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Con Cruz y Kasich fuera, se cae la estrategia de descarrilarlo en una convención negociada

Trump se impone y ya es virtual candidato del Partido Republicano

Entre sus correligionarios, unos ya lo aclaman y otros, desde hoy, apoyan a Hillary Clinton

Su inesperado triunfo, resultado del desencanto tras 30 años de políticas neoliberales: analista

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Luego de seis triunfos electorales al hilo, incluida su aplastante victoria del martes pasado en Indiana, Donald Trump tiene el camino despejado para obtener la candidatura presidencial por el Partido Republicano, tras dejar atrás a 16 contendientes en 11 meses de campañaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 5 de mayo de 2016, p. 19

Nueva York.

El bufón peligroso conquistó al Partido Republicano y ahora es el presunto candidato presidencial, lo cual genera no sólo preocupación entre las cúpulas políticas y económicas, sino mayor temor entre inmigrantes, musulmanes aquí y alrededor del mundo, y representará un mayor desafío para México ante sus amenazas de construir un muro y sus ataques contra el Tratado de Libre Comercio.

Después de ganar las primarias en Indiana por amplio margen, Donald Trump tiene el camino despejado para obtener la nominación de su partido, además de que hoy su último contrincante, John Kasich, gobernador de Ohio, se retiró de la contienda. Anoche, el senador Ted Cruz abandonó la batalla.

No puede ser, ¿cómo es posible que Trump logre imponerse en este país?, es la reacción en boca de millones, incluida la cúpula de su propio partido, gran parte de la clase política estadunidense y los expertos. Hay consternación sobre cómo un multimillonario sin ninguna experiencia política, conocido más por su estrellato en un reality show, ex dueño del concurso Miss Universo, logró imponerse frente a la oposición de todo el establishment de su partido, las cúpulas económicas y los grandes medios.

Muchos se dedican hoy a buscar la respuesta, a ver hacia atrás, a recordar cómo habían descartado sus posibilidades de llegar a este punto y en qué y cómo se equivocaron. Pero, más que nada, la gran pregunta es: ¿y ahora qué?

Durante meses un amplio sector de la cúpula republicana había apostado todo a descarrilar a Trump, y su última jugada era evitar que alcanzara acumular los mil 237 delegados necesarios para obtener la nominación, y con ello provocar una convención negociada, en la que se lograría coronar a otro candidato. Pero con sus seis más recientes aplastantes triunfos en fila, incluido el de Indiana el martes, y el retiro de los últimos dos contrincantes, esa estrategia es mucho menos probable.

Ante ello, algunos sectores del partido se han rendido y subordinado al nuevo rey. Otras figuras republicanas reiteran que nunca, jamás, apoyarán a Trump, mientras hay quienes sienten tal repugnancia que incluso hablan abiertamente de apoyar desde ahora a la presunta candidata demócrata Hillary Clinton. Mark Salter, veterano estratega del senador republicano John McCain, expresó por Twitter ayer: estoy con ella. Varios más, desolados, afirman que el triunfo de Trump representa la destrucción de su partido.

Mientras tanto, agrupaciones de inmigrantes suenan la alarma, organizaciones musulmanas denuncian que el mensaje de Trump ya ha provocado múltiples crímenes de odio y actos de intimidación contra musulmanes estadunidenses y extranjeros, y grupos de derechos civiles y de la mujer reiteran sus mensajes de repudio.

Pero vale entender qué es lo que ha impulsado a Trump a llegar a este punto. Casi todos los analistas coinciden en que el nivel de desencanto, hasta de ira, entre las bases republicanas contra la cúpula política es mucho mayor de lo que se pensaba, y Trump fue el mejor posicionado para darle expresión, como alguien a quien no se percibía como parte de esa cúpula y un no político. Además, su atrevimiento de desenmascarar la corrupción del sistema electoral, al no necesitar los fondos de intereses empresariales o de millonarios, ya que es multimillonario, resonó entre un amplio sector de las bases.

A la vez, su mensaje económico populista –aparte de sus bárbaros comentarios sobre inmigrantes, musulmanes y mujeres– es algo que también resonó más de lo esperado. Dan Pfeiffer, ex asesor del presidente Barack Obama, comentó al Washington Post que Trump tiene el mensaje reformista económico populista más puro, el mejor mensaje republicano que hemos visto en mucho tiempo: anti-libre comercio, anti-Wall Street, anti-gran dinero en la política: eso es muy poderoso, advierte.

En su discurso triunfal al ganar Indiana anoche, Trump hizo la referencia ya automática a la construcción del muro hermoso en la frontera con Mexico, y su promesa de poner a Estados Unidos primero. Pero también subrayó su mensaje económico, y afirmó que Clinton sería una malísima presidenta, ya que no entiende el comercio, su marido promulgó tal vez el peor acuerdo comercial en la historia del mundo. Se llama NAFTA. He visto lo que ha hecho de primera mano, y ha sido una carnicería. Vamos a hacer que regresen esos empleos, y vamos a mantener esos empleos aquí. En el pasado ha prometido desmantelar este tipo de acuerdos comerciales, rompiendo con el consenso sobre libre comercio de la cúpula de ambos partidos.

El mensaje económico es parecido en general al del precandidato demócrata Bernie Sanders sobre cómo las políticas de la élite política han devastado a la clase media y los trabajadores y con ello el sueño americano, aunque no comparten las propuestas para reformarlo. El inesperado éxito de ambos, según algunos analistas, es fruto del desencanto y la frustración popular después de más de tres décadas de políticas neoliberales promovidas por ambos partidos. Durante varios años, la mayoría ha opinado que el país va sobre un carril equivocado.

Sin embargo, y con marcada diferencia con Sanders, Trump tiene el nivel más alto de desaprobación entre la opinión pública; 7 de cada 10 estadunidenses lo perciben de manera negativa.

Por ello, a estas alturas muchos intentan consolarse con indicaciones de que tanto Clinton como Sanders derrotarían fácilmente a Trump en las elecciones presidenciales generales en noviembre (de hecho, el socialista democrático le gana a Trump con mayor ventaja que Hillary), y muchos aseguran que será muy difícil que Trump ocupe la Casa Blanca.

Pero lo mismo decían cuando arrancó su campaña hace 11 meses, frente a otros 16 contendientes republicanos.

Por eso, el bufón ya no le da risa a nadie, y es más peligroso que nunca.