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¿La fiesta en Paz?

¡Salud, entrañable Pana!

El Cecetla, ¿se cierra o sólo se renueva?

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El tlaxcalteca Rodolfo Rodríguez El Pana quedará cuadrapléjico, debido a las lesiones que sufrió el pasado domingo cuando fue embestido por un toro en la corrida en la plaza Alberto Balderas, en Lerdo, DurangoFoto Notimex
L

a fe –entendida como adhesión del espíritu a lo que rebasa la razón y lo comprobable–, sea en sí mis-mo o en seres superiores, a ve- ces mueve montañas, contradice diagnósticos y supera situaciones. Es una convicción gratuita de que el azar nos será favorable, al margen de consecuencias, pérdidas y desafíos, desde el resquicio inextinguible de la propia libertad. ¡Salud siempre en tu corazón, entrañable Pana!

Parafraseando al clásico, el grueso de la afición capitalina entona a coro: En este mundo matraca, de irse nadie se escapa… Faltando sólo tres semanas para que alcanzara la abrumadora cifra de 23 años, con algunas interrupciones, al frente de la monumental Plaza de toros México, que gracias a su ineficiente, voluntariosa, autorregulada e insensible gestión fue convertida en el Cecetla o Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje, y sin que mediara un comunicado que lo haga oficial, a partir del 3 de mayo Rafael Herrerías deja el cargo de ¿promotor?, ¿director?, ¿operador?, ¿enterrador? del devaluado coso, para ser sustituido por Javier Sordo Madaleno Bringas (Ciudad de México, 1956), exitoso arquitecto, ganadero de Xajay y socio de Miguel Alemán Magnani en varios desarrollos de centros comerciales. Es decir, Herrerías se va de la (des)organización de la Plaza México, no Alemán Magnani, por lo que las interrogantes con respecto al futuro del semivacío inmueble de Antonio Cosío siguen en el aire.

Lo que sí está claro es que Javier Sordo, nueva cabeza visible del coso de Insurgentes, cuenta con una sólida experiencia empresarial, financiera y organizacional que nunca tuvo su calamitoso antecesor, por lo que en ese sentido las posibilidades de rencauzamiento profesional y con espíritu de servicio en la Plaza México son reales.

El grave daño durante más de dos décadas a la tradición taurina de la Ciudad de México en particular y a la del resto del país en general, no es del todo irreversible, ya que si Javier Sordo pone oídos a aspectos desatendidos del espectáculo –toros y novillos con edad, trapío y sus astas íntegras; fomento sistemático a la competencia entre toreros con verdadero potencial; promoción, publicidad y mercadotecnia imaginativas; observancia del reglamento, respeto a una autoridad capacitada e independiente; no seguir disputándose con la competencia a las mismas figuras extranjeras, y una actitud más firme ante las exigencias y ventajas de los diestros importados– se sorprenderá del pronto repunte de la fiesta.

Por su parte, Miguel Alemán Magnani sigue en deuda con la afición capitalina, ya que en el prolongado lapso de apoyo financiero a la empresa de la México no pretendió ni remotamente obtener resultados parecidos a los de sus negocios exitosos, entre otros la línea aérea Interjet y los desarrollos comerciales con Sordo, donde la alta eficiencia y una competencia con rigor de resultados sí han sido posibles, en contraste con los manejos de su autorregulada división taurina.

Imposible imaginar a Alemán Magnani operando esas organizaciones prósperas con los criterios viscerales aplicados hace 23 años a la Plaza México. ¡No duraba seis meses en la guerra de los negocios! Imaginemos, en cambio, si el asesor en turismo de Miguel Ángel Mancera se convence de que el espectáculo taurino debe desarrollarse con un esmero profesional parecido al que utiliza en sus otras actividades. En cualquier caso, pronto veremos si con tan esperada sustitución el Cecetla cierra sus puertas o tan sólo se renueva.