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La renovación inmobiliaria del Centro, inalcanzable para vecinos

Personas de mayor poder adquisitivo sustituyen a los habitantes originarios

Critican colonos que el gobierno no edifique vivienda de interés social

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Las viejas vecindades y edificios en abandono cedieron el lugar a nuevos conjuntos de departamentos en el callejón de Leandro ValleFoto Rocío González
 
Periódico La Jornada
Sábado 10 de septiembre de 2016, p. 31

Con el repoblamiento del Centro Histórico, las viejas vecindades y edificios en abandono han cedido el lugar a nuevos conjuntos de departamentos, que se encuentran fuera del alcance de los bolsillos de las familias nativas, las cuales son desde lejos testigos de la transformación de sus calles y de la revitalización del primer cuadro de la ciudad.

Recientemente remodelado, el callejón de Leandro Valle, que desemboca en la calle de Perú, es un botón de muestra de este proceso en el que los pobladores originales –dedicados en su mayoría al comercio en la vía pública– son desplazados paulatinamente por otros de mayor nivel adquisitivo.

Dos o tres vecindades son las que aún sobreviven, pues el resto ha comenzado a ser modificado. A la par de la recuperación del callejón, en el que se sustituyó el pavimento y se colocó mobiliario urbano para dividir el tránsito peatonal del vehicular, un inmueble ubicado en la esquina de Leandro Valle y Perú, ocupado primero como taller textil y después como bodega, se transformó en un edificio de departamentos de seis niveles.

En el otro extremo, en Belisario Domínguez, junto a los portales, ocurrió lo mismo en lo que antes era un vidriera y después un predio abandonado que formaba parte del patrimonio de la Ciudad de México.

En otros inmuebles sólo se conserva la fachada de lo que eran las vecindades, en espera de que concluyan los litigios que enfrentan los supuestos propietarios, como ocurre en Leandro Valle 24, 13 y 15, donde se pretende construir desarrollos inmobiliarios.

Departamentos con rentas que pueden alcanzar 25 mil pesos o con valor de 2.5 millones de pesos (los de menor precio) son para los residentes originarios simplemente impensables y se les escapa la posibilidad de acceder a esta nueva oferta inmobiliaria.

Todo está quedando muy bonito, pero la verdad ni para qué preguntar, con qué vamos a pagar si apenas tenemos para comer. Pasamos por ahí, porque somos del barrio, ojalá se pudiera, pero no hay manera. Aquí nada más somos como hormigas, unos entran y otros salen a trabajar, expresó María Pérez, de 68 años de edad, quien todos los días vende comida frente a un portón de la calle Chile.

Francisco Alvarado, representante vecinal del Centro Histórico, refirió que durante mucho tiempo se solicitó a las autoridades capitalinas destinar esos terrenos que estaban abandonados y sin certeza jurídica sobre la propiedad para la construcción de vivienda de interés social, para dar cabida a las familias de escasos recursos que viven hacinadas, pero nunca hubo eco a su demanda.