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Un fantasma recorre el mundo...
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o hay recesión o crisis como la de 2008 a la vista, pero la nefasta tendencia al estancamiento secular, relativo como todo en la vida, es nuevamente puesta en circulación y documentada con precisión y angustia por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su más reciente informe sobre la economía mundial.

No hay ya mucho margen de error, advierte el economista principal del Fondo, mientras el mundo en su conjunto, con sus evoluciones desiguales de siempre, vive ya círculos viciosos de intensidad y profundidad diversas, pero todos en torno a un deslizamiento a la baja de la actividad económica global.

El escenario que parece preocuparle más al FMI es el deslizamiento sostenido a la baja del crecimiento del producto interno bruto (PIB) que se retroalimenta al desalentar la inversión y exacerba las tensiones políticas, haciendo todavía más difícil ajustar la economía: así, más o menos, ha interpretado The Economist la entrega más reciente del Fondo.

El cuadro político que asfixia hoy a Brasil y amenaza con llevarlo a una crisis aun más profunda que la que vive no es excepcional, como no son amplias las posibilidades de desplegar correctivos de emergencia que eviten que tales tendencias desemboquen en un estancamiento abiertamente recesivo.

El empuje estadunidense, debido a las audaces decisiones de Barack Obama, apoyadas por el Banco de la Reserva Federal, no parecen, por su parte, capaces de poner a su economía en velocidad de crucero, mientras el encono republicano no deja campo para mantener la batería anticíclica que con todo y todo ha venido a significar una excepción dentro del mundo avanzado en lo tocante a actuar frente a la crisis. La excepcionalidad americana, tan cara a políticos y pundits, podría sin más adherirse a la uniformidad aletargada del resto de Occidente.

¿Y nosotros? Podría decir algún cínico metido a loro neoliberal que ni nos va ni nos viene, no sólo porque nuestros fundamentales están en regla, como presume el góber de las calles de Condesa, sino sobre todo porque nosotros hemos sido otra vez pioneros, en esta ocasión en cuanto a vivir el estancamiento se refiere. Con un crecimiento promedio apenas superior a 2 por ciento y un producto por persona que apenas se mueve, la estabilidad que hincha el pecho de los mandarines del vicegobierno financiero se muestra tal como es: fruto de una sostenida contención de la inversión pública; de la dosificación vertical y sin programar para el futuro del gasto público, así como de una política monetaria obsesivamente centrada en contender con una inflación que no aparece.

El otro gran equilibrio, el externo, se sostiene en los magros desempeños de la exportación comercial por un tiempo apalancada por las ganancias extras de la venta foránea de petróleo crudo, así como por entradas de capital que, salvo por la inversión extranjera directa que privilegia la exportación, es deuda pura y dura, con bancos internacionales, el propio FMI en lo que toca a líneas de contingencia y, sobre todo, con inversionistas financieros que van y vienen sin reposo ni la mínima consideración por lo que le pase al país anfitrión de sus frenesís.

Los alfileres con que alguna vez, con indudable maestría, se buscó manejar la transición a una economía abierta y de mercado siguen con nosotros, pero han dejado de ser motivo de chiste célebre. Se han vuelto una lápida inamovible que somete visión y acción de la sociedad y del Estado a una perspectiva que se reproduce como estancamiento estabilizador y como economía excluyente, a decir del doctor Gerardo Esquivel: cuando no crece excluye y cuando lo hace, arrastrándose por el piso, no incluye sino en los escalones más bajos y precarios del empleo y el salario.

Hay que tomar en serio las tendencias y escenarios de que nos habla este curioso manifiesto, pergeñado nada menos que por el FMI: un fantasma recorre el mundo; el fantasma del estancamiento a largo plazo del que no puede sino emanar un mensaje de demolición estructural y estrechamiento moral e intelectual. Poco que hacer en panoramas como éste para un país que durante ya décadas renunció a la aventura del desarrollo.

Ojalá que en vez de jugar a la mentirosa entre ellos y con nosotros, los responsables de la política económica y social nos ofrecieran pronto una propuesta seria y de fondo para vivir y sobrevivir un estancamiento que ha dejado de ser espectral y que no puede encontrar consuelo en la caída dolorosa de los demás. La proclividad del secretario de Desarrollo Social por los acertijos metodológicos con los que busca desacreditar a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y de paso al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), debería dirigirse mejor a idear una estrategia a la altura de estos duros tiempos de penuria que con todo y sus correcciones de tercer año de estadística, en nuestro caso han implicado carencia profunda y vulnerabilidad mayoritaria.

Los tiempos están cambiando, o al menos así lo quieren los jóvenes del Nuit Debout que han tomado la Plaza de la República en París... No es con ignorancia intencionada como vamos a empezar nosotros a vivirlos y a intentar de nuevo salir del hoyo.