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Los de abajo

Berta Cáceres no ha muerto

H

ace seis meses la asesinaron y aún está impune el cobarde crimen. La muerte de la luchadora lenca Berta Cáceres representa desde entonces la vergüenza para Honduras y para toda América. Es la muerte de la justicia, pero no del reclamo por hacerla cumplir. La defensa de la autonomía indígena y de los bienes comunes es parte de su legado, pues Berta no murió: como dice el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), se multiplicó.

El Copinh, del que fue fundadora y coordinadora general, continúa su ardua lucha para exigir la salida del Proyecto Hidroeléctrico Agua Zarca del territorio lenca, pues se instaló en el río Gualquerque sin consultar a la población afectada, al igual que 50 concesiones hidroeléctricas y otros tantos megaproyectos eólicos que se pretenden asentar en ese territorio.

Desde el primer momento sus hijas y su hijo asumieron con fuerza y orgullo la herencia de su lucha, hoy por justicia y por la defensa de su territorio, sin un minuto de descanso, pues a pesar del repudio internacional contra la empresa DESA y contra el gobierno hondureño, a quienes responsabilizan del asesinato, continúa la criminalización del movimiento. No hay reposo desde el golpe militar que se impuso en el país centroamericano en 2009.

Desde su muerte, el mensaje de Berta recorre el mundo de las manos de sus hijas. Este 2 de septiembre Berta Zúñiga, la más pequeña, habló junto al magisterio disidente de la CNTE contra la reforma educativa en México y por la exigencia de justicia en Honduras, pues es uno el enemigo que atraviesa las fronteras.

Justicia para Berta Cáceres significa hoy encontrar a quienes la asesinaron y denunciar la estructura criminal que permitió su asesinato, dice el Copinh. Y Berta Zúñiga secunda exigiendo la participación de un grupo independiente de investigación que les permita llegar a la verdad.

Buscar la justicia ha sido un camino tortuoso, de silencio, pero también un camino lleno de muchos brazos, manos y corazones que no dejarán que Berta Cáceres muera tan impunemente, dice su hija en una carta escrita a su madre.

A mi mami no la mataron; se jodieron los asesinos que querían matarla, porque ella está acá, porque ella vive en cada uno y una de nosotras, que mientras sigamos luchando contra esa represa asesina, contra la privatización de los bosques y el oxígeno, nosotros vamos a seguir de pie y ahí va a vivir mi mami, ahí va a vivir Berta Cáceres, remata.

La resistencia está en saber escuchar a la tierra: John Berger.

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