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Trump: el incombustible
U

na de las principales características del fenómeno Donald Trump, candidato republicano en las primarias de Estados Unidos, es ser incombustible. Aparentemente no se quema, por más que diga barrabasadas, insultos o injurias. Se ha enfrentado con medio mundo y no le pasa nada. El único chip que le funciona es el racial, respecto de los negros, pero no opera acerca de los latinos, musulmanes o judíos.

Se dice que el pez por la boca muere, pero hasta ahora ese dicho no se aplica para el carismático líder empresarial, mediático y político. Porque es las tres cosas. Utiliza su fama y experiencia de empresario y constructor para afirmar que sabe de economía y cómo se puede llevar a cabo su propuesta de construcción de un muro fronterizo pagado por México.

Es un líder mediático, que con muy poco presupuesto ha podido concitar de manera permanente y gratuita las primeras páginas de los diarios, los principales espacios radiales y los comentarios televisivos. Todo, incluso los ataques, las bromas, chascarrillos y memes parecen jugar en su favor.

En tercer lugar es un líder político, en estos meses ha logrado convencer a un sector del electorado republicano que lo apoya fervientemente con sus votos. Pero a diferencia de su experiencia de empresario y comunicador, no tiene experiencia política, no pisó el congreso, ni tuvo cargos de elección popular.

Todos los pronósticos sobre su combustibilidad han fallado. Al mismo tiempo, nadie puede asegurar que pueda llegar a ser el candidato republicano. A pesar de su ventaja, numerosos analistas dudan que llegue a ser el nominado. Menos aún que pueda ganar la presidencia.

De lo que sí es capaz es de incinerar al Partido Republicano. Y a muchos otros. En nuestro medio ya calcinó al que fue embajador de México en Estados Unidos. Se dice que Miguel Basáñez dio una conferencia en Londres donde se expresó de manera poco apropiada sobre el empresario. Es decir, externó su opinión personal sobre el fenómeno Trump y quedó defenestrado. Se demoraron seis meses en nombrarlo y duró siete meses en el puesto.

Pero ahora sí pusieron de embajador a un profesional, a Carlos Manuel Sada, quien ha pasado por los consulados de San Antonio, Chicago, Nueva York y Los Ángeles. Haber salido bien librado y muy querido de la ciudad de los vientos dice mucho de su carisma, profesionalismo, conocimiento de la comunidad mexicana y habilidad política.

Donde también hubo modificación fue en la Subsecretaría de América del Norte. No sólo cambio de funcionario, sino también de estrategia. Una política sin estridencias fue el lema del subsecretario Sergio Alcocer, antes de irse de candidato a la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México. Paulo Carreño King está ahora en el cargo y viene de ser coordinador de Marca País y de Medios Internacionales de la Presidencia. Tiene un perfil de marketing, más que de relaciones exteriores y poco conocimiento de la problemática que enfrenta la comunidad mexicana en el exterior.

Dicen que la cuña para que apriete debe ser del mismo palo… quizá por ello mandan a la palestra a un experto en imagen y en medios. Que para empezar, afirmó, vamos a actuar, vamos a desplegar una multifacética estrategia de comunicación, relaciones públicas y promoción de México en Estados Unidos.

Ya tendrá tiempo para mostrar o vender sus cartas. Por lo pronto, los tuits de otro experto en ventas, venido a político, ahora ex político, no han sido muy felices.

Las opiniones están encontradas en cuanto a qué hacer, qué decir, cómo reaccionar ante las propuestas, agresiones y digresiones de Trump. De nada sirve decir que los migrantes mexicanos son muy buenas personas y honestos trabajadores. Tampoco cabe discutir la propuesta final del empresario de que va a financiar el muro con las remesas de los migrantes. Pero tampoco ha servido de mucho el mutismo sistemático del gobierno mexicano.

Si el gobierno de Enrique Peña Nieto optó por callarse la boca y no hacer nada cuando se discutía la reforma migratoria, que afectaba a 6 millones de mexicanos, llama la atención que ahora quiera lanzar una multifacética campaña mediática.

Sin duda, el problema consiste en encontrar los puntos débiles de las propuestas de Trump, donde pueda ser atacado con un lenguaje que entiende el público estadunidense. Y estos puntos débiles son el racismo, la discriminación, la ilegalidad.

Hay que demostrar y denostar a Donald Trump por racista, por discriminar a una minoría. Lo que no resulta fácil, porque se ha cuidado muy bien de señalar que él se refiere a extranjeros indocumentados.

El otro punto débil de Trump es que se maneja en los márgenes de la legalidad. Cuando hizo su propuesta de tomar la remesas para construir el muro, dijo, en segundo lugar, que tendría que cambiar la Ley Patriota. Su ataque va más allá del tema migratorio; quiere volver a insistir en el muro como un asunto de seguridad nacional. Pero sabe perfectamente que su propuesta de pedir identificación para realizar una transferencia monetaria es ilegal.

Racismo e ilegalidad son los puntos débiles de Trump. Sus arremetidas, las de sus guaruras y seguidores a aquellos que lo enfrentan en público, rayan en la ilegalidad, la agresión y la discriminación. La provocación en público ha sido un elemento que puede sacarlo de quicio y lo lleva a cometer errores y abusos. Ya tuvo que suspender un acto de campaña en Chicago y ve difícil el escenario en Nueva York. Por eso ha bajado el tono, su participación en los medios y las redes sociales.

Si México quiere responder de manera efectiva a las agresiones y abusos de todos los días en contra de los mexicanos debe hacerlo al modo estadunidense: litigando.