Editorial
Ver día anteriorJueves 7 de julio de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Blair: cinismo y degradación moral
E

l ex primer ministro británico Tony Blair ensayó ayer una justificación tan cínica como improcedente sobre el involucramiento de su país en la invasión ilegal y colonialista que emprendió George W. Bush en Irak, hace más de 13 años. En respuesta a la difusión de un informe independiente sobre el papel del Reino Unido en esa irrupción, el político laborista esbozó una disculpa y expresó pena y remordimiento por ese involucramiento, pero dijo, a renglón seguido: creo que tomamos la decisión correcta. El mundo está mejor y es más seguro.

Es sintomático que el político laborista no se haya centrado en desmentir el contenido del referido informe, elaborado por una comisión presidida por el ex funcionario británico John Chilcot, en el que se documenta que Londres fue a la guerra en Irak, bajo el mando de Blair, antes de agotar todas las opciones pacíficas para el desarme. Por lo contrario, el ex primer ministro se ha limitado a defender la participación de su país en el referido conflicto bélico, decisión tomada a contrapelo de la mayoría de los británicos. Con eso, Blair reafirma ante el mundo la percepción de que, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, asumió el papel de subordinado de George W. Bush y se dedicó a promover los delirios militaristas de los halcones de Washington, al grado tal que mereció ser descrito por Nelson Mandela como el ministro de relaciones exteriores de Estados Unidos.

El involucramiento de las fuerzas armadas de su país en la guerra ilegal, depredadora y absurda emprendida por Bush contra Irak, en marzo de 2003, no sólo contribuyó a la devastación de ese infortunado país y al aniquilamiento criminal de decenas de miles de sus habitantes. También aportó nuevos factores de tensión, inseguridad y barbarie en la región y en el mundo, lo que invalida rotundamente el dicho de Blair de que hoy el planeta está mejor y es más seguro.

Como resultado de esa participación, la población civil londinense se convirtió en objetivo de ataques terroristas como los perpetrados en julio de 2005 en el Metro de Londres, los más mortíferos sufridos por esa metrópoli desde la Segunda Guerra Mundial. Adicionalmente, la destrucción física e institucional provocada por Washington y sus aliados en Irak derivó en una pérdida de control territorial por el régimen de Bagdad y el avance y crecimiento de grupos fundamentalistas que, a diferencia del depuesto régimen de Saddam Hussein, sí representan una amenaza a la seguridad de Estados Unidos, Reino Unido y el resto de Europa, como es el Estado Islámico.

En el contexto de la guerra contra el terrorismo, el Estado británico se hizo cómplice de las graves y abundantes violaciones a los derechos humanos cometidas en Afganistán e Irak por las tropas ocupantes, de los innumerables atropellos protagonizados por los servicios secretos estadunidenses en varios continentes –como los vuelos clandestinos en los que la CIA ha transportado a un número indeterminado de personas secuestradas desde cárceles secretas hacia centros de tortura– y ha reproducido en el propio territorio británico los recortes a las libertades fundamentales y a las garantías individuales. En suma, la participación en esa guerra ilegal condujo al Reino Unido a una degradación política, diplomática y moral que tiene en Tony Blair a su principal responsable. Los resultados que arroja la investigación Chilcot y la postura de Blair ameritarían que el político laborista fuera llamado a dar explicaciones frente a las instituciones de justicia británicas, por elemental principio de rendición de cuentas frente a sus ex gobernados.