Opinión
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México SA

Gasolinas al límite

Crece importación

Precios históricos

C

on bombos y platillos la Secretaría de Hacienda divulgó ayer la buena nueva –por llamarle así– de que en octubre los precios de las gasolinas Magna y Premium se mantendrán en 13.98 y 14.81 pesos por litro, aunque el correspondiente al diésel aumentará 18 centavos (1.3 por ciento) para venderse a 14.63 pesos.

Lo anterior debe entenderse como la antítesis de la promesa del actual inquilino de Los Pinos (compromiso notariado durante mi campaña electoral), en el sentido de que, gracias a la reforma energética, los citados precios se reducirían para regocijo de los mexicanos. En los hechos, desde luego, ha sucedido todo lo contrario y tales precios se encuentran en niveles históricos. Nunca antes los consumidores nacionales habían pagado tanto por los combustibles.

En su intento (fallido, a todas luces) de amortiguar el cúmulo de recordatorios maternos que provocan los aumentos (que la versión oficial aseguraba serían descuentos), la Secretaría de Hacienda recurre al viejo truco de los promedios para afirmar que los precios máximos promedio en el periodo enero-octubre de 2016 son menores al promedio observado en 2015 en uno, 0.8 y 1.8 por ciento para las gasolinas Magna, Premium y el diésel, respectivamente.

Sin embargo, los mexicanos no pagan promedios, sino el día a día de los precios impuestos por la citada dependencia (de los que cerca de la mitad son impuestos), y en este contexto los precios de los combustibles se ubican en un nivel nunca antes registrado y son los que pagan los consumidores.

La buena nueva, según Hacienda, es que no habría mayores alzas en lo que resta de 2016, y aunque intenta vender esta situación como una gracia, en realidad la dependencia del Ejecutivo es víctima de los candados que ella misma acordó con el Congreso, en el sentido de que los precios máximos de los combustibles que se expenden en el país sólo podrían moverse (hacia arriba o abajo) dentro de una banda de 3 por ciento, margen (al alza, desde luego) que ya agotó.

Entonces, es previsible que los precios de los combustibles no registren aumentos en lo que resta de 2016, pero no sería por la buena voluntad gubernamental ni por su (ficticio) interés de cuidar el bolsillo de los consumidores, sino por el simple hecho de que ya quemaron todos sus cartuchos. Así, están al tope, a menos, claro está, que recurran al viejo truco de las adecuaciones internacionales para justificar nuevas y contundentes alzas.

De cualquier suerte, se acerca el primero de enero de 2017 y junto a él la intención gubernamental de liberar el mercado de las gasolinas, algo que deberá aprobar el Congreso (y como todo lo aprueba, es previsible que suceda), con lo que desaparecería la citada banda y los precios serían de arráncame la vida. De hecho, algunos especialistas en el tema ubican tales precios por arriba de 16 pesos por litro el año que viene, de tal suerte que los mencionados recordatorios se escucharán hasta en el último rincón de esta República de discursos.

Cómo olvidar que en su campaña electoral Enrique Peña Nieto ofreció a los consumidores mexicanos menores precios de los combustibles y tarifas eléctricas más reducidas. Ello, desde luego, condicionado a la aprobación de la reforma energética que presentaría como inquilino de Los Pinos. Sucedió esto último, pero ni lejanamente cumplió su compromiso.

Pues bien, cuando el primero de diciembre de 2012 EPN se instaló en la residencia oficial, el precio por litro de gasolina Magna era de 10.72 pesos; el de Premium de 11.28, y el del diésel de 11.08 pesos. Cuarenta y seis meses después (incluido el aumento para octubre) tales precios treparon, en el mismo orden, a 13.98, 14.81 y 14.63, es decir, un incremento en el periodo de 30.4, 31.3 y 32 por ciento, respectivamente. En igual lapso la inflación oficial fue de 11.47 por ciento.

Oficialmente, el último gasolinazo mensual se registró en diciembre de 2014 (ya aprobada la reforma energética). A partir de 2015, prometía el ex ministro del (d) año (el tal Videgaray), que ya no habrá incrementos mensuales al precio de la gasolina. Y cierto fue: en enero de ese año la Secretaría de Hacienda aplicó uno, pero equivalente al anual.

Ya con la reforma energética aprobada y victoriosa (versión oficial) en enero de 2016 los precios de las gasolinas y el diésel bajaron a 13.16 (Magna), 13.98 (Premium) y 13.77 (diésel) pesos por litro. Pero sólo fue para agarrar vuelo, porque en octubre del presente año se venderán 6.23, 5.94 y 6.25 por ciento más caro que en el arranque de la temporada sin gasolinazos.

Paralelo al aumento de precios se ha registrado el incremento sostenido de la importación de combustibles, hasta llegar a niveles nunca antes registrados. Por ejemplo, en diciembre de 2012 en el mercado exterior se compraron casi 396 mil barriles diarios de gasolinas y poco más de 133 mil de diésel. Para agosto de 2016 (el registro oficial más reciente) tal volumen había crecido a 522 mil y 195 mil barriles, respectivamente, es decir, un aumento de 32 y 47 por ciento, respectivamente.

Y van por más, porque la elaboración interna de gasolinas y diésel registra un desplome cercano a 30 por ciento entre diciembre de 2012 y agosto de 2016. Lo anterior se traduce en alrededor de 120 mil barriles diarios menos de gasolinas y 90 mil de diésel de facturación nacional. Lo mismo ha sucedido con el gas licuado, querosenos y combustóleo, al tiempo que la importación de gas natural aumentó 102.5 por ciento en igual periodo.

De cereza, la Secretaría de Hacienda no cede en su empeño de darle la puntilla a la primera empresa del país, Petróleos Mexicanos, a la que recorta su presupuesto un día sí y el siguiente también, pero le exprime hasta el último centavo y la obliga a endeudarse a niveles insospechados. No es gratuito, pues, que la ex paraestatal cada día produzca menos, en detrimento de la nación.

Entonces, preparaos, mexicanos pagadores, que ya viene –se supone que ahora sí– la liberación de los precios de gasolinas y diésel. Y como parte de la modernidad en cada expendio de combustibles en letras de oro y con luz neón aparecerá el compromiso de Peña Nieto con los mexicanos: bajaré los precios, compromiso notariado durante mi campaña electoral. Agárrense, pues.

Las rebanadas del pastel

Mientras la OPEP intenta revivir y alcanzar acuerdos que estimulen el precio del crudo, ayer el billete verde se vendió a 19.82 inexistentes pesitos en Bancomer y a 19.68 en Banamex.

Twitter: @cafevega