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La artista exhibe El jardín de las delicias en la galería Traeger & Pinto, en la colonia Roma

Sensualidad, reflejos e ilusión, elementos de nueva serie pictórica de Rigel Herrera

En sus cuadros anula un poco el cuerpo, para ver cómo reacciona éste al ser cubierto con encajes, bordados, drapeados que le gustan al erotismo femenino, comenta en entrevista

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Rigel Herrera expresa a La Jornada: No hablo de la belleza como talFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Lunes 1º de agosto de 2016, p. a10

El jardín de las delicias está poblado por mujeres de las que emana sensualidad, aunque en algunas la cara ha sido remplazada por un espejo opaco, dorado o plateado en el que la espectadora puede seducirse a sí misma.

La más reciente serie pictórica de Rigel Herrera (Guadalajara, 1975) nace de una expresión de Jean Baudrillard: yo seré tu espejo, no significa: yo seré tu reflejo, sino: yo seré tu ilusión.

Por eso la mayoría de las seductoras mujeres de El jardín de las delicias carecen de rostro para que el visitante de la galería Traeger & Pinto (Colima 179, colonia Roma) pueda “verse sin el compromiso de ser alguien y así generar ilusiones.

Dicen que la mirada es la ventana del alma; entonces el rostro tiene que ver con esta antesala para mirar quién eres, es decir, autoencontrarte, expresa Herrera, pintora figurativa, de tendencia hiperrealista –busco ese extremo de la vista–, quien trabaja al óleo.

Todo se ha dicho de la belleza femenina

Hace tres años, después de exhibir su serie Shibumi en la galería de la Secretaría de Economía, Rigel Herrera llegó a la conclusión de que ya no había más que decir de la belleza del cuerpo de la mujer, porque todo en ella es bella y voluptuosa.

Entonces, expresa en entrevista con La Jornada, puso a volar la imaginación, siempre con la línea del erotismo, pues es lo que trabajo; a veces más hacia la pornografía, otras más hacia el lado de la moda.

Como la serie pasada se quedó “más hacia el fashion”, Herrera volteó a ver todos estos artilugios que tiene la mujer y distinguir las diferencias entre el erotismo masculino y el femenino.

Concluyó que el erotismo femenino se da mucho más a las texturas, al olor, a los tiempos, a las atmósferas y al lujo, mientras el masculino es más directo, de solución inmediata, para algunos, vulgar.

En El jardín de las delicias anula un poco el cuerpo, no como censura, sino para ver la forma en que éste reacciona al ser cubierto con “todas estas cosas táctiles –encajes, bordados, drapeados– que le gustan al erotismo femenino”, cambian la ambientación y tienen que ver con el lujo.

Rigel Herrera es una de las pocas pintoras en México que trabajan el arte erótico. Al respecto, señala: “Casi toda la pornografía, el fashion, la moda, están vistos desde una perspectiva masculina. A veces tratan a la mujer como objeto y otras se siente ofendida porque la visión masculina es mucho más directa y la mujer necesita sus tiempos”.

Egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, la artista elaboró su tesis sobre el lado bello de las perversiones. En todo busca belleza.

En la parte superior de la galería se exhiben dos cuadros, cuyas protagonistas son ánimas en llamas, que en realidad no forman parte de la presente serie. Sin embargo, “tienen referencia al cuadro de El Bosco”, para ella, un homenaje a la pintura, al detalle, al placer, a las delicias, y está por la parte del Infierno y el Paraíso.

A Herrera le cuestionan pintar cuerpos delgados y no mujeres gordas.

“Mi intención de la pintura ahora nada tiene que ver con el cuerpo. Es un reflejo de la vida que me toca. Son los cuerpos de la moda, lo que se ve en revistas, en cine, en todos lados. No hablo de la belleza como tal, tener más chichi; mi intención va hacia otro lado, hacia una segunda piel. Cómo es la belleza de una piel cubierta por la textura, el olor, la sensación, lo táctil, de otra cosa sobre tu piel.”

Tampoco trabaja con modelo. La mayoría de sus imágenes provienen de páginas pornográficas transformadas o de revistas de moda y de anuncios, sólo como punto de partida.

Herrera les quita la carga publicitaria, cambia los vestidos, transforma las imágenes. Normalmente trata de anular el color, pues a veces éste se convierte en personaje y distrae la mente. Prefiere que el espectador se pierda en los detalles de la misma técnica o pintura.

Respecto del óleo, aclara que éste siempre ha sido su pasión: El óleo tiene que ver con mi personalidad, con la idea que tengo de la pintura, sin descalificar las otras técnicas; lo encuentro rico, transparente y vivo. En lo técnico permite muchísimas ambientaciones. Manejo mucho el blanco y el negro, por esa cuestión de creer también que cada elemento de una pintura forma parte de un todo.

El jardín de las delicias, exposición que reúne 11 cuadros de la artista, concluirá el 25 de agosto.