Opinión
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México SA

Caen exportaciones

Devaluación no ayuda

Voto y estiercocracia

D

ice el inquilino de Los Pinos que la sacudida cambiaria (con el peso mexicano como víctima) tiene su parte positiva, porque estimula las exportaciones al abaratar –en dólares– los precios de los artículos aquí maquilados para exportar (olvidó mencionar que para que esto último suceda se importa la mayor parte de los componentes del producto final).

Pero algo ha fallado en la tesis presidencial, pues las exportaciones totales de nuestro país continúan deteriorándose a pesar de la depreciación que la moneda nacional ha sufrido respecto del dólar estadunidense. Esto debido a que los resultados decepcionantes en la producción industrial de Estados Unidos durante el primer trimestre del año contrarrestaron los beneficios de un peso más competitivo. Es la vieja historia de la enorme dependencia del vecino del norte, a la que el gobierno mexicano se aferra por considerar que ser su traspatio es el camino correcto.

De acuerdo con el más reciente reporte del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, en abril pasado las exportaciones totales de México disminuyeron 7.8 por ciento, resultado del desplome de 30.8 por ciento en la parte petrolera y la caída de 6.3 por ciento en la no petrolera.

Y lo anterior no es pasajero (Videgaray dixit), porque dicho comportamiento se ha mantenido prácticamente durante todo el año, de tal forma que en los primeros cuatro meses de 2016 las exportaciones totales acumulan caída de 6.4 por ciento. Sólo las ventas de productos agropecuarios al exterior se mantienen en terreno positivo (11.1 por ciento, pero las exportaciones extractivas (-18.2 por ciento) y las manufactureras (-4.3 por ciento) acumulan cifras negativas. Adicionalmente, los malos resultados observados en los últimos meses han alterado la evolución de las exportaciones automotrices a tal grado que hasta abril del año en curso acumulan una tasa de crecimiento negativa de 3.1 por ciento.

El CIEN detalla que “al analizar el comportamiento de las exportaciones totales se observa que éstas presentaron una caída anualizada de 7.7 por ciento, como consecuencia del bajo desempeño de la parte manufacturera (-7 por ciento) ya que más de 90 por ciento de los bienes vendidos al extranjero durante abril provinieron de dicho sector. Adicionalmente, alrededor de un tercio de los bienes manufactureros corresponde al sector automotriz, cuya tasa de variación durante el cuarto mes del año también fue negativa (-8.4 por ciento).

La sacudida cambiaria, pues, no cuaja según los planes del inquilino de Los Pinos. De hecho, advierte el CIEN, el anuncio de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos sobre un posible incremento en las tasas de interés provocó que la volatilidad observada en los primeros meses del año regresara a los mercados cambiarios.

El desempeño de la producción industrial estadunidense se ha mermado, y dicha situación ha sido determinante en el accionar de las exportaciones mexicanas, dada la estrecha relación existente entre las manufacturas de ambos países, ya que no sólo la caída en el precio del petróleo ha menoscabado el desempeño de las ventas totales al exterior, sino que las exportaciones no petroleras también acumulan un saldo negativo en lo que va del año. De esta forma, el déficit de la balanza comercial de nuestro país continúa incrementándose luego de que en abril pasado las exportaciones totales decrecieron 7.8 por ciento, afectadas principalmente por la caída en los bienes manufactureros. Hasta el cuarto mes de 2016, el saldo negativo en la balanza comercial mexicana superó los 6 mil millones de dólares, 174.1 por ciento más respecto del nivel exhibido durante el mismo periodo del año pasado.

Debido a lo anterior, subraya el CIEN, la menor demanda de bienes de producción por parte de Estados Unidos superó los efectos positivos en el comercio internacional derivados de la depreciación de nuestra moneda luego de la inestabilidad en los mercados cambiarios a finales de 2014. Sin embargo, la volatilidad vuelve a presentarse ante los probables ajustes en la política monetaria de la Fed, medidas que sin duda provocarán una reacción por parte del banco central de nuestro país.

Si resulta significativo el incremento en las tasas de interés en Estados Unidos, entonces provocaría una salida de capitales de los mercados emergentes trayendo consigo una depreciación de sus monedas. Ante tal situación, el Banco de México se vería en la necesidad de incrementar la tasa de interés de referencia y con ello mantener el atractivo de los productos de inversión nacionales; incluso, si los efectos de la depreciación derivados de las volatilidad cambiara presentaran un elevado riesgo para mantener la estabilidad de precios en el mercado nacional, el incremento en la tasa de interés podría llevarse a cabo antes del anuncio de la Fed.

Si bien lo que busca el Banco de México con el aumento en las tasas es generar mayor estabilidad macroeconómica, tal solución podría impactar negativamente los niveles de crecimiento económico (de por sí raquíticos). Ante una tasa de interés más alta, los costos de financiamiento también se incrementan, lo cual complica la realización de futuros proyectos de inversión.

El CIEN puntualiza que también se debe considerar que la confianza del sector empresarial continúa a la baja y uno de sus componentes que se ha visto más deteriorado es el que mide el sentir de los empresarios en torno al momento adecuado para invertir, por lo que un mayor costo de financiamiento complicaría la recuperación de la confianza. Es momento de volver la vista al mercado interno y dotarlo de un clima de negocios adecuado para recuperar la confianza empresarial y detonar los niveles de inversión privada, así se evitaría estar a la espera de mejores condiciones en la actividad industrial estadunidenses para aspirar a mayores tasas de crecimiento económico interno.

Las rebanadas del pastel

Bien a bien nadie sabe cuánto dinero (incluido el privado) se gastó en el supuesto proceso electoral. Lo que sí se conoce es que no fue poco y que todo se invirtió en el macroestercolero de todos colores disfrazado de campañas electorales. El resultado fue verdaderamente denigrante tanto para los candidatos como para sus partidos políticos y la presunta autoridad que dice supervisar el ejercicio. Al final de cuentas son los ciudadanos quienes pagan, y doble: por los voluminosos recursos públicos que se destinan a dicho fin y la garantizada falta de resultados de quienes resulten ungidos.

Twitter: @cafevega