Opinión
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México SA

Crecimiento poco inspirador

Se mantiene inercia económica

Gobierno lentísimo, pero seguro

O

trora envidiado por las naciones latinoamericanas por su sostenido crecimiento (6 por ciento anual como promedio) y su creciente industrialización, hoy el famélico comportamiento económico de México a duras penas alcanza para que, en el mejor de los casos, hasta los organismos internacionales amigos lo califiquen de razonable, pero poco inspirador, a la par que recortan sus propias estimaciones.

A lo largo de casi medio siglo (1934-1982) la economía mexicana registró un crecimiento anual promedio de 6 por ciento, lo que permitió un sustancial avance en el proceso de industrialización del país. El giro de 180 grados desde la llegada de los tecnócratas –33 años atrás– detuvo ese avance y la tasa de crecimiento se desfondó a 2 por ciento, también en promedio anual, de Miguel de la Madrid a la fecha.

Cercano está el cierre del primer tercio de 2016 y ya todos los organismos internacionales y nacionales reconsideraron a la baja sus respectivos pronósticos originales sobre el potencial de crecimiento de la economía mexicana. Uno tras otra ha sacado la tijera y recortado la de por sí famélica estimación de avance, práctica que, dicho sea de paso, a lo largo del gobierno peñanietista se ha convertido en una suerte de juego de azar (atínale al porcentaje a la baja).

Para la primera mitad del actual gobierno los genios de la Secretaría de Hacienda, con el ministro del (d) año a la cabeza, estimaron un crecimiento anual promedio de 3.8 por ciento, pero a duras penas se alcanzó 1.9 por ciento. Año tras año el pronóstico oficial ha quedado alejadísimo de la realidad (por un margen de 50 por ciento), y para el siguiente tramo no hay visos de mejoría. De hecho, una reciente cuan doliente ex funcionaria de dicha dependencia, otrora muy cercana al ministro, considera que el resto del sexenio no será nada grato.

En fin, en Los Pinos prometieron que con las reformas aprobadas, reglamentadas y puestas en marcha, este 2016 sería económicamente maravilloso y la antesala del futuro promisorio (Videgaray dixit) que les espera a los mexicanos. En los hechos, si bien va, otro sexenio de 2 por ciento, con todo y reformas.

En vía de mientras, el Banco Mundial advierte que las perspectivas de crecimiento a corto plazo en Latinoamérica y el Caribe se han bifurcado. Si bien se espera que México, América Central y el Caribe crezcan en 2016 a un ritmo razonable, aunque poco inspirador, de 2.5 por ciento, se estima que la economía de Sudamérica se contraiga en más de 2 por ciento, como consecuencia de fuertes recesiones en Brasil (-3.5 por ciento) y Venezuela (-8.3).

Y la situación se complica, advierte el organismo multilateral, porque los precios bajos de las materias primas y la desaceleración de China no son hechos meramente transitorios. Los países latinoamericanos y caribeños exportadores netos de dichas materias (la mayoría ubicados en América del Sur) se encuentran en medio de una difícil y prolongada transición a un nuevo equilibrio, a una nueva normalidad. En el proceso, el margen de maniobra se ha reducido drásticamente para los gestores de políticas públicas, quienes se encuentran atrapados en un dilema entre lo que les gustaría hacer (políticas expansivas para estimular el crecimiento y el empleo a corto plazo) y lo que se ven obligados a hacer (políticas de ajuste para conservar la viabilidad macroeconómica y adecuar juiciosamente la demanda interna a niveles compatibles con la caída en el ingreso provocada por el deterioro de los términos de intercambio). Este dilema se manifiesta en todas las dimensiones cruciales de política: monetaria, fiscal, externa y social.

Para el Banco Mundial, aunque las adversidades que actualmente enfrentan los países de América del Sur son de naturaleza distinta a la de los frenazos bruscos en los flujos de capital de los años 90, comparten una característica común con las grandes fluctuaciones macroeconómicas del pasado –el fin de un auge insostenible de demanda interna– y una causa común, la baja tasa de ahorro. Como punto de partida, hay que enfatizar que los países de América del Sur están expuestos de forma singular a la turbulencia de los precios de las materias primas, incluso más que las naciones exportadores de materias primas y de ingresos medios en África. Su abrumador efecto ha sido quizá insuficientemente valorado.

Las fluctuaciones en una serie de indicadores macros claves de América del Sur (crecimiento, inversión, cuenta corriente, tipo de cambio real, posición neta de activos externos, rendimientos del mercado de valores) han seguido a la trayectoria de los términos de intercambio de una manera tan cercana que preocupa. Además, el crecimiento de la demanda agregada interna ha seguido a los términos de intercambio aún más estrechamente que el crecimiento de la producción, una clara indicación de que la demanda respondió más intensamente que la oferta. Pero la intensidad de la respuesta de la demanda no fue uniforme entre países. En algunos (Argentina, Brasil, Uruguay) se amplificó sustancialmente y en otros (Chile, Colombia, Perú) se amplificó solo modestamente o incluso se amortiguó”.

Como siempre, la salida que propone el Banco Mundial es el de más reformas, aunque en esta ocasión advierte que “un enfoque limitado solo a reformas estructurales y que no otorgue la debida consideración a la necesidad para mitigar el dolor del ajuste a corto plazo puede ser contraproducente. Puede exacerbar las tensiones políticas y sociales hasta el punto de desactivar la viabilidad del esfuerzo de reformas. Por lo tanto, la conciliación de las preocupaciones sociales y económicas a corto plazo con los objetivos de crecimiento a largo plazo es equivalente a caminar sobre una cuerda floja. Lo ideal sería que en países con margen para utilizar prudentemente el financiamiento externo el ajuste fiscal y externo pueda hacerse de manera gradual y con miras a preservar las ganancias obtenidas durante el boom por grupos menos favorecidos y más vulnerables de la sociedad. Por desgracia, el espacio de maniobra está distribuido en forma muy desigual entre los países de la región, y hay algunos países con espacios tan restringidos que se ven obligados a hacer un ajuste más rápido”.

Las rebanadas del pastel

Lentísimos, pero seguros: después de 150 mil muertos, miles y miles de desplazados y desaparecidos, entre muchas otras barbaridades, en el gobierno por fin se enteraron de que la guerra contra las drogas no ha servido para nada. Sólo para que el negocio se mantenga boyante.

Twitter: @cafevega