Opinión
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69 Festival de Cannes
Nos quedamos cortos
P

or esta ocasión, la presencia del cine mexicano en Cannes se ha limitado a cortometrajes. Al parecer, ningún largometraje de reciente producción ha sido del gusto de los programadores de las diferentes secciones. De hecho, sólo un corto mexicano está en competencia oficial. Se trata de Las razones del mundo, trabajo de tesis de Ernesto Martínez Bucio, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, que concursa en la sección Cinéfondation. (Curiosamente, en la misma sección hay otra cineasta mexicana, Marta Hernaiz Pidal, que compite con Dobro, corto de Bosnia Herzegovina). Y eso es todo.

Los demás cortos en exhibición son los cuatro que fueron elegidos del pasado festival de Morelia, para ser proyectados en una función especial de la Semana de la Crítica: El buzo, de Esteban Arrangoiz; Rebote, de Nuria Menchaca; Mil capas, de Tess Anastasia, e Isabel Im Winter, de Laura Baumeister y Teresa Kuhn.

Así, el único largometraje nacional que se verá en alguna sección oficial de Cannes, que no sea dentro del Mercado del Film, será Tiempo de morir (1965), notable opera prima de Arturo Ripstein, basada en un guion de Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, nomás. La copia restaurada de la película forma parte del programa de Cannes Classics. (Y la presencia de Ripstein en el festival asegura, por lo menos, días lluviosos durante su estancia).

En cuanto a otras participaciones mexicanas, el actor y cineasta Diego Luna formará parte del jurado de la sección Una Cierta Mirada. Y también presentará Blood Father, del francés Jean-François Richet, en la que comparte créditos con Mel Gibson, y es una película que se exhibe fuera de concurso.

Por lo demás, la competencia del festival de Cannes parece ofrecer un poco más de lo mismo: autores consagrados como Woody Allen, Pedro Almodóvar, Olivier Assayas, los hermanos Dardenne, Jim Jarmusch, Ken Loach y Sean Penn, entre los veteranos de la Croisette. También están los que se han hecho un nombre en el festival: la británica Andrea Arnold, el canadiense Xavier Dolan, el francés Bruno Dumont, el filipino Brillante Mendoza, los rumanos Cristian Mungiu y Cristi Puiu, el estadunidense Jeff Nichols, el coreano Park Chan-Wook y el danés Nicolas Winding Refn. Más reducidos son los desconocidos, como el otrora crítico brasileño Kieber Mendonca Filho o la alemana Maren Ade. Y queda lugar para los inclasificables, como el holandés Paul Verhoeven que, tras una larga etapa hollywoodense (Bajos instintos fue la película inaugural del festival en 1992), ha vuelto al cine europeo. O la actriz francesa Nicole García, cuya carrera como directora ha sido más bien esporádica.

Es en las proyecciones fuera de competencia donde se han juntado los grandes nombres hollywoodenses, que adornarán la alfombra roja. Además del título inaugural, Café Society, de Allen, está nada menos que lo más reciente de Steven Spielberg, The BFG, que marca su retorno al cine dirigido a un público infantil.

Por supuesto, la seguridad va a ser un tema en este festival. Después de los atentados del terrorismo islámico de París y Bruselas, ya se han anunciado medidas severas (hasta un simulacro de ataque se llevó a cabo hace unas semanas, para probar al personal) y es de prever que el acceso al Palais y las salas de Cannes estará más restringido que nunca. Si en años pasados se confiscaban hasta las botellas de agua, ahora todo hace suponer en una revisión digna de aeropuerto gringo. El director de la Quincena de Realizadores, Édouard Waintrop, se quejó ante la prensa porque se vio en la necesidad de sacrificar cuatro títulos de su selección para acomodar las nuevas medidas de ingreso a las salas. Esperemos que el cine no salga perdiendo ante tanta precaución.

Twitter: @walyder