Opinión
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México SA

Inegi: magia vs pobreza

Mexicanos, mentirosos

Coneval acusa a itamita

A

sí sea en el discurso, una de las principales preocupaciones gubernamentales (de ahora y antes) ha sido cómo abatir el creciente índice de pobreza en el país, y una de sus acciones estratégicas (también en el discurso), la reducción del número de mexicanos en tan inhumana situación. Pero a lo largo de los años el logro de la retórica institucional ha sido inversamente proporcional a la realidad, es decir, cada día hay más pobres.

Desde cuando menos los tiempos de la solidaridad (Salinas) a los del Mover a México (Peña Nieto), el número de pobres prácticamente se duplicó y el porcentaje de la población en tan lamentable condición, con altibajos, se ha mantenido en la misma proporción. Un rotundo fracaso, pues, y el hecho concreto es que ninguna de las pasadas seis administraciones gubernamentales logró compatibilizar discurso con realidad, y allí está la frialdad de los propios números oficiales.

En más de tres décadas nadie ni lejanamente rozó el citado objetivo del discurso político, pero como en este país todo se arregla con algunos litros de pintura, helio y unos cuantos toques de maquillaje, el gobierno peñanietista de un brochazo intenta reducir el nivel nacional de pobreza, y para concretar la tarea de su chistera sacó otro itamita para designarlo al frente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Con apenas seis meses en el puesto y la brocha en la mano, Julio Alfonso Santaella Castell (proveniente de la cantera del Banco de México y muy apegado al doctor catarrito) logró en minutos lo que nadie en 34 años de gobiernos neoliberales: reducir sustancialmente el nivel de pobreza en el país, por medio del aumento en el ingreso de los mexicanos.

Así, a partir de ayer existen menos pobres en el país (o más ricos, si se prefiere, ya entrados en la fiesta oficial), por el simple hecho (Inegi dixit) de que los informantes (los mexicanos, en este caso) tienden a declarar menos de lo que realmente perciben, y en este contexto la diferencia entre las percepciones reportadas por las encuestas de ingresos de los hogares y su contrapartida en cuentas nacionales presenta una brecha particularmente grande. Los mexicanos, pues, mentirosos, no pobres.

Tras el descubrimiento del siglo, el Inegi decretó que el ingreso corriente trimestral total de los hogares en el año 2015 ascendió a un billón 524 mil 262.5 millones de pesos (¡21 por ciento más que en 2014!). De este monto, 13.1 por ciento correspondió a las áreas rurales y 86.9 por ciento a las urbanas. Del total de percepciones, 67.1 por ciento provino de remuneración del trabajo; 14.8 por ciento de transferencias; 10.9 por ciento de la estimación del alquiler de la vivienda; 7.1 por ciento de la renta de la propiedad; y el 0.1 por ciento restante, de otros ingresos corrientes.

Dado lo anterior, la distribución del ingreso por deciles en los hogares indica que en 2015, los del decil con más altos ingresos recibieron en promedio 161 mil 568 pesos al trimestre, contra 8 mil 169 pesos de los hogares del primer decil, lo que implica que los primeros captaron en promedio 19.8 veces más recursos que los segundos.

Qué maravilla: la economía se mantiene estancada, el ingreso nacional se desplomó, las estimaciones sobre el crecimiento del país se recortan un día sí y el siguiente también, el empleo formal se precariza a pasos agigantados, la informalidad goza de cabal salud, el poder adquisitivo se mantiene pulverizado… pero los mentirosos mexicanos en realidad ganan más.

Pero la magia itamita del nada autónomo presidente del Inegi (en línea con la chistera de Los Pinos) no complació a la institución encargada, por ley, de medir la pobreza (nacional, estatal y municipal) y evaluar los programas y la política de desarrollo social para mejorar sus resultados y apoyar la rendición de cuentas, es decir, el Coneval.

Tras divulgarse el hallazgo de Santaella Castell, en el Coneval salieron chispas, y el organismo a cargo de Gonzalo Hernández Licona emitió un comunicado que, entre otros aspectos, advierte sobre la ruptura en la evolución histórica de las mediciones de pobreza que Coneval ha presentado desde 2008, es decir, el Inegi alteró unilateralmente la medición oficial de ingreso y pobreza en México.

Del comunicado del Coneval tomo los siguientes pasajes: “la modificación que hizo el Inegi a los ingresos de los hogares se puede apreciar con los siguientes ejemplos: incremento real de 11.9 por ciento en el ingreso corriente de los hogares a nivel nacional y más de 30 por ciento en algunas entidades federativas, entre 2014 y 2015. Asimismo, se presenta un incremento real de 33.6 por ciento de percepciones en los hogares más pobres en un solo año, lo cual no es congruente con la tendencia que se ha venido manifestando en otros instrumentos del Inegi y con otras variables económicas.

“Cualquier modificación para captar adecuadamente las variables económicas y sociales, debe ser realizada con transparencia y planeación, permitiendo generar certidumbre a los usuarios. Ese no fue el proceso que siguió el Inegi en esta ocasión. Los cambios en la captación del ingreso realizados por el instituto fueron una decisión exclusiva del Inegi en 2015 y al margen del convenio de colaboración que tiene con el Coneval.

Dichos cambios carecen de documentos públicos de carácter técnico que los justifiquen, y no fueron debatidos técnicamente con Coneval ni anunciados de manera oportuna, por lo que el proceso de captación del ingreso que elaboró el Inegi no fue transparente. Los cambios realizados por el instituto en la captación del ingreso en el módulo que hoy se dio a conocer modificaron una de las variables indispensables para medir la pobreza, lo que trae una ruptura en la evolución histórica de las mediciones de pobreza que Coneval ha presentado desde 2008.

Más allá de la guerra interinstitucional que se ha desatado, parece que en Los Pinos están decididos en reducir la pobreza, o de plano en erradicarla, aunque sea de mentiritas, es decir, como lo hicieron los cinco antecesores de Peña Nieto, mientras la real avanza inexorablemente.

Las rebanadas del pastel

Luis Videgaray está feliz, porque con el golpe de Estado en Turquía ya tiene otro pretexto en su colección para justificar los pésimos resultados económicos de México. Así es: chinos, volatilidad pasajera, clima, británicos… y ahora los turcos (¡agárrense!)… El dolarito cierra semana en 18.89 flácidos pesitos y el barril mexicano de exportación a 40.17 billetes verdes.

Twitter: @cafevega