Opinión
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Ciudad Perdida

Voto de mexicanos en el extranjero

Crece la preocupación oficial

El caso capitalino

M

ás que sorpresa, las cifras que recibe el Instituto Nacional Electoral y la Secretaría de Relaciones Exteriores respecto del interés de los connacionales en el extranjero por las tareas políticas en el país, han despertado cierta preocupación, una de ellas porque se requiere cumplir con las demandas que por ese motivo –el interés por participar en las decisiones políticas en México– exigen los migrantes.

Las cifras que se tienen al 21 de agosto, luego de siete meses de trabajo, es que en Estados Unidos se han recibido 108 mil solicitudes de mexicanos que quieren tener la credencial para votar y, desde luego, manifiestan su disposición de intervenir en las elecciones del país, y buena cantidad de ellos ya cuenta con la tarjeta que le permitirá sufragar en las comicios mexicanos.

El caso es que quienes son estudiosos de estos asuntos aseguran que para 2018 se podrían haber expedido hasta un millón de credenciales, cifra que ningún partido, de la orientación o el tamaño que sea, podría despreciar, y la verdad es que nadie, o casi nadie, trabaja con esos posibles votantes.

Dentro del mismo análisis se establecen ciertas cifras, ciertas verdades que llaman nuestra atención. Aunque en circunstancias muy diferentes a las de ahora, la historia electoral de quienes viven fuera de México, pero que tienen sus derechos ciudadanos del país a salvo, nos dice que los partidos políticos deberían poner mucha atención, y mucho trabajo, en los mexicanos que viven en Estados Unidos, principalmente, donde radican 90 por ciento de nuestros migrantes.

Pero el dato que sobresale es que en las elecciones de 2006 y de 2012, que no se significaron por un gran número de votos provenientes del extranjero –poco más de 33 mil en una y hasta 10 mil más en la otra– se planteó una verdad engañosa que ahora preocupa a ciertas entidades políticas. Y es que los ciudadanos mexicanos que hicieron uso de su derecho a sufragar son originarios de la Ciudad de México, más específicamente de las delegaciones Benito Juárez, en primer lugar, y Miguel Hidalgo, en segundo. Claro, esos votos fueron en favor de la derecha, del PAN.

Hubo factores que a la luz de las reflexiones advierten las posibles distorsiones que se pudieran haber presentado entonces. La primera es que los migrantes de esas dos delegaciones no son, según nos cuentan, el tipo clásico de mexicanos expulsados del campo o los más necesitados de las ciudades, sino más bien profesionistas o estudiantes que salieron de las dos delegaciones más ricas de la Ciudad de México. Y la segunda es que obtener la credencial, por aquellas fechas, significaba un gasto que los trabajadores emigrados no podían hacer con facilidad. Esos factores seguramente distorsionaron la visión de la participación en aquellos comicios.

Hay un buen grupo de políticos mexicanos que ahora más que nunca se hallan trabajando para hacer mucho más fácil la obtención de la credencial para votar por los mexicanos que viven en el extranjero, una de esas líneas de trabajo es que, además de que la credencial se pueda obtener gratis, también sirva como documento oficial para la identificación de quienes la portan. Por lo pronto, el interés es credencializar a todo aquel que lo requiera. Aguas, se habla de por lo menos un millón.

De pasadita

Dicen que desde Los Pinos se busca que los ex regentes vivos –Ramón Aguirre Velázquez, Manuel Aguilera Gómez y Óscar Espinosa Villarreal– se sumen a la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México. ¿Qué cosa?