, sino que se apoyan en esta firma refresquera para promover la salud pública (¡¡¡), tal como advierte Alejandro Calvillo, presidente de El Poder del Consumidor (La Jornada, 20/9/16, nota de César Augusto Arellano), lo que cualquiera puede constatar observando el marco de los eventos deportivos donde se supone que los competidores reponen su desgaste físico con la mezcla venenosa de la C-C. Mientras que la menos dañina industria cervecera del país sí hace una campaña llamada No te hagas güey, que, a pesar del dudoso gusto de su título, convoca a los expendedores a no vender esta bebida alcoholizada a menores. Pero, claro, son prioridades del gobierno las del mercado neoliberal transnacional.

Del mismo modo, las medidas para empobrecer el agro hasta un tercio más mediante el recorte presupuestal para 2017 (datos de especialistas del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México) no sólo no son medidas necesarias para la economía del país, sino que no son ninguna casualidad, pues eliminar de los recursos para la producción a alrededor de 800 mil campesinos es sacarlos de ser un eslabón útil y virtuoso en la cadena alimentaria nacional para convertirlos en consumidores de comestibles agroindustriales a fin de encadenarlos en la lógica de la acumulación del capital transnacional. Dice David Lozano Tovar del CAM: “de aprobarse el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2017, sin una recanalización de recursos al agro (habrá) un enorme retroceso (que) generará mayor pobreza”, lo que debe completarse con la siguiente reflexión: ¿no se trata justamente de eso, de irse deshaciendo del sobrante de población que pesa sobre la faz de la Tierra, según han venido predicando archiconocidos políticos de Occidente, desde el fin del siglo XVIII hasta este siglo XXI? Pero la historia ha demostrado que los pueblos resisten a su extinción: no se avientan voluntariamente al abismo cuando han llegado al borde. Y la política económico- alimentaria federal se parece sospechosamente a la respuesta de una reina francesa, que parafraseamos: ¿el pueblo exige tortillas? ¡arrójenles donas Bimbo!